Juicios en la distancia del tiempo

Jue, 09/27/2018

Lo que Solás y Herrera logran en Lucía no es dotar al lenguaje del cine cubano con nuevos términos de vocabulario, sino la elaboración, al apartarse de la regla de la imagen relativamente estable, de un asombroso nuevo tono de voz, de un nuevo énfasis libre de compromisos.

MICHAEL CHANAN The Cuban Image (Londres), 1985

Lucía fue la consecución de un hallazgo esencial, no de una “temática”, la posibilidad de problematizar la realidad en su vinculación ayer-hoy y en la siempre enigmática perspectiva del mañana. En consecuencia, no es un filme sobre mujeres; es un filme sobre la sociedad.

EDUARDO LÓPEZ MORALES “Descubrimiento de Lucía”

Cine Cubano (La Habana) no. 124, 1988

Tres personajes femeninos determinados por momentos vitales de nuestro desarrollo histórico (la Cuba colonial, el machadato y la revolución triunfante en 1959) formaron el eje argumental de Lucía [...] Considerado por Solás como su último filme de tanteo [...], el espectáculo no tuvo la misma calidad de estructura en los tres relatos pero estuvo dotado de una visión rectora digna de aplauso, especialmente en la reconstrucción de las distintas épocas. [...] La fidelidad al ambiente y la hábil asimilación de algunas lecciones de Visconti y Kawalerowicz (en particular, la escena de la violación de las monjas y la secuencia de la batalla) confirieron cierta brillantez a este relato, un tanto atropellado por la teatralidad del desenlace, con tendencia al efectismo operístico. [...] Pese al alargamiento innecesario de algunas situaciones, [la segunda] parte se revela hoy como lo más emotivo de la cinta. La elegancia con que se manejan elementos de pura estirpe melodramática así como el diseño humano y creíble de los personajes apunta hacia un talento poco común. El tercer episodio (acaso el más coherente y articulado desde el punto de vista cinematográfico) criticaba con ironía ciertos lastres sociales (ante todo, el machismo) que subsisten en el proceso revolucionario, condicionados por toda una herencia de prejuicios y deformaciones. La fotografía de Jorge Herrera, adaptada con maestría al carácter de cada episodio, fue un factor insoslayable en el peso definitivo de esta obra cuyos lunares no pueden ocultar la sensibilidad y el oficio de su creador.

JOSÉ ALBERTO LEZCANO

“El cine cubano: la realidad camina entre los sueños”

Cine Cubano (La Habana) no. 125,1989

Hay en ella [Lucía] una poesía en la expresión visual que permite todo menos la indiferencia, y si en los tres cuentos hay tres estilos diferentes ello no solo es sabiduría, sino es también la inteligencia artística de encontrar para cada realidad tocada, para cada “historia”, el tono y estilo que le vino dado por la necesidad expresiva para trasmitir su visión de la historia. [...] Lucía es un fresco sobre la mujer cubana retratada en tres estadios diferentes de la historia nacional, pero es también el rastreo de una eticidad de esa historia y de la formación en un tupido tejido, de los valores, modelos y conductas que marcan y condicionan a las cubanas y cubanos de hoy, con sus problemas y contradicciones. Por otra parte, Lucía constituye también la épica del proceso de afirmación de la independencia y dignidad cubanas, dos constantes presentes en la historia y en la cultura.

JOSÉ ANTONIO GONZÁLEZ “Humberto Solás o la audacia de la emoción”

Cine Cubano (La Habana) no. 128 1990

Julianne Burton ha señalado que “el cine cubano postrevolucionario se esfuerza en unir la cultura y la conciencia política”. Lucía es uno de los más admirables resultados de esa aspiración, ya que el genio narrativo de Solás triunfa al explicar esa tan recalcada fusión de motivaciones personales y políticas en tiempos de convulsión política.

RICHARD PORTON

International Dictionary of Films and Filmakers, vol.1, 2da. ed., Chicago/

Londres, 1990

Después de la aparente simplicidad de Manuela, el realizador [Humberto Solás] desplegó una gama de estilos, personajes y procedimientos que confirió a cada Lucía una expresión original y perfectamente adecuada, lo cual constituyó una demostración de las posibilidades del cine, en su dimensión más lírica y ambiciosa. La yuxtaposición de cada sección del tríptico produjo un efecto coral, profundizado ulteriormente.

PAULO ANTONIO PARANAGUA

“Humberto Solás entre Oshum et Shangó”

Le Cinema Cubain, Éditions du Centre Pompidou, París, 1990

Como el burocratismo, el machismo es un fenómeno universal que, a lo largo de la historia de Cuba, ha tomado formas específicas. La audacia del tercer cuento de la magnífica Lucía reside no solamente en el hecho de haber abordado el tema por primera vez en nuestro cine, sino también en haberlo situado después del triunfo de la Revolución, mostrando que solamente comenzamos a enfrentarlo. [...] Solás, nos ha mostrado, con todo su saber hacer: su intuición, su sensibilidad, cómo ha sido posible resolver concretamente el dilema que enfrentan nación y universo y que nos ha parecido a menudo, en verdad, insoluble.

