NOTICIA
Las películas no se escriben, se filman
Como parte de los eventos correspondientes al Festival IMAGO 2019, el Centro Cultural Cinematográfico Fresa y Chocolate acogió el conversatorio El guion cinematográfico, con Eduardo del Llano, Alan González y Arturo Arango.
De cine no sé mucho, pero de literatura sí. Me resultaron sumamente interesante los nexos y las distancias que hay entre un guion de cine y un texto narrativo, dígase novela o cuento.
Los especialistas comentaron que en el caso de que uno no dirija sus propios filmes es muy difícil que se lleve a la pantalla un guion tal y como es concebido. A diferencia de la literatura que es un acto de total soledad, cuando se confecciona un guion para cine resulta un proceso colectivo de cotejar y confrontar ideas lo mismo con otro guionista, que con directores, incluso productores y actores. Es un trabajo muy rico en ese sentido, se nutre de ideas de todos, aunque al final el director es quien decide qué llevar al rodaje.
“La profesión del guionista es muy ingrata”, aseguró Arturo Arango, profesor de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños. Arango comentó la injusticia que cometen los críticos de arremeter contra la calidad del guion en un filme cuando consideran que la cinta no es buena, sobre todo respecto a la cinematografía cubana de hoy. Aunque en el caso nuestro la calidad de una película también forma parte de otras dinámicas, sobre todo de presupuestos, y el desarrollo resulta más complejo que un buen guion o no.
Los panelistas recomendaron salirse de los cánones del cine comercial, explorar en ambientes más experimentales y ver qué sale de la investigación y cómo fluye el proceso creativo en la elaboración de lo que se escribe. Aunque confiesan que las películas no están para ser escritas sino filmadas, le adjudican una importancia suma al guion, porque una película en definitiva es querer contar una historia o decir algo simplemente, y el guion es una de las herramientas claves para ese objetivo.