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Canción de cine para muchos Augustos
Si Carlos León tuviera que colocar en una balanza su amor por la trova y su amor por el cine, sería uno de esos casos en los que ambos platos apenas se mueven, contienen lo mismo. Tal comunión de entregas es palpable en su obra cinematográfica. Así como soy, Donde habita el corazón y El último bohemio son algunas pruebas. Su más reciente documental, Soñar a toda costa —coproducido por el ICAIC y los Estudios Ojalá— se suma a esta lista de filmes que pretenden reavivar y rendir honores a la Nueva Trova, un género que en los sesenta del pasado siglo estremeció a Cuba.
Noel Nicola, Vicente Feliú y Miguel Escalona han sido protagonistas de su obra. ¿Por qué esta vez Augusto Blanca?
Augusto es mi hermano de trova desde hace 45 años. Su vida y obra merecen un documental y mi atención, pero además tiene un valor añadido que fue realmente la inspiración. Él no solo canta y toca su guitarra, también es pintor, teatrista, actor, titiritero, escenógrafo. Es un artista versátil con muchas aristas desconocidas. Cuando alguien las conoce, logra entender el origen y sentido de sus canciones. Mi objetivo, entonces, fue mostrar todos esos Augusto de una buena vez.
Desde hacía 3 años León tenía este proyecto en mente, pero realizar un filme puede ser complicado.
“La semilla del guion fue una entrevista que le hice a Augusto, publicada en la Gaceta de Cuba. Después de superar obstáculos, logré comenzar la filmación en mayo de este año. Empezamos en Banes, luego en Santiago de Cuba y La Habana. Es importante decir que el viaje entre las dos primeras ciudades aparece en el documental no por casualidad, sino porque recrea el momento en el que Augusto debió marchar de Banes, punto significativo de la historia”, explicó.
La realización de Soñar a toda costa trajo para su director y protagonista muchos recuerdos. Revivirlos supuso emociones, y algunas de ellas atentaron una que otra vez contra la fluidez del proceso.
¿Cuál fue el momento más difícil?
Hubo varios, tanto en el rodaje como en la postproducción. Durante la filmación necesitaba sacarle a Augusto más de lo que la emoción le permitía decir. Al final lo logramos, pero fue trabajoso. A esto se sumaron las dificultades para rodar en las calles de Santiago. Es complicado cuando no se cuenta con todos los recursos. En cuanto a la edición, fue compleja porque tuve que renunciar a secuencias muy emotivas por cuestiones de tiempo y en pos de la calidad del documental. Nunca es fácil desprenderse de ellas.
Según confiesa, este no será su último documental sobre la Nueva Trova. Soñar a toda costa, los anteriores filmes y los que están por venir evidencian su deseo e intención de revitalizar el género en Cuba.
“La vida cambia, la música cambia, y a veces sucede en espiral. Lo que pasa de moda vuelve a estarlo más tarde. Solo necesitamos que la Nueva Trova no se olvide. Seguiré haciendo documentales sobre el tema porque me toca, en eso he echado la vida, y lo hago con gusto. Unas veces la canto, otras veces la filmo”.
Tomado de: Cartelera Cine y Video. No 146, diciembre de 2017.