Maradona

Maradona y el cine

Lun, 11/30/2020

Fue un deportista mediático por excelencia. Quizá el más mediático de todos. No quiso serlo (o tal vez sí), pero lo cierto es que Diego Armando Maradona atraía como un imán a reporteros, cámaras y micrófonos donde quiera que llegaba, o de donde quiera que salía. Incluso de su último ingreso hospitalario, en el que fue objeto de una intervención quirúrgica, y donde los periodistas que lo esperaban a la salida de la clínica no imaginaron que eran testigos de sus últimas imágenes públicas.

Perseguido, acosado, rastreado en su intimidad, fue algo así como una princesa Diana del deporte, pero con la agravante del apogeo de los teléfonos móviles, las redes sociales y esa modalidad periodística que amenaza con convertirse en todo un posgrado de la profesión, las fake news.

Para bien y para mal, los medios fueron, luego de sus prodigiosas jugadas en el campo de fútbol, los más sólidos pilares en la edificación del mito. Recogieron para la posteridad un puñado de frases en las que el Pelusa hizo gala de una agudeza, sentido del humor, dominio del lenguaje y la ironía, honestidad y compromiso no frecuentes en quienes tienen como principal medio de expresión su destreza física. También fueron testigos, y se regodearon en ello, de expresiones y actos poco felices del Pibe de Oro que provocaron el desconcierto y hasta el repudio entre sus admiradores.

De hecho, tal fue la asiduidad con que en los últimos tiempos dieron cobertura a los desatinos del astro, que nos hicieron olvidar por momentos lo que su repentina muerte nos ha devuelto como una bofetada en pleno rostro: su grandeza.

Solo el cine parece haber sido el único que no perdió de vista la luz del sol, cuando ya todo el mundo no veía más que sus manchas.

Resultaría imposible reseñar todas las películas, documentales y de ficción, hechas sobre o inspiradas en Diego Armando Maradona, porque son tantas que su mención y decir de qué tratan en particular excedería los límites de estas líneas. Todo comenzó con Héroes (Hero, 1987), del británico Tony Maylam, documental oficial del Mundial de 1986, el Mundial de Maradona (no sé si por ello es el Hero en singular de su título original). Como tributo al jugador, la FIFA transmitió esta película en su sitio web el pasado jueves 27 de noviembre.

En 1996, el argentino Rodolfo Pagliere filmó un largometraje de ficción con el sugerente título El día que Maradona conoció a Gardel, una fábula que enlaza a estas dos leyendas de la historia argentina e involucra en su reparto al propio Maradona. En 2005, su compatriota Javier Vázquez le dedica el documental Amando a Maradona, incursión en la trayectoria de un ícono que trasciende fronteras, sistemas y culturas para convertirse en un símbolo universal.

De lo universal a lo local, de las multitudes de los estadios a un hombre humilde y provinciano que emprende una peregrinación a Buenos Aires para llevarle un presente a su ídolo cuando conoce que este ha sido hospitalizado: El camino de San Diego (2006), largometraje de ficción realizado por uno de los grandes directores del cine argentino, Carlos Sorín, es el conmovedor tributo de la hinchada anónima a quien más siente que la representa, por encima de cualquier autoridad civil o celestial.

De otro director de renombre, y del otro país que en el mundo más adora al futbolista, el italiano Marco Risi, es el biopic Maradona, la mano de Dios (Maradona, la mano di Dio, 2007), un homenaje que no fue el único que le dedicó la cinematografía italiana, pues en 2016 Alessio Maria Federici realizó el documental Maradonapoli, que repasa ya puntualmente la historia de amor que unió a Maradona con Nápoles.

Vino a continuación su película internacionalmente más conocida, Maradona por Kusturica (2008), documental del consagrado cineasta serbio Emir Kusturica que, al testimoniar el incontrolable y masivo estado de fanatismo y devoción al que conduce la simple presencia del Diez, ha sido visto ahora como una premonición de los desórdenes que ocurrieron en los alrededores de la Casa Rosada en el último adiós que le brindaron los bonaerenses tras su muerte.

De fecha tan reciente como 2019 data la que ya ha pasado a ser la última biografía fílmica de Maradona en vida, Diego Maradona, documental del británico Asif Kapadia, quien revisó 500 horas de metraje audiovisual inédito sobre el futbolista para estructurar en algo más de dos horas lo que se ha calificado como su retrato definitivo en la pantalla. “Hicimos el mayor de nuestros esfuerzos —declaró el director— para mostrarle al mundo el hombre, el mito, el luchador que siempre fue. El mejor de todos los tiempos”. La película se estrenó el año pasado en el Festival de Cannes, y en estos días vuelve a circular en carteleras y redes.

Como si esto fuera poco, Amazon Prime Video anuncia para 2021 —luego de que se retrasara su conclusión en el presente año como consecuencia de la pandemia— el estreno de la serie Maradona, sueño bendito, cuyos productores han adelantado que fueron autorizados por el biografiado para abordar algunos acontecimientos “trágicos y polémicos” de su vida, como el conflicto legal con su exmujer Claudia Villafañe.

Si llegados a este punto del recuento, el lector se siente agotado, le repetimos: no es todo.

No pude ver jugar a Maradona en su momento tanto como he podido ver jugar a Messi. Afortunadamente, la “pulga biónica”, CR 7 y tantos otros nos han mostrado un fútbol de primer nivel al que no teníamos acceso televisivo en la época en que el “barrilete cósmico” era Dios en la cancha, lo que ha retazos he podido apreciar después. Sí, porque el principal motivo por el que tantos hemos vuelto la vista al fútbol —para alarma y exacerbación de los instintos censores de algunos intolerantes “apasionados del béisbol”— es que hace rato no vemos jugar a Dios en nuestros estadios de pelota.

Por esa afición a la divinidad en el deporte (Usain Bolt, Michael Phelps y mi vecino Mijaín López, entre otros ejemplos) es que entre los tantos largometrajes de ficción y documentales que hemos mencionado —los que he visto y los que no— creo que seguiré prefiriendo aquella película de algo más de 90 minutos de duración que se filmó en el Estadio Azteca de Ciudad México el 22 de junio de 1986, durante un partido mundialista de cuartos de final entre Argentina e Inglaterra narrado por Víctor Hugo Morales.

En esa película, Dios, que por boca del propio Maradona nos enteramos luego de que se había disfrazado de aquel jugador de Argentina con el número 10 en su camiseta albiceleste, metió un gol con la mano, y apenas unos minutos después, luego de recibir un pase a media cancha, encarnó de nuevo en este mismo jugador que cruzó un Rubicón de defensas ingleses para que todo un país y —por qué no— todo un continente se estremecieran a su llegada a la puerta contraria gracias a una portentosa filigrana de gambetas para rematar con lo que hoy se considera “el gol del (pasado) siglo”.

En ese momento se levantaron en un clamor hasta sus compatriotas caídos, en desigual combate contra un adversario de la misma bandera que su once rival, en la Guerra de las Malvinas. “Fue el partido más geopolítico de la historia del fútbol”, le escribiría Emmanuel Macron, presidente de Francia, a su homólogo argentino Alberto Fernández en su mensaje de condolencia por la muerte del protagonista de aquella hazaña.

Sin dudas, ese día Dios descendió al terreno. Un Dios —al decir de Eduardo Galeano— “sucio, pecador, el más humano de todos”. Y con perdón de Pelé, el también Todopoderoso que lo ha invitado a jugar juntos cuando se encuentren en el cielo, un Dios que fue el mejor futbolista de la historia.