“Contando esas historias es donde mejor me siento”

“Contando esas historias es donde mejor me siento”

Jue, 12/10/2015

Durante esta 37 edición del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, la capital no será el único escenario que contará nuevas historias. El primer filme de ficción de Rigoberto Jiménez, Café amargo, narra la historia de cuatro hermanas que viven en la Sierra Maestra.

Sobre la película Cubacine conversó con su director, quien reveló parte de sus experiencias antes y durante el rodaje, que tuvo lugar en el poblado de San Pablo de Yao, en Buey Arriba, provincia de Granma.

“Hay muchísimo que contar de la película. Cómo pudimos llegar hasta aquí, fue un proceso largo que tiene que ver con toda mi estancia en Televisión Serrana, un proyecto del cual soy fundador. Allí encontré estos personajes reales que inspiraron el filme”, explicó el cineasta.

La cinta es una versión libre escrita por Arturo Arango y Xenia Rivery, inspirada en el documental de Jiménez, Las cuatro hermanas (1998). El largometraje se divide en dos momentos, finales de 1958 y principios de los 90; y trata la historia Gelacia, Lola, Pepa y Cira Garlobo, cuatro hermanas dueñas de una finca cafetalera que por imposiciones morales legadas por su padre, quedaron al frente de la misma, velando por el patrimonio familiar sin permitir la entrada de extraños a su territorio.

“Yo di con estos personajes hace unos cuantos años y me dejaron entrar a su casa milagrosamente. Cuando entré fue un espíritu lorquiano que me chocó fuertemente. Soy bastante seguidor y lector de Lorca, y me pareció que aquellas mujeres traslucían ese enorme poder de los personajes de ese autor y de su época. A partir de ahí surgió la idea de hacer la película que tuvo varios procesos, hasta que un día, en la Muestra Joven, obtuvo el premio en la primera convocatoria del Haciendo Cine”, agregó Jiménez.

El documental que anticipa el relato de Café amargo marcó un antes y un después para este director, según comenta.

“Las hermanas en su finca, en su vida diaria, cómo se repartían sus labores, todo apuntaba hacia el destino solitario que iban a tener estas mujeres. Ese proyecto marcó mi vida como documentalista. Ya el tiempo ha avanzado, el material tuvo un largo recorrido en Cuba y en el extranjero, y de las hermanas ya han muerto dos y otras dos están en muy malas condiciones de salud”, señaló.

El primer largometraje de ficción de Jiménez fue producido de forma independiente y contó con el apoyo de la Televisión Serrana, la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños (EICTV), el Centro Martin Luther King, y el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), que favoreció la terminación del filme.

“Fue muy duro, hubo que inventarse miles de maneras para la financiación, pero nos lanzamos con lo que conseguimos. Pasamos mucho trabajo en la Sierra, filmamos con ayuda, por supuesto, pero la gente que nos ayudaba también tenía la misma situación económica de nosotros, entonces compartíamos todo lo que teníamos”, destacó el director.

Entre el elenco destacan las actuaciones de Adela Legrá, Coralia Veloz, Oneida Hernández, Carlos Alberto Méndez, Mirelys Echenique, Yudexi de la Torre, Iliety Batista, Danieyi Venecia, Yunia Jerez y Raúl Capote.

“Pienso que el resultado actoral es magnífico. Es una de las cosas por las que más quiero que se vea la película. Para mí fue un reto porque la parte joven del filme eran actrices que nunca habían hecho cine ni se habían enfrentado a un proyecto tan largo como este”.

Para Rigoberto y su equipo, el proceso de rodaje se volvió casi una pesadilla debido a las tantas adversidades por las que atravesaron. Las condiciones de filmación lo llevaron a apreciar el sabor más puro de un trago de café amargo.  

“A veces uno dice cuando termina sus películas, en las conferencias de prensa: ´todo fue bueno´. Para mí todo no fue bueno. Hubo un montón de dificultades en la producción, por ejemplo, pensábamos que íbamos a filmar en una época que no iba a llover en la Sierra. Yo soy de la Sierra, sabía que en esa época generalmente no llovía. Pero llovió, el río se llevó el puente por donde cruzábamos a la locación principal. La película se desarrolla en dos etapas, la juventud y la vejez de estos personajes, pero yo empecé a filmar de atrás hacia delante. Tenía que filmar con las actrices mayores y con esa situación ellas mismas me dijeron: ´vamos a hacerlo´. Y yo les decía: ´¿pero cómo?´ Y ellas entonces me aseguraron: ´Si hay con qué cruzar el río crecido, nosotras lo hacemos´. Buscamos una carreta con bueyes y subimos a Coralia Veloz, a Oneida Hernández y a Adela Legrá en aquella carreta. Para mí eso era una especie de locura y no podía parar porque ellas dijeron: ´lo hacemos, sí, por dónde hay que pasar´. No todo el mundo está de acuerdo en filmar en condiciones difíciles. Eso a mí me dejó muy satisfecho. A partir de ahí quedé convencido de que cualquier cosa que nos pasara no iba a impedir que termináramos de rodar”.

A pesar de las desdichas, el largometraje se logró filmar y se exhibió en esta edición del Festival.

“Las locaciones fueron reales, las condiciones difíciles de la Sierra, con lluvias. No teníamos pintura para pintar los interiores de la casa, se inventaron pinturas con tierra y corteza de árboles. La gente trabajó en función de que quedara como necesitábamos. En la película esas cosas no se notan mucho, parece que tuvo recursos para hacerse, pero no, fue complejo. Nos fuimos a filmar sin tener todo el dinero y no te digo que fue casi una novatada porque sabíamos que íbamos a atravesar adversidades. Ese tipo de cosas marcaron la producción. Durante la presentación, la sala estaba llena y creo que la reacción fue buena. Tengo testimonios de personas que la vieron en la Muestra Joven y volvieron al cine esta vez para saludar al equipo y a los actores. Creo que la película está llamando la atención de forma paulatina”, confesó Jiménez, quien concluyó la entrevista con algunos detalles de su próximo trabajo.

“Ya está planteado el proyecto, estoy trabajando poco a poco, pero aún no tiene nombre. Sí estoy seguro de que será una historia en un pueblo pequeño, en una comunidad rural. No puedo hablar a profundidad de las cosas que no conozco. Yo soy de esos lugares. Contando esas historias es donde mejor me siento”.