Arlettis González Cazorla

“Paloma está llena de contradicciones”

Mié, 06/23/2021

La actriz Arlettis González Cazorla (1993) asume el personaje de Paloma en el cortometraje La muchacha de los pájaros, uno de los seis que integran el largometraje coral de ficción que coordina Fernando Pérez.

Según afirma Alán González, director del cortometraje, desde que conoció a Arlettis quiso trabajar con ella en el audiovisual. Tanto es así que meses después afirma: “El guion lo escribimos Nuri Duarte y yo pensando directamente en ella sin que lo supiera, y no sé si lo sabe, para darnos esa oportunidad de trabajar juntos y que ella accediera a probarse en otro medio”.

Nacida en Manicaragua, Villa Clara, Arlettis es graduada de la Escuela Profesional de Arte (2012) y durante cinco años formó parte del Grupo Teatro Escambray. Tiempo después decidió radicarse en Matanzas y allí ha sido parte de Teatro El Portazo y Teatro de Las Estaciones. En el primero se mantuvo dos años y en Las Estaciones alcanza cuatro. El pasado año obtuvo mención en la categoría de actuación femenina para niños y jóvenes en el Premio Adolfo Llauradó que concede la Asociación Hermanos Saíz.

A la par, esta joven actriz desarrolla una amplia labor en la radio y la televisión; por último ha sumado su primera experiencia en el cine, sobre la cual indagamos en este diálogo virtual. Pendiente queda un encuentro en el que pueda reunir al director y la actriz para continuar conversando sobre esta historia.

¿Cómo describirías a Paloma, el personaje que interpretas en La muchacha de los pájaros?

Cuando dejamos de ser niños nos damos cuenta de que nuestros padres no son dioses, empezamos a ver las carencias, los defectos y, en muchos de los casos, lo que más detestamos de ellos es lo que más nos une. Paloma no está exenta de eso.

Ella va a encontrarse, a buscar respuestas. Protegiéndose de lo que pueda encontrar y la pueda derrumbar, cubre su fragilidad con una supuesta fortaleza, con frialdad. Los pájaros representan una presencia importante en su vida y en la de su papá, y por eso se resiste a enfrentarlos, pero al mismo tiempo los necesita como compañía. Carga también con la culpa de haber dejado a su padre solo y llega tal vez buscando la paz, o el perdón que no se dieron. Paloma sabe que ambos tienen deudas con el otro: distancia, tiempo sin dedicar, amor sin dar, promesas sin cumplir... pero ya su padre no puede saldarlas, le corresponde a ella enfrentar sola ese momento. Los padres no son perfectos, pero entender sus imperfecciones nos hace perdonarlos, amarlos y entenderlos.

El personaje tiene una interesante historia detrás, ¿cómo lograr exponer una parte de esa historia y, al mismo tiempo, dejar cierto margen a las múltiples lecturas que puedan surgir?

Creo que Paloma está llena de contradicciones y precisamente ahí está lo rico de este personaje. Nadie es malo malo o bueno bueno, todos tenemos nuestros matices, nuestros fantasmas, y es ahí, en esa delicada línea, donde el actor debe dejar un espacio para el misterio, para la duda y para la creatividad del espectador.

 

¿Cuál fue el principal reto al asumir esta propuesta, tomando en consideración que provienes del teatro? ¿Cómo asumes ese deslizamiento profesional de un medio a otro?

Lo primero fue salir de los nervios que Alán me provocó cuando me llamó para darme la noticia (risas). Me dio mucho miedo, vengo de un teatro donde es fundamental que tu cuerpo y tu voz sean orgánicos, pero sumamente expresivos; y el guion claramente partía de la contención, los pequeños gestos, la sutileza, el “no actuar”, como decía la profesora argentina Mónica Discépola  durante sus talleres en el Escambray; fue ir de un extremo al otro dejándome guiar por la intuición, apoyada en la calidad del guion y confiando plenamente en el director.

Cuando uno ama lo que hace las nuevas propuestas siempre te llenan de alegría y satisfacción, vengan del medio que vengan, porque es el mejor síntoma de que vas por el camino correcto, más allá de los temores e inseguridades; en este caso hacer cine fue como andar por un camino en el que solo sabes que hay un final cuando llegas, y ahí descubres lo maravilloso y especial que fue andar en él y quieres volver a repetir (risas).

Alán González afirma que desde que te vio actuando siempre quiso trabajar contigo. ¿Qué es lo que te caracteriza en tu desempeño que haya motivado esta afirmación?

Desde que coincidimos Alán y yo por primera vez mediante los talleres que la Escuela Internacional de Cine y Televisión realiza cada año en el Grupo Teatro Escambray, donde fui actriz, él me prometió que trabajaríamos juntos, y siempre que nos veíamos o nos escribíamos me lo recordaba.

Actuar es lo que adoro hacer, es mi oxígeno, es lo más mío que tengo, y por eso lleva respeto, entrega y verdad; todo eso trato de mostrar cuando actúo, quizás Alán de alguna forma lo percibió.

Actualmente trabajas en Teatro de Las Estaciones en Matanzas. ¿Cómo Alán logró dar contigo? ¿Cómo se dio ese reencuentro que conduciría a tu inserción en el proyecto?

Jamás perdimos el vínculo, nos comunicábamos siempre que podíamos, nos mantenía unidos la deuda de trabajar juntos (risas). Así que solo fue escribirme, contarme la idea del proyecto, hablarme sobre el corto, leerme el guion y decirle: “Cuenta conmigo”. ¡Así de fácil!

Sabes que el personaje fue escrito pensando precisamente en ti, creo que ese hecho demuestra el interés del director de trabajar contigo, de lograr “explotar” tus potencialidades. ¿Cómo superar ese planteamiento del guion, de la construcción del personaje para darle vida, cuerpo, acción a la historia de Paloma?

Trabajando, leyéndome el guion todos los días. Teniendo un diálogo sincero con Alán. Para construir a Paloma primero partí de mí, de mis puntos en contacto con este personaje, y ahí la comunicación con Alán fue fundamental. Hablábamos todos los días, le hacía preguntas, dialogábamos de lo que creía, él me pedía que si algo no me parecía correcto lo habláramos con total franqueza. De esas conversaciones siempre salía más clara de lo que quería hacer.

El acercamiento previo a las aves fue fundamental, igual que las visitas al niño para desarrollar todo el vínculo familiar. Los ensayos, pruebas de vestuario, de maquillaje... Todo me iba aportando ideas nuevas para llegar a mi Paloma, y digo “mi Paloma” porque Alán tenía la suya escrita e imaginada, pero yo debía llegar con la mía y sorprenderlo.