NOTICIA
La hora de los hornos
Otro “nuevo cine” se cocinaba a fines de esa década, más abiertamente político y agitador; se trata de las propuestas, no sólo fílmicas sino teóricas, del Grupo Cine Liberación, propugnador de un “tercer cine” y una obra-plataforma: La hora de los hornos, de Fernando Solanas y Octavio Getino, y en el que participaron colegas suyos como Gerardo Vallejo, Nemesio Juárez, Humberto Ríos, Jorge Cedrón, Rolando López, Edgardo “Cacho” Pallero, et. al.
La hora de los hornos —rezaba su declaración pública— “antes que un filme es un acto. Un acto para la liberación. Una obra inconclusa, abierta para incorporar el diálogo y para el encuentro de voluntades revolucionarias. Obra marcada por las limitaciones propias de nuestra sociedad y de nosotros, pero llena también de las posibilidades de nuestra realidad y de nosotros mismos” .
Y párrafos antes había lanzado su compromiso con “la liberación del hombre argentino y latinoamericano”, más que con nociones abstractas de la cultura, el arte o el ser humano.
Como todo fenómeno artístico y social, La hora... se inserta en un contexto político concreto: el golpe militar de 1966, que había derrocado el gobierno de Illia, obligando a muchos artistas e intelectuales (como tantas veces que ello ocurre) al exilio; allí, un joven procedente del corto y el cine publicitario, Fernando Solanas, realiza la película con guion de Octavio Getino (un español radicado en la Argentina desde 1952); entonces, el movimiento obrero sindicalizado era dirigido por Perón en el exilio; en una etapa de redescubrimiento de lo nacional se produce la llamada “argentinización de los sectores medios”, que alientan la simpatía por el peronismo y las políticas izquierdistas, las influencias de los cambios en las ciencias sociales y la filosofía (de Sartre a Frantz Fanon, este último autor clave en el cine político latinoamericano) como en el cine internacional (La Nouvelle Vague francesa, el nuevo cine norteamericano, las expresiones novedosas dentro de la propia América Latina: Cuba, el Cinema Novo brasileño, el grupo Ukamau en Bolivia) constituyen el caldo de cultivo propicio para el surgimiento de esta pieza clave en el cine político no solo argentino de los años 60, como se sabe, década universal de utopías, voluntad de cambio en la sociedad.
La hora... aglutina, de modo coherente, el documental con intertextos fílmicos, echa mano del cine-encuesta con información estadística, y en una gran medida, al panfleto; cinta de agitación política, comprometida 100% con el peronismo y estructurada en tres partes que suman cuatro largas horas, el filme es conocido sobre todo por la primera, “Neocolonialismo y violencia” y fue ampliamente divulgado en cine/clubes, universidades y sindicatos.
Aún cuando la monumentalidad de su estructura y los momentos de gran impacto (no sostenidos, realmente, en su infinita duración) propiciaron un empujón a las concepciones ideoestéticas del cine latinoamericano, una revisión a fondo acusa también un excesivo entusiasmo por el peronismo, lo que ha llevado a más de un crítico a cuestionarla como obra artística (por ejemplo, John King, quien la considera “compleja en la forma y maniquea en lo ideológico” ) pero no hay dudas de que es, dentro del cine político latinoamericano, un título imprescindible.