JESÚS DÍAZ

“Les défis de la contemporanéité: notes sur le cinéma de fiction cubain”

Le Cinema Cubain, Éditions du Centre Pompidou, París, 1990

[...] un milagro que es todo eso que los críticos gustan oírse: una obra maestra, un clásico imborrable, un hito, una obra de arte [...] todas las veces de mi vida en que me he acercado a Lucía, que no son sino las primeras aproximaciones a un texto infinito abierto a los tiempos, he sido un afortunado, un tipo con la suerte de que su cerebro se enardezca y su corazón se dispare, transido de emociones y de certezas que me devuelven a la vida desnudo y desasido de respuestas.

RUFO CABALLERO “Trono de lumbre”, 1 de junio de 1998

A solas con Solás, Editorial Letras Cubanas, 1999

A la luz de treinta años, la obra de Solás sigue mostrando lozanía, sigue develando hallazgos, dejando ver de la mano de un indudable artista su captación de la psicología femenina, o al menos de sutiles trazos de su ser, siempre en estrecha relación con el medio. Las complejas relaciones entre personalidad e Historia fueron medularmente tratadas por el director. [...] Imperfecciones a un lado, Lucía, de Humberto Solás, es el primer gran fresco de la mujer cubana y latinoamericana atrapado por nuestro cine, visto desde una mirada inteligente y escrutadora, pionera, sin dudas fundacional.

FRANK PADRÓN NODARSE “Memorias sin olvidos”

Cien años sin soledad, Editorial Letras Cubanas, 1999

El primer segmento de Lucía, ubicado en 1895, me sigue pareciendo, con la perspectiva que da el tiempo, la más conseguida de las tres narraciones. La presencia de los estilemas del creador, la perfecta imbricación entre la pasión que destilan las imágenes y el pasaje histórico donde tienen lugar, convierten este episodio en una pequeña obra maestra; pequeña por su metraje. Pero aun el cine de autor debe mucho a la participación de sus colaboradores, y Lucía no hubiera alcanzado estas excelencias sin las imágenes de Jorge Herrera, la partitura de Leo Brouwer y la edición de Nelson Rodríguez...

ANTONIO MAZÓN ROBAU

“Pasión y maestría: el cine de Humberto Solás”

Coordenadas del cine cubano I, Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2001

Percibo en [Lucía] el espíritu tronante que despide el aroma de lo intuitivo hecho sistema, de la idea firme, clara, expuesta desde la improvisación y el riesgo permanente, la caligrafía perfecta pero libre. Para nada le pesa el compromiso con la esperanza en un futuro redentor o la elección del universo femenino como parábola de la vida nueva, que se rehace permanentemente en la mujer, que es la Madre del hombre y la fuerza motriz de la vida. Así que cuando uno se sienta en la luneta nada sugiere que es esta una película vieja.

DEAN LUIS REYES

“Lucía o la posibilidad" Juventud Rebelde (La Habana), octubre de 2003

Se le conoce como el equivalente cubano de Lo que el viento se llevó, pero Lucía hace más que explorar las batallas dolorosas en la historia del mundo: empuja el viento lejos de uno. La obra maestra de Humberto Solás lo agarra a uno desde las primeras escenas, arrastrándolo hacia un relato que abarca tres épocas diferentes y a tres mujeres distintas, unidas no solo por mismo nombre, sino por una pasión para mejorar sus vidas. [...] Los detalles de ambientación de la época de cada personaje son realmente extraordinarios. Solás ha logrado que todo esté correcto, desde el vestuario hasta los disturbios políticos. Se las ha ingeniado para realizar un filme nada parecido a cualquiera que usted haya visto antes. [...] Puede haberse rodado décadas atrás, pero esta es una película que nunca caerá fuera de estilo ni perderá su impacto.

REBECCA WILLIAMS

“Cuban epic film Lucía” Sitio web www.twwww.thread.co.nz, 2008

Cuarenta años después de creado, todavía nos parece modélico, insuperado, el ambicioso tríptico que ilustró en imágenes y sonido la esencia espiritual de tres momentos incandescentes en la historia de esta nación y de sus mujeres, ambas en sempiterna contienda por superar dependencias, por encontrar el amor y la libertad, como los más diáfanos ideales imaginados e imaginables.[...] Se ha insistido, con razón, en la crispación neorromántica del primer cuento, en la languidez pesimista del segundo, en la efervescencia y extrema vigencia del tercero, pero no siempre se explica que Lucía describió, como ninguna otra película cubana lo ha hecho, la policromía —a pesar de su a veces contrastado blanco y negro— los traumas y la complejidad que acompañaron el nacimiento de una conciencia de nación, de un modo de ser y un espíritu enteramente criollos, simbiosis de razas, culturas y pueblos acrisolados al sol y la sombra de la ceiba, la palma y el Caribe.

JOEL DEL RÍO “Cifra de prodigios y nostalgia”, septiembre de 2008

Tomado de: A cuarenta años de Lucía.