NOTICIA
A pesar de la amnesia y sus síntomas
Hace pocos días tuve que entregar a toda carrera un nuevo guion para Arte 7 que comentara, en términos mayormente laudatorios, como me solicitan siempre, el filme británico Yesterday, de Danny Boyle. Ningún trabajo me costó, esta vez, ajustarme a los requerimientos de mis jefes en la televisión, porque se trata de una especie de fantasía musical que juega con la posibilidad fantástica de que un día, por un accidente inexplicable de olvido colectivo, el mundo amaneciera con la realidad de que nadie recuerda quiénes fueron los Beatles. De este modo, el filme enuncia, con suficiente gracia, la posible pérdida de ciertos legados culturales y llama a su conveniente restauración.
Y es que, a veces, delante de determinados programas de radio y televisión, uno llega a preocuparse por algo parecido al vaciado cultural o la amnesia mediática, o no sé ni cómo llamar a la ignorancia insensible, la ingratitud autosatisfecha que proviene de mantenerse atento, en exclusiva, a los diez o 15 temas de música urbana, o fusión, ocupantes de los primeros lugares de preferencia, y olvidarse del resto, como si toda la música a programar hubiera nacido durante el pasado verano de 2019. Nótese que tampoco estoy pidiendo saturar los espacios de antigüedades y piezas de archivo, se trata de conseguir el equilibrio que nos sitúe en posición, no solo de comprender quiénes somos (musicalmente hablando), sino también de colegir de dónde venimos. Tal operación se verifica con creces en La razón no valía, DVD integrado por un apreciable documental y un álbum doble de canciones.
Con estreno especial hoy en el capitalino cine La Rampa, y proyección más amplia a partir del 30 de octubre, en la sala Santiago Álvarez, especializada en documentales, del Multicine Infanta, La razón no valía es motivo suficiente para incitar a cualquier cubano sensible a disfrutar el arte irrepetible de Moraima Secada, una intérprete en el sentido más cabal del término.
Todo ello significa que el documental, y las 44 canciones que contienen los discos, pudieran convertirse en material de estudio imprescindible para las decenas de cantantes contemporáneas que ignoran la esencia conceptual, el discurso dramático, de lo que cantan, y entonces bailan cuando debieran suspirar, y están atentas solo al despliegue del volumen más alto, como si ello fuera el camino seguro para hacerlo mejor. (Algunas de las galas del recién concluido Guzmán dan fe de tales desafueros).
Felipe Morfa y Mayra María García, ambos con amplia experiencia en la radio, la discografía y sus audiovisuales concomitantes, codirigieron La razón no valía, convencidos de que Moraima Secada establece un paradigma musical de enorme significación, en una línea convergente, primero, con Omara y Elena, pero sobre todo con cantantes de estilos tan poderosos como La Lupe, Martha Strada, Olga Guillot e, incluso, Annia Linares.
Sus mejores canciones están situadas más allá de la llamada “música del recuerdo”, porque los auténticos clásicos nunca envejecen, siempre y cuando existan creadores dispuestos a redescubrirlos, y colocarlos otra vez en la preferencia del público. Por eso, me satisface muchísimo la inclusión del documental en el contexto de la Jornada de la Cultura Cubana, porque así se le confiere al DVD un lugar en la actualidad, y se trasciende ese círculo estrecho de la categoría Música de Archivo a que lo confinó el más reciente concurso Cubadisco. En manos de la televisión queda, en particular del Canal Clave, garantizar la divulgación suficiente de esta valiosa recopilación.
Tampoco estoy proponiendo ninguna locura cuando cuento con la posibilidad de refrescar la popularidad y el arraigo de grandes figuras de otrora. La reciente película Bohemian Rhapsody provocó en las redes, la radio y la televisión internacionales una nueva estampida de popularidad para las canciones de Queen, algunas de ellas tan antiguas como las de Moraima. Entonces, salvando las convenientes distancias de todo tipo, es importante entre nosotros continuar revalorando las glorias del pretérito, nunca para vivir de lo que fuimos sino para alimentar el presente con la fuerza de lo trascendente y lo auténtico. Desde esta filosofía se realizó La razón no valía, producido sabiamente por Bis Music, con el documental acompañado por dos discos, uno de antológicos éxitos de la temperamental artista, y otro dedicado a canciones inéditas.
