NOTICIA
Maikel Chávez: experiencias en doblaje de voces
Las voces en los dibujos animados no siempre son fáciles de lograr, se hace complejo tener que adaptarlas a los personajes para luego dramatizar cada escena. En muchas ocasiones, la grabación puede repetirse una y otra vez.
El actor y dramaturgo Maikel Chávez ha trabajado en el doblaje de voces de algunos audiovisuales de Animados ICAIC, audiolibros infantiles y videojuegos. Entre las obras se encuentran El viaje, de Arturo Palacios; la serie Fernanda, de Mario Rivas y Daniel Rivas, así como el largometraje Fernanda y el extraño caso de Dr. X y Mr. Jai; Equipo 009, de Alexander Rodríguez e Isis Chaviano; El reino de ortografía, de Jorge Oliver; Los profesionales, de Alien Ma; Juanita Candela, de José Martín; Pubertad, de Ernesto Piña; Encuentro muy cercano, de Paul Chaviano; los videojuegos Tutu 2 (en el que grabó voces en español e inglés) y Aventuras en la manigua; el audiolibro animado Chamaquili y Fonolibros de Ortografía, de Jorge Oliver.
Chávez, quien posee un registro de voces espectacular, con gratas experiencias en el doblaje de estas, en especial para producciones de Animados ICAIC, conversó con Cubacine sobre tan difícil pero hermoso trabajo.
¿Cómo fueron tus inicios en Animados ICAIC?
Comencé a trabajar en los Estudios en el año 2005 haciendo las voces en la serie Fernanda. Llegué de la mano de Xiomara Palacios, quien le pidió a Mario Rivas que me escuchara. Recuerdo que Mario dijo que me probaría en la voz de un niño para el capítulo de la fiesta de disfraces. De repente, se dan cuenta de que ya no había niños, solo quedaba una niña rubia e intelectual llamada Iti Mendigutía.
Yo tenía tantos deseos de trabajar en los Estudios que le dije que yo haría la voz. La cara de todos fue un poema, pero el poema facial se convirtió en concierto cuando hice la voz. Mario me dijo que esa era la voz que necesitaba, pero, además, estaba asombrado de que un hombre pudiera llegar a esos registros vocales. Iti estaba prevista para un solo capítulo y de repente se quedó en toda la serie.
¿Cuánto disfrutaste tu trabajo en “Elpidio ordena misión especial”?
“Elpidio ordena misión especial” fue un regalo que me dio la vida, la posibilidad de trabajar con Juan Padrón, o tal vez deba decir, el más divertido de los juegos que he asumido en mi vida, pues eso fue lo que significó esa experiencia.
Recuerdo que estaba citado para las 8:30 de la mañana para grabar las voces. Pensaba que haría un personaje esporádico, pero cuando vi que se trataba del protagonista del capítulo por poco me da un infarto de lo nervioso que me puse. Nerviosismo debido a la gran responsabilidad que eso traía. Juan lo adivinó de solo mirarme y, entonces, como el gran director que era, comenzó a hacerme chistes y a contarme anécdotas de sus abuelos. Con esa acción logró que me fuera relajando, al punto que no solo hice la voz del Niño, un mulatón fortísimo que podía él solo con todo un batallón de españoles, sino que hice varios personajes, soldados españoles, mambises… en fin.
Esta experiencia la atesoro en mi alma con mucha pasión. Ahí descubrí la excelente persona y el calibre de director que era Juan. Él me dijo algo que no olvidaré jamás: “¡Este es el mejor trabajo, nos divertimos y encima nos pagan!”. Esta experiencia la disfruté al máximo. Dialogar con Juan Padrón, sentir cómo un director de su talla sabe penetrar en la psicología del actor y darle en muy breve tiempo la confianza que necesita para la elaboración del personaje fue una clase de actuación en puesta de voces.
¿Cómo ha sido el trabajo junto a Jorge Oliver?
