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Cinemateca de Cuba: descubrimiento de una vocación
Este 6 de febrero la Cinemateca de Cuba cumplió su aniversario 60, motivo de celebración para todas aquellas personas que de una forma u otra han estado vinculadas a su quehacer.
Desde el comienzo del año muchas voces han expuesto sus opiniones sobre la importancia que ha tenido y aún tiene la Cinemateca en la conservación y restauración de la cinematografía nacional e internacional, así como en la formación y preparación de muchas mujeres y hombres que concuerdan en describir ese espacio como una escuela.
A propósito de este aniversario, Cubacine continúa en la búsqueda de criterios:
“Tener una Cinemateca en Cuba me aportó mucha cultura general y cinematográfica. Además, ha contribuido a mi desarrollo como cineasta. Muchos años han pasado desde su creación y en la actualidad puede decirse, sin lugar a dudas, que es una de las más eficientes y organizadas de nuestro continente”, aseguró el director de fotografía Raúl Rodríguez Cabrera.
“Entre sus muchas virtudes está la de una programación inteligente y la posibilidad de presentar cada año a prestigiosos realizadores de otros países que nos visitan, lo cual ha influido notablemente en la formación integral de generaciones de cubanos”, señaló.
“Considero que en estos momentos la Cinemateca ha alcanzado un altísimo nivel que contribuirá a seguir transmitiendo las maravillas del arte cinematográfico en todas sus manifestaciones y etapas de vida”, concluyó Rodríguez.
También la profesora y crítica de cine Mayra Pastrana comentó sobre esta importante institución:
“La Cinemateca me descubrió un mundo cinematográfico nuevo y fascinante, lejos de la casi uniformidad del cine norteamericano. Allí conocí lo mejor de la fabulosa década europea de los 60; sus directores, sus filmes, sus ritmos y contenidos fueron la verdadera entrega a la que sería mi definitiva vocación: estudiar teoría del cine, descubrir cómo y por qué era así. Mientras otros sufrían haciéndolo, yo disfrutaba verlo y estudiarlo”.
Por su parte, la cineasta e investigadora Rebeca Chávez confesó: “Le debo a la Cinemateca de Cuba el ‘descubrimiento’ de otro cine además del norteamericano, otras producciones… Desde ese instante pude escoger ver todo el cine posible y de paso aprendí a descifrar qué me querían decir, qué no había entendido”.
“De esa etapa inicial recuerdo filmes como La Diosa, con Kim Stanley, supe de Paddy Chayevki, llegó Potemkin, y después, Fellini, Godard, Pietro Germi, y también Titón y Santiago. Ese esfuerzo tan gigantesco por cambiar el gusto del público, de hacerlo activo, de verlo todo y discernir (hoy veo ese como el logro más sustantivo del ICAIC) empezó en y con la Cinemateca, una extensión grande de aquellos cine clubs tan esenciales y definitorios. No se me olvida el carné que hicieron para los asociados, lo digo como una muestra del prestigio y de la delicada atención que había”, evocó.
“El desafío que tiene hoy es grande, pero la Cinemateca no puede pasarse de esta realidad, hacer una (su) marquita en este mar de circulación de imágenes, porque sigo creyendo que debe considerarse como un eje importante en la formación de los cinéfilos cubanos, allí aprendemos qué es, qué significa y para qué sirven las películas en y para la cultura”, sentenció la realizadora.