NOTICIA
Bajo el riesgoso ensalmo de las imágenes
Pídanle, tras la lectura, que por parte de ustedes el libro y su efecto no acabe en una agotadora búsqueda de los filmes ordenados en el Índice de Películas. Pídanle a Garrandés algo más: que en esta ciudad —¿desierto de tedio u oasis de aburrimiento?— hiciera un corte en canal en toda esta realidad avasallada no solo por la canícula, y estableciera citas con los que quieran aventurarse en el deleite y el desmadre del placer, aunque el punto de partida sea el horror y la sangre, dos de los vectores que atraviesan el gótico en el cine.
He comenzado por una digresión, debía estar ubicada al final de esta reseña sobre el libro Señores de la oscuridad. El gótico en el cine (Ediciones ICAIC, 2018) del narrador, ensayista y poeta Alberto Garrandés. Esta digresión todavía no ha acabado.
Les hablaba de concertar una cita donde el interesado acceda a una charla en privado con el autor, a cierta información complementaria —aquello que por cuestiones de espacio, edición, o cierta “poca relevancia”, quedó excluido.
Pero dejemos la digresión en suspenso.
Puesto que Garrandés consigna en el prólogo: “Señores de la oscuridad es una obra de índole reflexiva, pero usa (…) los modos y los términos de esa ficción representacional que surge cuando comunicamos un sobresalto o un impacto estético cuya fijación termina de imponerse en el diálogo”, que el libro es “una guía de viaje o una especie de brújula para aquel que, estremecido, perciba en esas sombras una revelación que iría de lo bello a lo sublime, o viceversa”, donde anhela definir “el significado del gótico para el cine y su significación en tanto proceso de figuras, actos, personajes y palabras”, y que además precise allí “el centro del gótico [lo mismo en la literatura que en las artes], se encuentra, definitivamente, en el secreto”, ¿qué más debiera yo añadir en este afán de juntar y proponer claves de lectura?
En Señores de la oscuridad…, Garrandés es pródigo cuando comenta singularidades de personajes más o menos icónicos, conflictos y escenarios. El recorrido propuesto, que comienza en los orígenes del gótico en la literatura y el cine, e incluye información sobre directores de cine y escritores, concluye en el 2018. Y no obvia a Cuba. Visto así, tras releer el libro supe dónde debía ubicar el punto de partida de una suerte de ruta crítica.
Let The Right One In (2008), del sueco Tomas Alfredson fue la clave. Hay en la película algo más que un regreso al mito del vampírico. Allí, además de recordar que un vampiro entrará a un hogar solo si pide permiso y el morador lo permite, estalla una historia de amor entre dos niños. Oskar es uno de los protagonistas; el otro no es precisamente una niña, dos siglos atrás Eli fue un varón al que castraron.
Oskar debe lidiar con el bulling, Eli será quien lo libre de sus victimarios. Movido por el interés y el deseo, aprovechando que su amiga tomará una ducha, Oskar, niño curioso y enamorado, quiere verla desnuda.
La escena, concreción de una transgresión y del supuesto goce, sitúa al espectador y a Oskar en un punto donde habrán de repensarse ciertos paradigmas. Porque el niño veel pubis de Eli. Justo en esa escena parte la ruta crítica que deseo establecer.
Para Garrandés, “en ese pubis está la marca de lo inhumano: en lugar de la verticalidad de los labios mayores, lo que encontramos es una difusa cicatriz transversal (…). Es un pubis bestial, animalizado.”Sí, en este libro no solo interesala fábula de la bestia más o menos humana movida por el miedo, la ira, el amor imposible.Sangre, baba, sudor, lágrimas: estos no son los únicos fluidos corporales que emanarán de los cuerpos reunidos por el autor.
Señores de la oscuridad… se ubica perfectamente en los protocolos de lectura que han movido los deseos de Garrandés a lo largo de su obra... Si según Deleuze y Guattariel deseo es revolucionario por los agenciamientos y conexiones que establece, ¿es revolucionario Alberto Garrandés?
Al autor lo he visto desplazarse por el Eros y el Tánatos como Alberto por su casa, es decir, en la ficción, en la poesía y en la crítica cuando el cuerpo, tanto el real como el imaginado, deviene espacio único o múltiple: patria, templo, cadalso, parque de diversiones, falansterio, sepulcro, y/o teatro de operaciones.
En lo concerniente a la crítica de cine, Señores de la oscuridad… se instaura en la obra de Garrandés como otro instante en su análisis del cuerpo y el sexo: Sexo de cine. Visitaciones y goces de un peregrino (Ediciones ICAIC, 2012) y El ojo absorto. Notas sobre el cuerpo en el cine (Ediciones ICAIC, 2014).
¿Entonces puede consignarse que cuerpo y sexo son inherentes a lo gótico en el cine como el horror y la sangre? Para Garrandés, “el Gótico trabaja con verdades psicológicas universales, y esa es la razón por la cual no está sujeto a cambios históricos, sino más bien a innovaciones, trueques y mudanzas modulares, a variaciones que insisten en la inamovilidad de ciertos rasgos de la conducta, la mente, la imaginación y la idea del Bien y del Mal”. Si aceptamos la cita anterior, entonces, según los paradigmas que se tengan, estaríamos aceptando trueques, mudanzas modulares y variacionesque insisten en la movilidad en lo concerniente al cuerpo y al sexo bajo el ensalmo de las imágenes contenidas en este tipo de cine.
Visto lo anterior, hay que puntualizar: lo “diferente”, “el otro”, es decir, lo queer es parte del paisaje destacado en esta guía de viaje. Bajo la forma de la bestia o de un ser humano, en tanto criaturas desafiantes y dionisíacas disienten del Orden y la Razón, porque la única ley que acatan es la del deseo. Sí, hay allí una contravención; el cuerpo, destino final de esa pulsión, está delimitado y regulado por la política, y su devenir transcurre en un contexto cultural donde la libertad o la noción de la misma debe tener en cuenta todo tipo de jerarquías, líneas de fuga, también el lenguaje.
¿Dónde situar entonces los límites del Orden, la Razón, el Bien, el Mal, lo humano? Desatados en roles principales o secundarios, seres no humanos dedisímil condición, en compañía demujeres y hombres diversoscruzan las páginas de Señores de la oscuridad... El origen de todos está en el celuloide y la literatura, como el diablo mismo Garrandés los junta con la pretensión de situarnos frente o dentro de esos límites. Mientras, nos habla de la culpa, el perdón, la redención, de la vida y la muerte teniendo como centro al cuerpo y al deseo.
Entonces, pídanle a Garrandés que Señores de la oscuridad. El gótico en el cine y su efecto no acabe en una fatigosa búsqueda de filmes. Pídanle con vehemencia algo más: la cita en privado aunque el punto de partida sea el horror y la sangre. La conversación estaría acompañada de un singular y endiablado menú; este Alberto conoce de aromas y sabores sutiles, también sabe de otros tan intensos como el del amor —un amor secreto y oscuro, el amor de la rosa enferma.