José Antonio Rodríguez: el ser humano frente a la cámara

José Antonio Rodríguez: el ser humano frente a la cámara

Jue, 10/13/2016

José Antonio Rodríguez no solo representa una tradición y una escuela para el teatro cubano, sino que también su modo especial de comunicarse con la cámara dentro del lenguaje cinematográfico marcó una impronta desde los primeros momentos del cine producido por el ICAIC.

La tradición de un teatro universal donde se observan los valores dramatúrgicos de los reyes, de los traidores, de los grandes personajes dramáticos, se respira en cada actuación de Rodríguez, pero no de manera artificiosa, sino de una forma innata con la que el actor sentó la forma natural de relacionarse con la cámara.

El esbirro batistiano de Cuba 58, bajo las líneas escritas por Julio García Espinosa en el último cuento, Año nuevo, no habla de una forma afectada, así como tampoco está construido maniqueamente. José Antonio Rodríguez no mira a la cámara, esta lo mira a él, mientras el personaje no se comunica con los espectadores de forma aleccionadora. Está ante la cámara un ser humano y he ahí el valor de su actuación.

Abandonando toda la grandilocuencia que le dieron las tablas, cada vez que se paraba frente a cámara lo que devolvía era una actuación desde lo más profundo de su ser.

Actor de carácter que nunca fue encasillado, elemento común que le suele suceder a la mayoría, Rodríguez fue del esbirro al general, al mulato liberto, al cura, al santero, personajes todos con un perfil bien delineado dentro de la construcción dramática cinematográfica; sin embargo, encontró aristas diferentes cada vez para no repetirse.

Antes de llegar al cura de Una pelea cubana contra los demonios, José Antonio Rodríguez, pasó por obras cinematográficas clásicas, pero de una importante experimentación. Tal es La primera carga al machete, la elegancia del general “entrevistado” a causa de la primera arremetida con el machete que dieron los mambises, marca el tono y el curso de la que sería una de las películas más interesantes de la década.

El dominio del cuerpo del que se habla es aún más perceptible en la filmografía del actor en un personaje como el sastre en Cecilia: con solo el movimiento de los ojos, mantuvo la intriga a la que se encontraba sometido. En Polvo rojo el actor, en un personaje más contemporáneo, lo dota igual de una majestuosidad incomparable.

Para homenajear y celebrar el Día de la Cultura Nacional en el presente mes de octubre, el ICAIC ha programado una muestra de filmes en las que el actor muestra la variedad de registros que caracterizó su trabajo. Son ellos Cuba 58 (Jorge Fraga,1962), La primera carga al machete (Manuel Octavio Gómez, 1969) y Polvo rojo (Jesús Díaz, 1981). Esta muestra, que será exhibida en el multicine Infanta, será inaugurada con el estreno del documental José Antonio Rodríguez, un acto de vida, del realizador Regino Oliver.

El documental es un paneo por el ser humano que fue José Antonio Rodríguez, en el cual el actor se representa a sí mismo, o como diría en sus palabras, se revive, acompañado por la construcción colectiva que hacen de él sus allegados.

En palabras de Carlos Ruiz de la Tejera: “Hay actores que son buenos en el teatro, otros en la radio, otros en la televisión… José Antonio Rodríguez fue excelente en todos esos medios, pues puso su humanidad en cada uno de ellos”.

(13-19/ 10/ 2016)

Tomado de: Cartelera Cine y Video.