Para unir cuerpo y alma

Para unir cuerpo y alma

Jue, 03/10/2016

Aunque basada en hechos reales (aspecto esencial para no pocos espectadores), lo más importante en La chica danesa (Estados Unidos, 2015) no es la vida que refleja, sino todo lo que propone y sugiere con su recreación artística, las invitaciones a reflexionar sobre un tema tan complejo, más allá de su mayor o menor fidelidad a la fuente verídica que la inspiró.

De todos modos, la cinta no parte directamente de testimonios de la persona biografiada, o de cercanos, sino de otra fuente fictiva: la novela homónima de David Ebershoff que llevó a las letras el caso de la pintora danesa Lili Elbe, la primera mujer transgénero en someterse a una cirugía de reasignación de sexo.

La chica danesa, de Tom Hooper

Esto, ubicado en el presente (donde tales operaciones están a la orden del día), no tendría mucho de particular, pero sí, y mucho, en la Dinamarca de los años 20; allí, la pareja de artistas de la plástica formada por Einar y GerdaWegener disfrutaba de éxito cuando un día a ella se le ocurre que su marido pose un vestido de mujer para su próxima pintura, lo cual se vuelve un juego hasta que deja de serlo para él, quien descubre que se siente mejor como mujer que como hombre.

El director Tom Hooper (El discurso del rey, Los miserables) partió de un guion realizado por Lucinda Coxon sobre el mencionado libro, y no se limita a contar una historia indudablemente original y fuera de lo común, mérito para agradecer per se: explora con rigor y pormenorización el mundo interior de sus personajes y expone sus enveses y reversos, las motivaciones para actuar como lo hacen; llama la atención que no es solo el personaje protagónico quien goza de tal privilegio, sino alguien igualmente atravesado por conflictos desgarradores (su esposa) y otros, no por secundarios menos importantes en el desarrollo dramático.

Pero si encomiables son los conceptos e ideas que mueven la historia, lo son también las peculiaridades morfológicas del filme: obra de, sobre pintores, la concepción fotográfica y planimétrica se pone en función del relato y los seres que lo mueven, de modo que la proyección imaginal toda aparece como verdaderos óleos, algo en lo que la dirección de arte y el vestuario en particular desempeñan un rol indispensable.

Rubro trascendente, que mereciera comentario aparte son las actuaciones: si Eddy Redmayne fue justamente nominado al Oscar respectivo (aun después de su flamante estatuilla por La teoría de todo, el año antepasado), igual de brillante e intensa está Alicia Vikánder como su atormentada cónyuge, lo cual comparten otros desempeños (Matthias Schoenaerts, Ben Whishaw, Amber Heard).

Más allá de tendencias eróticas, La chica danesa es otro canto a la autenticidad, a la búsqueda a contracorriente, a cualquier precio, de la esencia ontológica del ser humano. Un canto, a propósito, muy afinado y armonioso.

(10-16/ 03/ 2016)