NOTICIA
Locamente enamorados
El guionista y director Sam Levinson “obliga” a cuestionarse esas relaciones mentalmente abusivas, en las cuales muchos han estado —o se encuentran todavía—, con su más reciente película Malcolm & Marie (2021), drama romántico estadounidense que transmitió el jueves 10 de junio Amores difíciles.
En el mismo, una pareja que debería celebrar un momento feliz para ambos: el estreno de una película de él, quien es un joven cineasta, termina peleando cuando los dos llegan a casa y ella muestra su enfado por no haber sido mencionada por su novio durante un discurso de agradecimiento.
Entonces, arrancan los reproches entre Zendaya y John David Washington, actores que encarnan a Marie y Malcolm, respectivamente, y lo hacen de manera brillante durante todo el metraje.
Ahora, no hubieran conseguido tales desempeños sin Levinson, quien mezcla lo abstracto y lo concreto y lo visceral y lo narcisista en una montaña rusa de emociones que, de atraparte, no te suelta hasta los créditos finales.
Por otra parte, y a primera vista, Malcolm & Marie pudiera encajar más como una obra de teatro, dado que solamente vemos a dos personajes en una única locación. Sin embargo, su realizador consigue un acabado puramente cinematográfico a través del uso del blanco y negro, la música, la edición, la fotografía y otras especialidades que sobresalen en esta obra audiovisual.
Lo hace también con gran realismo en una puesta en escena sencilla, pero hermosa y elegante, así como con los diálogos (más bien monólogos) de sus únicos personajes, los cuales revelan todo lo que necesitamos saber sobre ellos y su historia.
Asimismo, sus protagonistas siempre están controlados, incluso, cuando parece que podrían írseles de las manos a Levinson, ya sea por el trabajo de los mismos o por los constantes cambios de dinámica entre ambos.
En dicho largometraje, Zendaya y Washington lucen resplandecientes casi todo el tiempo mostrando personalidades muy distintas, ya que Marie es más medida y dramática y Malcolm más explosivo y cómico. No obstante, los dos son culpables e inocentes.
Por ello, nuestra postura como espectadores hacia lo que sucede en 106 minutos va complicándose cada vez más en un filme que no tiene reparos a la hora de saber que dividirá al público que lo ve, ni tampoco al utilizar muy bien los ingredientes que maneja exprimiendo al máximo el talento de sus dos intérpretes y dibujando (sin color) en medio de una pandemia un amor tóxico y real.