NOTICIA
Cuando se devuelve vida al mar
Recuerdo con particular agradecimiento a aquellos profesores, quienes en la carrera de Historia del Arte de los años 70, nos introducían en el complejo universo de las artes plásticas. Conceptos como composición, equilibrio y el dominio de otras tantas herramientas para lograr alcanzar lo que se concibe como obra de arte, permanecen tan impregnados desde entonces en nuestros genes, que apenas nos bastan segundos para poder evaluar el nivel de creatividad en determinada propuesta.
Por tal razón, cuando asistimos a la inauguración de la exposición de fotografía submarina Acercamiento, de Daniel G. Pérez Hernández, nos percatamos de inmediato que estábamos en presencia de un Maestro. Por supuesto, no se trata solamente de una acertada selección del objeto escogido para quedar eternizado sino sobre todo en cómo es que lo ha logrado.
Obviamente, Daniel es dueño del intuitivo don propio de los grandes talentos artísticos, al saber del instante preciso para apretar el obturador de su cámara. En cualquiera de las piezas que conforman la mencionada exhibición, esa insólita belleza que brota de nuestras honduras marinas, nos las entrega con un nivel de perfección tal en el encuadre, que como sucede en contadas ocasiones, podemos sentirnos emotivamente adoloridos por el resplandor ante la maestría desplegada.
Fotos como la del elegante coral rojo con los peces detrás o la titulada Patria, donde esa estrella solitaria aparece protegida por el sol de una medusa, bastarían para confirmar que nos encontramos frente a un ser humano de gran sensibilidad. Para artistas del rango de Daniel, estos son quienes logran trascender el contexto de su profesión para convertirse entonces en privilegiados pintores de la creación. En tal sentido, al contemplar la imagen capturada del pez león, tanta maravilla concentrada en este animalito fotografiado, no puede menos como que dejarnos impactados por semejante experiencia mística al reflexionar sobre la urgente necesidad de preservar la vida en el planeta.
Pero como todo aparece entrelazado por medio de voluntades afines, la posibilidad de la primera exposición personal de Daniel G. Pérez, se debe a un desprendimiento natural del proyecto Galería Submarina Transeúntes en Punta Perdiz, específicamente en la Ciénaga de Zapata.
Transeúntes es algo que va mucho más allá del privilegio de ser la primera galería submarina en nuestro país. Es la plasmación concreta de relevantes presupuestos estéticos del artista de la plástica Sándor González en torno al culto de admiración y de respeto hacia otro mundo que no por profundo, nos resulta ajeno.
Fue precisamente Daniel quien al lado de otros colegas suyos como Chirino, Héctor y Jacinto, le entregaron a Sándor no solo la pericia del buceo sino que a la vez le han abierto las puertas para que este pudiera partir hacia la búsqueda de un anhelado encuentro cercano. Por lo tanto, afianzar un caballete en el lecho marino, para concebir lienzos al óleo conjuntamente con amigos entre ellos el también pintor Juan Carlos Balseiro o sembrar en dicho fondo enormes macetas de porcelana decoradas por diversos creadores, al igual que las insuperables fotografías de Daniel, nada de esto tiene que ver con las banalidades propias de la cultura del consumismo. En todo caso, se trata de manifestaciones diversas envueltas en un silencioso, pero intenso reclamo por devolverle al mar algo de lo mejor de nuestras vidas.
(20-26/ 08/ 2015)