La irreprochable selección, tanto de las fotos y videos del documental, como de canciones elegidas para los dos álbumes, incluye joyas tan populares en su momento como Perdóname conciencia, de Piloto y Vera; Ese que está allí, de Juan Arrondo; y un trío de grandes canciones de la muy poco recordada Tania Castellanos: Me encontrarás, Me niego y Vuélvete a mí, sin olvidar excelentes versiones de canciones extranjeras como Cuidado o Canta, muchachita, donde La Mora nos hacía olvidar, con su telúrica interpretación, las coordenadas del original. También se entreteje, sutilmente, una singular miscelánea de grandes canciones cubanas que la Secada revitalizó a su manera, pues se añaden, a las ya mencionadas, Seré feliz, cuando tú me quieras, de Adolfo Guzmán; Olvido, de Miguel Matamoros; Tú, mi delirio, de César Portillo de la Luz; y Decide tú, de Juan Almeida.
A pesar de este compendio de maravillas rescatadas, Felipe Morfa ha declarado en varias entrevistas que Moraima Secada tuvo una discografía pobre, pues grabó solo dos discos y unas pocas canciones sueltas, de modo que La razón no valía constituye un acto de justicia poética, reparación de errores cometidos con una gran artista. Así lo certifican, en el documental, voces tan autorizadas como las de Tony Pinelli, Omara Portuondo, Pablo Milanés, Rey Montesino, Malena Burke, Meme Solís, Jon Secada y muchos otros amigos, familiares y colegas. Todos testimonian con entusiasmo quién era ella, sus penas y alegrías, y cuánto valía, todavía vale, su obra, precisamente en un momento en que todo el mundo canta igual, en todas partes del mundo, como asegura Meme Solís cuando defiende a capa y espada el carácter único de alguien que se daba completamente encima de los escenarios.
Y así La razón no valía se acoge voluntariamente a la información biográfica, hasta que se dispersa un tanto lo cronológico para profundizar en dos conflictos que pudieron regir todo el metraje, pero que solo se rozan eventualmente: el conflicto entre la vida pública y la privada, y una franqueza un tanto demoledora, que tampoco le ganó demasiados amigos. Porque además de las sorpresas develadas, el propósito mayor consiste, por suerte, en relatar la biografía artística y reunir el más simpático anecdotario, desde los inicios en La Corte Suprema del Arte, la orquesta Anacaona, los cuartetos D’Aida y de Meme Solís, hasta sus últimas participaciones, a principios de los años 80.
De ese modo se encienden otra vez las candilejas de aquellos escenarios, y Moraima vuelve a llenarlos con aquella voz, capaz de transmitir una energía y una emoción de la cual carecían casi todas las cantantes cubanas de entonces, como asegura Pablo Milanés en una contundente secuencia del documental, en que entre varios conocedores intentan definir la singularidad de la extraordinaria intérprete.
Si bien nadie puede negar que cada nueva generación se ve compulsada a programar su propia agenda de músicas preferidas, opiniones culturales, estilos de vida e inquietudes artísticas, es preciso tratar de estimular el respeto y el agradecimiento al imponente legado de los clásicos, de predecesores como Moraima Secada.
Porque es posible que ayude muchísimo a las jóvenes a conocer estos grandes valores y asumir críticamente la remembranza, para así alimentar espiritualmente nuestro presente, y poder cantar en una descarga Perdóname conciencia, o decir con música, desde el fondo del alma, como lo hacía ella, vuélvete a mí, si tú crees que todo camino se cierra ante ti, vuélvete a mí, si la bruma detiene tu andar…
(Tomado del sitio web de Juventud Rebelde. 23 de octubre de 2019)