NOTICIA
En cumplimiento de un viejo anhelo
En la sede de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, sobre la amplia hoja de un libro, el Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, escribió en la mañana de este viernes: «Esta visita cumple un añejo anhelo, y es también la oportunidad para afirmar nuestro eterno compromiso con el proyecto fundacional del Comandante en Jefe y de García Márquez para el nuevo cine latinoamericano.
«Es la convicción de apoyar, seguir y participar en el empeño emancipador y enaltecedor de nuestro cine, de nuestra identidad, de nuestra soberanía. Gracias por la invitación y la oportunidad, y cuenten con nosotros».
Durante la visita del Jefe de Estado a una casa llena de historia —momento que debió ser postergado en más de una ocasión—,muchas cosas parecían estar tocadas por la magia. Lo primero que llamó la atención de los reporteros fue el nombre de la Directora General de la Fundación: Alquimia Peña Cedeño.
En el lugar ubicado en el municipio habanero de La Lisa y conocido como Quinta Santa Bárbara, Alquimia contó a los periodistas que el poeta cubano Eliseo Diego le preguntó una vez si ese nombre no se lo había puesto Gabriel García Márquez.
En la sede de la entidad creada el 4 de diciembre de 1985 con el fin de contribuir al desarrollo e integración del cine latinoamericano y caribeño, lo primero que Alquimia hizo al recibir al mandatario —quien realizó la visita acompañado del ministro de Cultura, Alpidio Alonso, y del Presidente del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic), Ramón Samada» fue compartir un material audiovisual desde el cual asoma un García Márquez pronunciando las palabras inaugurales de la sede de la Fundación, a un año de que la institución hubiese nacido como brazo integrador del continente.
«Todo empezó —dijo el Gabo teniendo a su lado a un Fidel sonriente ante las originales palabras del novelista— con esas dos torres de alta tensión que están a la entrada de esta casa. Dos torres horribles, como dos jirafas de concreto bárbaro, que un funcionario sin corazón ordenó plantar dentro del jardín frontal sin prevenir siquiera a sus dueños legítimos. (…) Alarmado con la noticia, el Presidente Fidel Castro estuvo aquí hace unos seis meses, tratando de ver si había alguna forma de enderezar el entuerto, y fue así como descubrimos que la casa era buena para albergar los sueños de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano.
«(…) Las torres siguen ahí (…) como una escultura irremediable (…); solo después de adoptarla como sede de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, supimos que la historia de esta casa no empezaba ni terminaba con estas torres, y que mucho de lo que se cuenta de ella no es verdad ni es mentira. Es cine. Pues, como ya ustedes deben haberlo vislumbrado, fue aquí donde Tomás Gutiérrez Alea filmó Los sobrevivientes (…) de modo que pocas casas como ésta podrían ser tan propicias para emprender desde ella nuestro objetivo final, que es nada menos que el de lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado».
Ese fue el pórtico de un intercambio entre los anfitriones y el Presidente cubano, donde Alquimia relacionó la razón de ser de la Fundación con la resistencia y la solidaridad, con la lucha por la memoria, por la integración regional, y por la distribución certera de las creaciones.
Ella recordó cómo fue que, a partir del nacimiento del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, Fidel se enamoró de las potencialidades de ese mundo gestor de ideas. El Comandante tomó por costumbre ver algunas de las películas en las noches, y luego reflexionar acerca de ellas junto con los cineastas. Y así surgió la necesidad de crear una entidad que fuese el brazo institucional de aquel movimiento.
Fidel, apuntó Alquimia, siempre estuvo al lado de la Fundación, al lado de nuestros cineastas, compartiendo sus luchas y sus estrategias en pos de la unidad. Entonces Díaz-Canel preguntó cuán lejos o cuán cerca estamos de esa integración en los momentos actuales.
Se sucedieron las reflexiones. Se habló sobre cómo, en pos de esa integración, hay que saber luchar hoy con las armas del presente, en los escenarios virtuales, cuando la informatización resulta clave.
El dignatario se interesó también por el grado de informatización de la entidad, destacó la importancia del vínculo del cine con las academias, así como el valor de la tríada Fundación, Escuela de Cine Latinoamericano, y el Festival como suceso.
«Les quiero ratificar, dijo el Jefe de Estado, que cuando nosotros hablamos de continuidad, no es nada vacío, y dentro de ese concepto de continuidad (está) darle continuidad también a proyectos como estos que han significado tanto; (…) es parte del legado que nosotros asumimos».
Díaz-Canel hizo referencia a la «lucha ideológica que estamos enfrentando en la actualidad», ante la cual «el cine, y sobre todo el cine latinoamericano para nuestra región juega un importante papel» porque en él, dijo, está nuestra literatura, está la cultura en su sentido más amplio. «Cuenten con nosotros para participar, estar, y apoyar», resaltó el mandatario.
Otros temas fueron abordados por el Jefe de Estado: la trascendencia que hay en adentrarse en los sentimientos que guarda una película latinoamericana; cómo las clases destinadas a las nuevas generaciones pueden resultar menos aburridas si se hacen acompañar de tales filmes; y de cuánto son capaces de hacer nuestros creadores.
En sus palabras de aquella jornada inaugural de la sede, García Márquez había dicho: «Esta es la casa de ustedes, la casa de todos». Y en uno de los espacios del recinto puede leerse una verdad expresada por el cineasta Fernando Birri, la cual no ha perdido vigencia si de luchar por las causas de Nuestra América se trata: «Cuando tú sueñas, tú puedes soñar un sueño cada vez, mientras que en cambio aquí, es como si estuviéramos soñando muchos sueños juntos».
(Tomado de Juventud Rebelde, 5 de febrero de 2021)