Culto a un oasis extinto

Culto a un oasis extinto

Jue, 06/04/2015

¿Pecado? ¿Herejía? ¿Desatino? ¿Error? Quizá sean ciertas nominalizaciones que algunos les ofrecen a la comunión entre el llamado séptimo arte y el periodismo. Sin embargo, para quitarle fundamento a tales posturas no hay que ir muy lejos. Basta partir desde el principio haciendo dos preguntas básicas: ¿Qué es el cine? ¿Qué es el periodismo?

En un pasado no tan lejano dichas definiciones estaban establecidas, tal vez, con total claridad. No obstante, hoy día las fronteras entre una y otra cada vez están más desdibujadas, en parte gracias a, o por culpa de –depende del punto de vista- la televisión y las nuevas tecnologías, las cuales han revolucionado las maneras de hacer cine y periodismo y, por tanto, los contenidos, las formas y, claro, los conceptos.

Sin embargo, si obviamos momentáneamente estas nuevas teorías y nos concentramos en el cine y el periodismo como se han entendido –o intentado entender- toda la vida, descubriremos que no pocos se han empeñado en separarlos de una manera, digamos… abrupta, estableciendo diferencias en algunos casos ridículas con el fin, casi siempre y por desgracia, de poner al séptimo arte no en un escalón distinto, sino superior.

 

 

Para fortuna del cine y el periodismo cubanos, existió una vez… ¿cómo llamarlo?, ¿un espacio?, ¿un programa?, ¿una serie de obras?...mejor un oasis, un milagro… que supo burlar muy bien dicha concepción e imbricar de manera grandiosa sus definiciones, maneras de hacer, contenidos y formas. Fue el Noticiero ICAIC Latinoamericano, cuya primera emisión cumple su aniversario 55 el 6 de junio de este año, el que nos reveló ese periodismo cinematográfico más que visible y audible, palpable.

Bajo la tutela de Santiago Álvarez y a través de la exquisita amalgama del documental, el reportaje, la crónica, la entrevista y otros géneros, el Noticiero reinventó conceptos y estilos narrativos, propició el nacimiento de estéticas diferentes, condujo a la formación de un discurso irreverente y la aparición de una dramaturgia que dotaba a la obra de una estructura contradictoria y coherente a la vez.

Rostros y hechos pasaron a la inmortalidad gracias al Noticiero, el cual dotó de importancia la cotidianidad de la Isla, trajo al interior del país historias de tierras lejanas y garantizó durante tres décadas la presencia de obras cubanas en las salas oscuras.

 

Now!, de Santiago Álvarez

Ciclón, Now!, Hanoi, martes 13, LBJ y 79 primaveras: obras de culto en la documentalística cubana, estuvieron fuertemente vinculadas a ese taller de creación colectiva que también fue el Noticiero, espacio de experimentación en el plano formal, y referencia obligada para aquellos aprendices de cine que deseen conocer sobre el genial uso del montaje y la banda sonora.

Escuela es quizá el nombre que prefirieron y prefieren algunos realizadores para referirse a él. Del mismo se nutrieron, entre otros, Nicolás Guillén Landrián, Octavio Cortázar, Manuel Pérez Paredes, Fernando Pérez, Pastor Vega, Rolando Díaz y Daniel Díaz Torres.

De aquellos que tuvieron su bautismo de fuego en el Noticiero, varios han dicho adiós a su existencia terrenal. Sin embargo, de los que todavía viven se pueden escuchar frases de agradecimiento y satisfacción como resultado de su periplo por este espacio informativo. Para Rebeca Chávez, por ejemplo, el Noticiero y Santiago fueron uno solo, y constituían en sí mismos un imán que te atraía y no te dejaba escapar.

“Una vez que entrabas en ese torbellino donde él (Santiago) presidía la ‘sesión’ de cada semana, te volvías otro, empezabas a vivir a otra velocidad y a comprender las noticias y las informaciones de otra manera. Su inquietud te invadía y te hacía buscar más. Un día me convenció de que el cine (para él, el Noticiero) reunía todo lo que él había querido ser: mago, político, tipógrafo, musicalizador, periodista... Y esa mixtura se hace visible en sus noticieros...”, confesó, en reciente exclusiva a Cubacine, una de las pocas directoras de cine cubanas que han concebido un largometraje de ficción.

Y como torbellino precisamente se puede calificar este Noticiero, cuyas emisiones trascendieron la mera nota informativa para convertirse en un volcán de críticas comprometidas, un espejo de la realidad cubana de épocas pasadas, un conjunto de obras capaces de despertar en el ser humano sentimientos de alegría, decepción, tristeza, enojo, euforia…, por lo que cumplió con esa función vital del arte que es la de conmover el espíritu.

Fue el Noticiero ICAIC Latinoamericano escultura salida de las manos y mentes de muchas personas. No obstante, negar a Santiago Álvarez como su alma, sería negar su propia existencia. Dio vida Santiago a obras que marcaron un viraje en la evolución del lenguaje cinematográfico cubano, y muchas veces lo hizo bajo la improvisación que requería lo vertiginoso del momento.

Debemos al Noticiero y Santiago, a Santiago y el Noticiero, la maravillosa simbiosis del cine y el periodismo, en la cual se sirvió el primero de las estrategias de investigación del segundo, y el segundo de la libertad estética y trascendencia temporal que permite el primero.

Simbiosis que sirvió para demostrar a esos que se empeñan en separar ambas categorías que sí, que separadas pueden ser deliciosas y efectivas, pero que juntas son capaces de procrear una especie tan poderosa, que puede alcanzar cúspides jamás imaginadas.

(4-10/ 06/ 2015)