NOTICIA
Aventuras de Juan Quinquín
1/Un día de rodaje
6 a.m. El equipo se dirige hacia el corazón de la Sierra del Escambray. Los días comienzan a ponerse malos. Llueve a partir de la una de la tarde. De ahí que se empiece a trabajar muy temprano para aprovechar la jornada.
Se filma una escena difícil ya que todo el lugar donde transcurre la acción debe estar cubierto de humareda. Es un problema de graduación a través de medios mecánicos. Los expertos pirotécnicos Stuart y Juan Varona, corren de un lado a otro “haciendo humo“. Se repite una, dos, tres veces hasta que la escena toma el “ambiente” deseado por el Director (Julio García Espinosa) y el Jefe de Fotografía (Jorge Haydú). Nos sorprendemos un poco: hay solo una fuente de luz iluminando.
“Es normal, nos dice Haydú: a medida que uno tiene más experiencia se da cuenta de lo que no hace falta. En esta película estoy tratando de reducir a un mínimo los materiales de iluminación. Eso facilita el rodaje, nos da una mayor libertad de movimiento”.
Eso se traduce, además, como podemos ver durante la filmación, en tiempo ganado al reloj. La pequeña secuencia ha sido rodada en un par de horas a pesar de las dificultades presentadas por el efecto de humo. El equipo se traslada de inmediato hacia otra locación.
Aprovechemos el intervalo para preguntarle a Julio García Espinosa:
2/¿Qué es Juan Quinquín?
“Para contestar esa pregunta, tengo que dividirla en varias partes. Empecemos:
(a) Como nació el guion
Cuando leí la novela de Samuel Feijóo, quedé entusiasmado por todas las posibilidades que ofrecía desde el punto de vista cinematográfico. Cuando se planteó, en lo concreto, la manera de realizar la adaptación, me encontré frente a un problema muy serio: ¿cómo adaptar el libro?, me preguntaba. Si seguía fielmente la novela habría tenido que prepararme para dirigir una película de 4 a 5 horas. La dificultad era seria, pero la fuerza de atracción de “Juan Quinquín en Pueblo Mocho” era tal, el tono alegre, dinámico, libre de sus situaciones me atraía tanto que resolví lanzarme por la vía de la síntesis. Sí, pero: ¿cómo sintetizar una obra tan espontánea y frondosa? Lo primero que se me ocurrió fue concentrar en los personajes de Juan Quinquín y Jachero otros personajes. De ese modo evitaba la dispersión y creaba situaciones más ricas desde el punto de vista de la pantalla. Por ejemplo, Juan Quinquín realiza acciones que en el libro eran ejecutadas por el personaje de El Gallego (la corrida, la compra del león...) En Jachero están concentradas situaciones que protagonizaba “Suelto el Pollo". Esto implicó alteraciones bastante grandes con respecto al original. Una vez dado ese paso, me decidí a emprender otro: el de romper la estructura lineal de la novela con el fin de sintetizar aún más. La estructura nueva permite aprovechar mayor cantidad de situaciones sin estar amarrados por la cuestión del tiempo. Estos puntos de partida prácticos para la adaptación sumado a la visión propia de las cosas que tiene uno, definió el guion. Es decir: no se puede hablar de una adaptación, sino de un guion inspirado en la novela. Resultado: mientras la novela, en su estructura lineal se pudiera definir como una historia en a cual dos personajes están en lucha contra el medio hasta convertirse en guerrilleros (o sea, hay una toma de conciencia), en la película la historia puede precisarse como la de dos personajes que, tanto en la guerra como en la paz, despliegan un gran ingenio, una gran vitalidad frente a la vida. Esto provoca, desde luego, un estilo.
(b) Del estilo
Es el de cierta tradición popular como el de la Picaresca Española, el de las películas de aventuras con elementos de la llamada “cultura de masas”. Esta película, a ratos, pudiera recordar los “muñequitos”; a ratos, también, a una película de aventuras que se cuenta, aparentemente, sin malicia. Película de aventuras en la que los valores éticos están invertidos con respecto al modelo original. Es decir: en la clásica cinta del “oeste, el cow-boy es el bueno y los indios los malos. Para nosotros es lo contrario porque, simplemente: estamos con los indios. Si quedo satisfecho con la película, la dedicaré al Tercer Mundo, ya que se trata de una obra hecha para ese gran público del subdesarrollo, para que la disfrute y sepa que, quien la ha hecho, está de acuerdo con ese nuevo mundo impetuoso de las naciones ex-colonizadas.
Como el primer objetivo de Aventuras de Juan Quinquín es el divertir y el de ser tan vital como la novela, me he permitido una buena cantidad de licencias que definen el estilo de todo el filme. Y, así, utilizo narrador, letreros dentro de la imagen, hay secuencias didácticas ... En algunos momentos, los personajes buenos, sin burlarse de ellos mismos, deben provocar su propia parodia. Es, además, un película sin “sicologismo”: los malos son malos y los buenos, buenos.
3/¿Qué significa Aventuras de Juan Quinquín?
“Para mí significa el comienzo de algo. No se trata de cine espejo o ventana, sino de cine-espectáculo. Aventuras de Juan Quinquín no pretende reflejar una realidad, sino tomar aspectos de ella. Quiero que el espectador sepa que está viendo cine con todos sus “trucos”, pero, al mismo tiempo, esos “trucos” deben hacer pensar en la realidad. Aventuras de Juan Quinquín no es más que un comienzo modesto dentro de esa línea.
4/Un día de rodaje
(continuación)
La nueva escena está lista. Mientras Haydú vigila unas nubecillas que amenazan con agua, el equipo de cámara (Maynulet, Achong, Alberto Menéndez) afila el encuadre.
Los actores principales (Julito Martínez, Erdwin Fernández, Adelaida Raymat) ensayan.
El elenco se completa con la actuación especial de Enrique Santiesteban y la participación de Manuel Pereiro y José Robles.
Un equipo artístico del que mucho puede esperarse.
Cuando se va a filmar, Jorge Haydú pide “¡Corte!”: las “nubecillas” se han convertido en un nubarrón que cubre el sol. Hay que hacer una pausa que aprovechamos para hacerle a Julio García Espinosa la pregunta final:
5/¿Cómo debe ser el cine cubano?
“Variado, rico. Deben existir muchos caminos. Es difícil hacer un cine en el que todos tengan la misma actitud. Por ejemplo, me luciría absurdo que todos los cineastas cubanos trataran de hacer un cine “directo” o “testimonial”. En primer lugar porque a veces hay más verdad en un cine de ficción que en un “free cinema” y, en segundo, porque no debemos limitar nosotros mismos todas nuestras posibilidades”.
El nubarrón ha pasado. Se filma.
6/Los “rushes”
6 p.m. Un cine de Cienfuegos. Se proyectan los últimos “rushes” llegados de La Habana y algunas secuencias ya ordenadas.
Primera impresión: una alta calidad profesional en la fotografía. Algunos planos de auténtica belleza. La Sierra del Escambray tomada en todo su esplendor.
Aventuras de Juan Quinquín promete una nueva etapa, otro tono para el cine cubano.
No hay más que esperar.
Tomado de: Revista Cine Cubano, No. 38, 1966.