NOTICIA
Dos… mujeres que se aman
El tema del lesbianismo dentro del cine de tendencia LGTBIQ ha comenzado a tener hace unos años mayor visibilidad, después de que la homosexualidad masculina saturó los espacios fílmicos internacionales a partir de los años noventa, cuando la explosión del “cine gay”.
Las crecientes y sólidas conquistas de los estudios feministas y de género han tenido que ver en este relativo protagonismo dentro del cine contemporáneo que cuenta con referentes de lujo tales como Coup de foudre ―llamada en español El flechazo― (Diane Kurys, 1983), Go Fish (Rose Troche, 1994) o la más reciente La vida de Adèle (Abdellatif Kechiche, 2013).
Se aprecia, sobre todo, una legitimación que huye de los enfoques culpabilizantes y homofóbicos de los años cuarenta y cincuenta que finalizaban con el suicidio o la locura, condena heterosexista a lo considerado “políticamente incorrecto”, peor que la invisibilización también imperante.
Ahora se encuentra uno con relatos muy comprensivos y abiertos y que se expanden a otras zonas ontológicas y sociales.
Un filme como Deux (Entre nosotras, 2019), ópera prima de Filippo Meneghetti coproducida entre Francia, Bélgica y Luxemburgo, ampliamente reconocida internacionalmente (con premio César y nominación a los Globos de Oro, entre otros), que pasó recientemente el programa La séptima puerta (viernes, 10:30 p.m., Cubavisión), es un buen ejemplo de ello.
De hecho, la relación de esta historia ocurre dentro de la tercera edad, otro tabú muy arraigado no solo dentro de la diversidad sexual (el hecho de considerar que es un tiempo en que ya no caben pasiones ni romances) y que hace mayores estragos en la esfera femenina, por estar ellas más atadas quizá a la familia y las convenciones sociales.
También Pantalla documental (miércoles, 9:30 p.m., Canal Educativo) programó no hace mucho un excelente título que focalizaba la armónica relación de dos señoras mayores: A secret love (Chris Bolan, 2020).
En el filme Entre nosotras, Nina y Madeleine, dos mujeres jubiladas, se aman secretamente desde hace décadas. Aunque para todos no son más que vecinas, vienen y van de una casa a la otra compartiendo la ternura de una vida en común. Hasta que un día, todo da un giro a causa de un suceso inesperado.
Más que el intríngulis de la relación en sí misma, a Meneghetti le interesa la repercusión en los otros y el comportamiento de cada una frente a esto. Mado, como le llama su amiga, es viuda y tiene dos hijos y un nieto a quienes teme confesar la verdad y el proyecto de vender su apartamento para marcharse con Nina a vivir en Roma, donde se conocieron. Esta última, por el contrario, es desprejuiciada, extrovertida y no teme que se conozca la verdad.
El accidente que precipita y condiciona los hechos confiere al filme un aire de suspense que el director sabe llevar con una pericia y un pulso nada común en un principiante.
Logra una puesta limpia, sólida, en la plasmación de rubros tan esenciales como la fotografía y la música (con esa bella y conocida pieza italiana que sirve de tema a la simbólica danza de las amantes), la dirección de arte (muy expresivo sobre todo el trabajo de planimetría y angulaciones que se explaya en los espacios, el cómplice y a la vez tirante vínculo entre los apartamentos contiguos) y un ritmo que mantiene el interés desde los minutos iniciales.
Pero, sobre todo, el texto fílmico se apoya en dos soberanas actuaciones: las de Barbara Sukowa (Nina) y la integrante de la prestigiosa Comedie Française Martine Chevallier (Mado), notablemente secundadas por sus colegas de reparto.
Filme de gran espesura dramática y no menor convocatoria a la reflexión, es una de esas bellas y desgarradoras historias de amor, más allá de la esfera erótica o etaria en que se enmarca.
Agradecidos a La séptima puerta y la TV cubana por programarlo.