Aprendí a dialogar con Jorge Oliver en la serie El reino de ortografía, en la que hice todo tipo de personajes, desde los malos hasta las vocales protagonistas de cada capítulo. Con “el viejo”, como cariñosamente le decimos los que lo queremos, más que una relación de trabajo tengo una relación familiar. Oliver es un ser con un diapasón de conocimientos muy amplio, estar a su lado se convierte en una suerte de fiesta en la que aprendes un montón de cosas.
Las grabaciones de voces con él y con Doris [Brandford, esposa de Jorge Oliver] son muy divertidas, llegan al estudio con todo muy claro, Oli sabe lo que quiere con cada uno de sus múltiples personajes. Te hace historias que no aparecen en los guiones. Tiene un mundo riquísimo lleno de matices en su cabeza que te permite crear tu personaje con soltura. Hemos hecho mucho, muchísimo juntos, desde animados, audiolibros, spots de San Saurio, libros interactivos, en fin… y cada nuevo proyecto impone un nuevo aprendizaje.
Yo creo que los personajes de Oliver nacen con voces, pues apenas veo el diseño ya me viene a la mente la voz que le pondré. Además, él me da libertad máxima de creación. ¡Ah, con ellos hasta he cantado, porque hicimos el videoclip del emperador Error del reino de ortografía! Ahora mismo estoy haciendo la voz de Rui la Pestex en la serie que lleva el nombre del personaje.
Coméntame sobre la obra El viaje, del realizador e historietista Arturo Palacios.
Fue un trabajo muy complejo, hice prácticamente todas las voces del corto, estamos hablando de más de diez personajes. Fueron como dos o tres días de intenso trabajo. El guion abordaba una de las novelas de Miguel Collazo, quien fue esposo de Xiomara Palacios. Conocía de su literatura, muy compleja a la hora de adentrarse en ella. Este discurso llevado al universo del animado fue muy complicado, pero me llevó a profundizar más en el estudio de los resonadores vocales para llevar el reto a feliz término.
¿Y Los profesionales, de Alien Ma…?
La grabación fue muy divertida, además pude colaborar con la dirección de actores. Me encantó esa experiencia. Como también he disfrutado el trabajo con Alexander Rodríguez e Isis Chaviano en Equipo 009, serie en la que hago varios personajes: XP, el abuelo Contreras, los jimaguas, el cartero emo, el policía del pueblo, Mou, que se le quedó la frase: “¡Ay, ay, ay!” en una grabación en la que nos reímos a mares. Ellos se toman el trabajo muy en serio y tienen clarísimo lo que quieren. Te conducen al universo que quieren recrear y buscan una unidad actoral con todo el equipo. Es siempre grato trabajar con este equipazo.
¿Cómo ha sido la experiencia con José Martín y Ernesto Piña?
Con Martín comencé trabajando en la serie Juanita Candela, en la que hice varios personajes, y ahora se repite la experiencia en Cuentos de Ñañaseré. Martín es muy exigente con el trabajo actoral. Le gusta grabar con todos los actores juntos. Me llama y me habla de cada personaje con mucha pasión. Hemos logrado establecer una hermosa relación de trabajo y amistad. Me envía los cortes animados, lo cual denota que le interesa mucho la opinión de los demás miembros del colectivo.
Con Piña trabajé en dos capítulos de Pubertad y fue muy buena la experiencia, me gustaría trabajar en otros proyectos, pues me resulta un director muy inteligente.
Han sido muchos trabajos los que he hecho en los Estudios. Cada nueva producción es una prueba de fuego, pues impone estudio para no repetir voces ni fórmulas de construcción de personajes. Además, es un compromiso de calidad.
Entonces, ¿trabajar con Animados ICAIC es un sueño realizado?
