NOTICIA
El cine descubre fallas
Los Moviendo Ideas de esta 18 Muestra Joven ICAIC han sido, sin dudas, el momento idóneo para reflexionar en torno a propuestas audiovisuales similares o distintas, aunadas todas en su afán de reflejar nuestra realidad.
Muestra de ello las charlas con realizadores y otros expertos que sucedieron en el Centro Cultural Cinematográfico Fresa y Chocolate luego de las proyecciones de algunas obras en concurso y que terminaron por ser debates acalorados entre los presentes –en ocasiones– o conversaciones internas.
El pozo de los amantes
El pasado jueves 4 de abril se exhibieron dos materiales: Un chino cayó en un pozo y Los amantes, películas que abordan desde dos escenarios, uno en “las alturas” y otro “abajo”, la crisis moral de la sociedad cubana, la cual no tiene que ver con la economía o la preparación de las personas. Y es que el “displacer” nos va a acompañar seamos quienes seamos.
Claro ejemplo de lo anterior resultan los personajes de estas dos violentas exploraciones cinematográficas de Carlos Alejandro Halley y Alán González, respectivamente, que sin ser grandes historias muestran lo peor para llegar a lo más hondo, o sea, lo mejor.
“El bien está relacionado con los sujetos”, como dijese un filósofo y ex sacerdote encargado de valorar ambas ficciones. “Si hay una crisis a todos los niveles es porque hemos dejado de pensar e intentar hallarnos a nosotros mismos”, añadió antes de darle la palabra a los espectadores, quienes hablaron sobre los límites y la falta de juicios en la actualidad.
Dalila, Alberto y sus heraldos
Ya el viernes 5 de abril uno de los Moviendo Ideas se centró en tres películas sencillas, pero agudas. Me refiero a Dalila y su hermano, Alberto y Los Viejos Heraldos, tres realizaciones que con una exquisita ingenuidad e irreverencia nos colocan frente a la Historia, con mayúsculas, de un país.
En la primera se presenta una etapa de la vida del realizador desde dos simpáticos niños y dos historiadores, que no por ser adultos pierden su simpatía. En la segunda se nos cuenta un drama basado en hechos reales sobre el deber revolucionario y sus trágicas consecuencias. Y en la última, pero no menos significativa, se nos retrata a dos ancianos que viven para presenciar las elecciones del primer presidente cubano sin el apellido Castro.
Entonces, las tres vienen, desde poéticas muy diferentes y valiosas en procesos que tuvieron y tienen lugar en esta Isla, donde las pantallas suelen ser espejos de sus gentes.
El atardecer llega en su Flying Pigeon
Más adelante, y el propio 5 de abril, se desarrolló otro encuentro entre creadores y su público, esta vez para visionar y charlar acerca de Un atardecer en el trópico y Flying Pigeon, dos historias que nacen de vivencias de sus realizadores.
En ellas ningún personaje tiene la razón, pues lo que realmente interesa es como uno percibe al otro. Además, se aprecia una necesidad en los protagonistas de cambiar sus planes de vida, e inclusive de formar ese “hombre nuevo” al que hemos aspirado hace mucho tiempo. Desde el dolor, la añoranza, la incomunicación, el poder y lo material se nos revelan verdades que hacen que los individuos, sin importar su edad, interactúen.