NOTICIA
La tragedia que olvidó Visconti
Las historias LGTBI en el mundo del arte son comunes, por la afinidad que tienen los sujetos pertenecientes a tales grupos con esas profesiones; menos frecuentemente tienden a ubicarse en los linderos deportivos, pues, sobre todo en el caso de los varones, la mayoría de esas especialidades es tenida por paradigmas de la virilidad, de modo que se juzga peor a quienes descubren inclinaciones eróticas por los de su mismo sexo.
En tal sentido, Tierra de tormentas (Land of storms), ópera prima del húngaro Adam Csaszi, viene a derrumbar un estereotipo y, en sentido más general, a entregarnos otra cálida historia que levanta su puño contra el odio, la no-aceptación y el “pecado mortal” de no asumirse, lo que con frecuencia —como ocurre aquí— es el punto de partida de tan negativos sentimientos.
Szabi se da cuenta de su identidad erótica mientras practica en un club deportivo alemán, y regresa a su pueblo campestre en Hungría, donde conoce accidentalmente a un lugareño; mientras arreglan la casa del protagonista, ambos inician una relación; poco a poco el hecho trasciende y tanto la familia de Arom (que es su nombre) como mucha gente en el pueblo, comienza a murmurar y a maldecir; un excompañero atleta de Szabi, Bernard, los visita, con lo cual la historia se complica de un modo triangular, aunque no del modo ad usum.
El director ha logrado, de entrada, una solidez en las caracterizaciones que se aprecia a medida que avanza el relato; los personajes implicados están llenos de dudas, contradicciones y luchas, las cuales, a medida que chocan contra la incomprensión y la crueldad del contexto, pueden definirse, fortalecerse o debilitarse; y el guion no fuerza nada, va creciendo y desarrollándose con inteligencia y sutileza.
La puesta en pantalla no es menos significativa: la fotografía suma los contrastes del paisaje a los propios accidentes dramáticos, con verdadero conocimiento de causa y poder de sugerencia: cuerpos que combaten en medio de la aridez del lodo, o se mueven proyectados a través de un cristal aportando a la imagen reflejos inusitados; por otra parte, los juegos y escaramuzas de los protagonistas detentan un sentido hasta coreográfico que alude a la armonía de naturalezas que podrían encontrar su (pr)esencia si la intolerancia imperante no la quebrara irremediablemente.
Cierto que el desgarrador final puede resultar, como cierto sector de la crítica ha señalado, un intento algo forzado de Csaszi por huir de la previsibilidad y el happy end, que en ocasiones los notables desempeños de los actores (Andras Suto, Adam Varga, Sebastian Urzendowsky…) se afectan por posturas algo rígidas o recitativas, pero Land of storms respira un aliento viscontiano, de trágica poesía, que a la vez invita a reflexionar hondamente sobre los complejos temas abordados.
Tomado de: Cartelera Cine y Video, No. 118, 2015.
(13-19/ 08/ 2015)