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La Huesera: síntomas de una madre incierta
La Huesera es un mito del folclor tradicional de México que está sustentada en diversas obras artísticas y costumbristas por el arraigo que tiene su leyenda para el pueblo mexicano. En su connotación religiosa-tradicional La Huesera posee un elemento de transformación que despierta el respeto y el alabo de sus conocedores.
El mensaje íntimo que tiene esta entidad es más natural que el fundamento quimérico que poseen otras leyendas de ultratumba que componen el folclor de otras latitudes.
La Huesera responde a varias necesidades básicas derivadas de su propia mitología que tiene basamento en la realidad. Se evidencia la conexión intrínseca entre las creencias de las multitudes y la realidad concreta en la que toma partido la fábula y la generación de sus múltiples mensajes, los cuales no son solo cartas de advertencias o carteles de cuidado en la oscuridad.
La historia de la Huesera está asociada a la imagen de una mujer abandonada que tiene aspecto animalesco y decrépito. Tiende a ser retratada como un ente rastrero que deambula en la noche en busca de huesos de humanos y animales, principalmente de lobos. La Loba o Trapera, nombres por los que también es conocida, toma estos huesos, sin importar que sean de especies diferentes, y los apila dándoles forma de cuerpo.
Luego se sienta a su lado y le canta una melodía desconocida. Dicha tonada saca el cúmulo de huesos de su inmovilidad y le otorga vida provista de músculos, nervios y piel, conformando una bestia similar a un lobo. Sin embargo, este ser vertebrado no toma forma completa hasta que le da la luz de la Luna, momento en el que se convierte en una mujer que busca la libertad entre la penumbra.
Esta leyenda fue tomada por la directora Michelle Garza en su película Huesera ((su opera prima, 2022). La realizadora acoge el mito y lo adapta a la situación concreta de su protagonista, quien no toma a bien la maternidad desde el mismo período de gestación.
Garza utiliza el cuento para realizar una representación de lo que conlleva ser madre. La Huesera, desde su capacidad de crear vida, responde a este concepto de forma poco convencional, pero funciona como componente simbólico para el argumento del filme.
Valeria (Natalia Solián) queda embarazada tras intentarlo por todos los medios posibles. Ella y su pareja, Raúl (Alfonso Dosal), reciben la noticia con esperanza, rápido se ponen en funciones de acomodar la casa y su rutina diaria para afrontar el proceso de embarazo y la bienvenida de la futura criatura.
Sucede que, Valeria, comienza a ver un ente extraño que la visita, primero en la distancia, por medio de imágenes retorcidas que solo perturban a la embarazada, para luego dar paso a alucinaciones que se transforman en una presencia vívida que la persigue en todo momento y provoca que atente contra su vida y la del non nato.
El filme muestra explícitamente que Valeria es una madre en dudas. En su persona se intuyen carencias que se hacen concretas cuando entra en contacto con la maternidad. El trato con otros niños es difícil, lo que resulta en una relación llevada por el fracaso constante. Su familia responde a su embarazo como un capricho de la protagonista y no la consideran preparada. Esto provoca que sus dudas se acrecienten y la presencia de la Huesera sea cada vez más íntima.
- Las arañas son tejedoras y devoradoras – es lo que le predicen a la protagonista de la película cuando consulta por primera vez sobre este espíritu. Las alucinaciones convulsivas de Valeria son proporcionales a sus inseguridades durante el embarazo. Es un dictamen que condiciona este terror peculiar, el cual tiene por carácter sugestivo la combinación de los padecimientos de la maternidad y el folclor tradicional mexicano en una perspectiva cosmovisiva.
El filme de Garza deconstruye la identidad del personaje principal a partir de la dualidad existente en su ser llegando a transformar su percepción de la realidad bajo la presencia y caza de la Huesera.
El largometraje responde a un mito, pero su alusión aquí está dirigida a los deseos inconclusos o caprichosos reconstituidos que hallan refugio entre las vulnerabilidades.
