NOTICIA
Ciclo Panorama del Oeste en la Sala Charlot
El gran robo del tren (The Great Train Robbery, 1903), de Edwin S. Porter, fue el primer western de la historia del cine y poseía una exitosa mezcla de acción y suspenso en una persecución. Estas características identificaron a la mayor parte de las películas norteamericanas desde entonces, particularmente de ese género que se apropió de las pantallas cuando recién comenzaba a existir el cine.
Buffalo Bill, Billy the Kid y Jesse James fueron mitos que el Oeste cinematográfico incorporó con gran éxito, alimentando un modo de hacer que con el tiempo puede catalogarse de legendario. Fueron los años de los westerns clásicos, después de las numerosas imitaciones de la primera película de Porter en el cine mudo. Sobre todo los filmes de John Ford, que consiguió precisamente con El Caballo de Hierro (The Iron Horse, 1924) su primera película importante y alcanzó categoría de clásico con La Diligencia (Stagecoach, 1939) y La pasión de los fuertes (My Darling Clementine, 1946).
La Diligencia (1939), de John Ford
Otros realizadores como Delmer Daves y Anthony Mann hicieron un valioso aporte al Oeste en estos años y contaron con la colaboración de actores que en los años treinta y hasta los cincuenta vincularon su imagen en más de una ocasión al héroe mítico glorificado en estas películas. Es el caso de Gary Cooper, Alan Ladd y John Wayne.
En los años sesenta los viejos valores comienzan a ser cuestionados no solo en la pantalla. Tal reformulación se materializó en un nuevo enfoque a personajes y temas del antiguo western. Esta vez era un Oeste diferente, amargo y crítico, crudo y realista, con héroes agotados y desencantados. Era el western crepuscular. Son los años de El Temerario (The Left-Handed Gun, 1958), y, sobre todo, de Pequeño Gran Hombre (Little Big Man, 1970) de Arthur Penn, de la violencia de Sam Peckinpah en La Pandilla Salvaje (The Wild Bunch, 1969) y de la inadaptación del héroe insólito de La Balada del Desierto (The Ballad of Cable Hogue, 1970). Son también los años del western spaghetti, filmes realizados en Europa que fueron mirados con cierto desprecio por la crítica. Sergio Leone se convirtió en el centro de esta tendencia, consolidando de paso el estrellato de un actor norteamericano prácticamente descubierto en Europa: Clint Eastwood.
En nuestros días el western se ha hundido en un letargo. Mucho antes la producción de estas películas había disminuido considerablemente y la desaparición de los grandes realizadores del Oeste clásico contribuyó a este ocaso. Otras películas como Silverado (1985), El Jinete Pálido (Pale Rider, 1985) y Las puertas del cielo (Heaven’s Gate, (1980) —que resultó un sonado fracaso— más que renovar, retomaron el esplendor del legendario Oeste con triunfos parciales. Los premios Oscar conferidos a Danza con Lobos (Dances with Wolves, 1990) y Sin Perdón (Unforgiven, 1992) renovaron, parcialmente el interés por el género y se filmaron algunas cintas importantes como Wyatt Earp (1994) y otras olvidables, pero lejanos están los tiempos en que el western cinematográfico era el rey de las pantallas del mundo.
Les ofrecemos la primera parte de este ciclo, que cubre el período 1936-1952.
(01-07/ 10/ 2015)