Un niño nunca olvida sus sueños y sin que parezca una frase construida o un sitio común te diré que trabajar en los Estudios fue mi sueño desde pequeño. Recuerdo que me sentaba frente al televisor a ver los muñes y siempre me preguntaba: “¿Cómo se pondrán las voces?”.
Lo primero que hice en mi carrera fue hacer las voces para un programa de radio dedicado a los niños titulado La ronda del abuelo Pepe, en Caibarién, Villa Clara. Desde entonces me ha acompañado ese universo de las voces de diversos personajes. Cuando me vi en los Estudios grabando y luego vi el animado, me emocioné tanto que hasta la fecha no he podido abandonarlo.
Los Estudios significan mi otra casa, ese sitio donde depositas el alma, donde dejas retazos de ti mismo en cada nueva entrega. Yo siento que en ese estudio de sonido hay muchos pedacitos de Maikel Chávez. Cierro los ojos y revisito cada una de las producciones en las que he estado implicado y siempre son gratos recuerdos. Me siento sumamente orgulloso de pertenecer a esta familia de animados.
¿Alguna anécdota actoral que guardes con cariño?
Tengo muchísimas anécdotas que guardo con cariño. Una de ellas me da mucha risa recordarla, fue cuando grabé todas las voces de El viaje. Iba hablando solo por la calle 23, camino a mi casa. Un amigo me detuvo y me preguntó si me sentía bien, ahí me di cuenta de que había salido a la calle con los personajes a cuestas.
Recuerdo a Xiomara Palacios cuando me llevó a los Estudios, llegando al lugar se paró en seco y me dijo: “¡Estoy loca llevándote para allá, ahora ellos te escuchan y me quedo sin trabajo!”. Después trabajamos juntos en muchas ocasiones en los Estudios.
También recuerdo una grabación de Fernanda en la que me “encangrejé” y no me salía un simple bocadillo como: “¡Ah, bueno!”. Entonces hicimos como 26 tomas. Ya estaba muy molesto conmigo mismo y en la última toma, toda esa carga vino con el texto y Mario me dijo: “¡Es esa!”.
Te repito, cada vez que cierro los ojos y recuerdo me vienen gratas anécdotas a la mente y vuelvo a ser feliz por los encuentros con esos grandes que viven arropados entre sus sueños en Animados ICAIC.
Agradezco la amabilidad y la alegría, el profesionalismo, el rigor, la pasión con que se aborda cada producción, y en este agradecimiento incluyo a todos, los que comparten la sonrisa sanadora, al apretón de manos cálido y familiar. La confianza y seguridad. Agradezco a los que confían en mi talento y me llaman una y otra vez a formar parte de su familia animada. A los que me esperan en su oficina cada vez que voy para darme un abrazo de esos que te renuevan el alma. A todos y cada uno los que me han abierto las puertas de su vida.
Animados ICAIC cumplió este año su 60 aniversario. ¿Qué le auguras?
Le auguro muchas cosas buenas, de esas que solo surgen cuando se cuenta con una familia numerosa de grandes creadores y grandes personas. Los Estudios han sabido labrarse el camino hacia una plantilla de creadores tan valiosos que hacen del día a día una fiesta y un convite a la creación de alto vuelo. Veo un crecimiento diario y una insistencia en esa evolución. Hay mucha gente joven dialogando con los ya experimentados. Creo que la institución ha propiciado ese discurso generacional con un marcado interés en proyecciones que aseguren el futuro.
Hay algo que admiro y es la capacidad de crear sentidos de pertenencia. Todos los que trabajamos en los Estudios hablamos de ellos como nuestra casa. Cuando se establece esto, pues se defiende con uñas y dientes el sitio donde estás. Se respiran aires de talento, conocimientos, superación. El futuro augura nuevos caminos de exploración, todos enfocados en el crecimiento. Ya no es tiempo de empirismo. Hay mucho estudio, muchos aciertos y lunares en 60 años de un arte que ha ido creciendo y ganado un puesto de prestigio en la cultura cubana.