El despertar de este ser sobrenatural, que pasa de ser sencillo a poseer una forma corpórea entre el imaginario que sustituye la realidad de la protagonista, complejiza las percepciones. Esto la obliga a buscar refugio en su pasado, en los ciclos no cerrados, en los cabos sueltos que vuelven a hallar lugar con mayor fuerza entre las debilidades.
Aparentemente Valeria necesita volver a donde fue algo feliz, segura de sí misma. Siguiendo este escenario, se le rehace el pasado en su búsqueda de respuestas, diseñando un trampantojo de su propia vida, huyendo de su situación como huye del ser que la acosa.
Valeria cae en la telaraña de sus incertidumbres y lleva en su caída a todas las personas que le rodean, con lo que termina de borrar todo a su alrededor con tal de sobrevivir a sus temores y ansiedades.
La araña, otro símbolo incorporado a la trama como la misma Huesera, une a la ideología del comportamiento la confección del día a día, distorsionado con la mirada del enclaustramiento y la asfixia.
La agresividad transmitida por estos insectos en la simbología de la cinta deriva en la violenta situación en la que la embarazada termina. El autoengaño de sus deseos no resueltos, de sus caprichos y aspiraciones, de la vida dejada para afrontar una nueva, provoca en ella un campo de preocupaciones adoptadas desde el subconsciente que extenúan su parecer y su tranquilidad rutinaria, lo que demanda una salida.
Valeria acude a diferentes medios para salvarse, pero la visita a una santera local solo le enseña que el verdadero problema yace en su propia personalidad. La fatiga traída por el engaño orquestado por ella misma supone la moldura de todas sus debilidades, y la no comprensión de esto, el abandono final.
Para el género de horror La Huesera sirve de fórmula básica que mantiene en vilo a sus espectadores al estar bien ejecutada. Esta ecuación que utiliza un personaje macabro está enfocada en crear miedo y tensión a partir de la imagen, el sonido y la mutación de escenarios en atmósferas siniestras mientras condiciona y justifica el argumento de la película.
Este ser explota una serie de elementos que examinan un peligro inminente y construye un entorno inquietante y opresivo que envuelve al espectador. El cine de terror bebe de muchas de estas fábulas para calzar una indagación sobre acontecimientos reales dados en las personas, y de esta forma, proveerles de una ficción paralela que genere un espectáculo otro.
La Huesera tiene el mayor corpus simbólico de la película. Desarrolla la estética inquietante de la obra desde la religión y la tradición de un país hacia un conflicto personal.
Alrededor del ente se urde el ambiente de la película y se hilvana cada sentido que encuentra forma en la dramaturgia del metraje. En torno a ella se forman los delirios, pero también los soportes justificantes de la trama.
La persecución parece simular un castigo hacia los caprichos de la protagonista que en realidad no desea ser madre. Lo anterior hace más profundo y rico el personaje de la Huesera, rompiendo el esquema de “monstruo amenazador” de película de terror.
Funge como elemento que decide o imparte autoridad sobre el concepto de maternidad desde su rol, como espíritu creador ante el papel lúgubre que proyecta.
La película realiza una elipsis narrativa pues se obvia la razón que justifica la visita de la Huesera y el basamento de selección para escoger a la protagonista, pero ahonda en las suposiciones sobre la razón y la lógica de este ser, que parece tener cierta responsabilidad punitiva para/con la principal.
El pasado de Valeria determina esta selección, lo que descartaría el hecho de que la Huesera solo aparece para molestar. La confusión en el pasado abre un terreno de irresoluciones que hallan lugar en el subconsciente, saliendo a la luz a partir de los deseos y carencias que la persona tiene.
El pasado de la protagonista deja para ella un vacío que cree llenar con la existencia de un nuevo ser, una criatura que absorba su tiempo y de alguna manera sustituya su existencia, un antojo infundado que se convierte en una acción demeritada castigada por la Huesera.
El filme de Garza, el cual será exhibido en la Casa del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano el próximo 4 de julio a las 8:00pm., termina siendo una tesis especulativa sobre las carencias personales que resultan en una maternidad no deseada. Esto representado desde un género elocuente que complejiza la interiorización, vista su complejidad desde la rotura de los límites entre la realidad y la imaginación, el mundo terrenal y las construcciones de una mente perturbada.