Ellas Crean: Retrospectiva de la cineasta cubana Lizette Vila

Ellas Crean: Retrospectiva de la cineasta cubana Lizette Vila

Jue, 10/08/2015

Basta escucharla para sentir la pasión desbordante que deposita en todo cuanto realiza esta mujer nacida en La Habana el 17 de diciembre de 1949. Con su vehemente tenacidad, la experimentada documentalista ha abordado temáticas que por mucho tiempo eran consideradas tabúes, en algunas de las cuales es pionera en aproximarse con una enorme carga de sensibilidad y agudeza.

La Cinemateca de Cuba, como parte del Festival Ellas Crean, auspiciado por la Consejería de Cultura de la Embajada de España en Cuba, presenta esta retrospectiva consagrada a la extensa obra de Lizette Vila Espina, perteneciente a la estirpe de la fundación del programa de promoción cultural Hurón Azul de la UNEAC, y creadora del Proyecto Palomas en el año 2002, Casa Productora de Audiovisuales para el Activismo Social, con la finalidad de organizar acciones que fomentan las Culturas de Paz y del Buen Vivir.

Sus estudios de música en la Escuela Amadeo Roldán le permitieron de base para incursionar primero como musicalizadora en varios cortos de los Estudios Cinematográficos del ICRT y en la serie televisiva La gran rebelión (1982), de Jorge Fuentes, coproducida por los Estudios Granma del MINFAR y el ICRT. Pero la tentación y el reto de situarse detrás de las cámaras eran demasiado fuertes para ella, y sin abandonar la asesoría musical, El orfebre (1984), acercamiento al destacado artífice Osvaldo Castilla que emplea en sus piezas elementos marinos, señala su irrupción como directora. Dos años más tarde, al tiempo de estrenar el videoclip Tango nuestro, con música de Piazzola y dibujos del ilustrador Hermenegildo Sabat, integró el claustro fundacional de profesores de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (EICTV)

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Y hembra es el alma mía… (1994)

En su trayectoria laboral se incluyen también la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales (EGREM), el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) y Cinematografía Educativa. Si abordó junto al realizador Elio Ruiz a los llamados “frikis” en el segundo de los seis capítulos de la serie documental Los que llegaron después (1989), en torno a los jóvenes de distintos sectores que exponen sus criterios, sueños y frustraciones dentro de la Revolución, en Y hembra es el alma mía… (1994), se detuvo en las personas debatidas en la contradicción con su sexo y su identidad de género.

Poco a poco se adentró en grupos religiosos, de personas con discapacidades, mujeres alcohólicas, sobrevivientes de la violencia patriarcal o doméstica. “Y a principios de los noventa —explicó en una entrevista concedida en Argentina en 2007, cuando integró el Jurado del Séptimo Festival Internacional de Cine de Temática Sexual—, comencé a trabajar la cuestión del sida porque me parecía necesario acompañar a personas que fueron infectadas por desconocimiento. Determiné visualizarlo como a casi todas mis obras, con testimonios, porque son irrefutables: dicen desde los pensamientos y las emociones”.

Y justamente, esos testimonios obtenidos en entrevistas en las que consigue establecer un diálogo diáfano y desprejuiciado, confieren gran valor a medio centenar de documentales sobre temas humanistas acometidos por Lizette Vila, quien rechaza toda etiqueta porque “todos los proyectos de vida tienen la misma intensidad”. Varios han sido laureados en certámenes de Trieste, México y La Habana y una selección integra la muestra itinerante organizada por la Asociación pro-documentales de Huelva, España. Por su vigencia en la sociedad y por su valor humano, prefiere no ponerles el año de realización ya que son para toda la vida y los espectadores se sienten identificados con muchas de las historias abordadas en estos; incluir ese dato en este programa significa una concesión cinematecaria.

Por más de un cuarto de siglo ella organizó encuentros teóricos sobre la relación entre género y creación audiovisual y participó en congresos y eventos teóricos, además de impartir cursos, talleres y conferencias en universidades e instituciones disímiles en diferentes países y presidir la Asociación de Cine, Radio y Televisión de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba durante un fructífero período. Galardonada con el Premio Iberoamericano de Ética Elena Gil y la Medalla de Oro Mundial de la Educación Especial, figuró entre las nominadas para el Premio Mil Mujeres para el Premio Nobel de la Paz (2005).

Lo apremiante de lograr la sensibilización para solucionar los conflictos generados por la falta de equidad entre hombres y mujeres, está presente en varios de sus documentales, entre estos Sexualidad, un derecho a la vida (2004). Trabajar estrechamente con los futuros testimoniantes de sus documentales acerca del sida, le posibilitó que al filmar ya tenían otra conciencia de sus desafíos. El interés de ella no era conocer las vías de infección, sino “a partir de su diagnóstico, cómo cambiaron sus proyectos de vida y se hicieron promotores de salud sexual y cómo pudieron llorar y hablar de lo que tenían dentro”.

Conducida por las vulnerabilidades de los hombres a indagar en el tema de la masculinidad, ella confiesa que ya no le interesa decir que trabaja el tema de género: “trabajo la cuestión de los géneros, porque creo que es el único espacio de equilibrio y equidad que podemos lograr. Se trata de escoger un espacio de estado de derecho a partir de la individualidad de cada persona”.

En el Proyecto Palomas, esa obra mayor por el carácter de laboratorio-taller, ha logrado reunir a un equipo inmejorable de eficaces colaboradores de varias generaciones, entre estos su hija Ingrid León, heredera de esa perenne indagación en el universo femenino desde los ángulos más inusitados. Interrogada en torno a esta propuesta, Lizette, que admite ser “feminista de paz, de integración”, ha explicado que “sostiene, precisamente, el fundamento de los cambios de estilo de vida, de la individualización de la conciencia como parte de una dinámica de conciencia social, el tributo a la diversidad, donde todas y todos formamos parte, y a la diversidad sexual, en todas sus expresiones con sentido de inclusión, pertenencia, libertad y responsabilidad”. Ban Ki Mon, Secretario General de la Organización de Naciones Unidas, reflejaría la admiración por el trabajo del Proyecto Palomas el 27 de enero de 2014 en el dossier de Únete, la campaña emprendida para poner fin a la violencia hacia las mujeres y las niñas.

Una certera expresión de cuánto significa este conjunto de documentales la debemos al importante cineasta norteamericano John Sayles, quien declaró: “La obra de Lizette Vila puede ser la voz de sectores que no siempre tienen la oportunidad de expresar, y estos personajes pueden ser la voz de alguien que hemos conocido u oído hablar y que no se ve por ningún lado en las pantallas”.

(08-14/ 10/ 2015)