NOTICIA
Por primera vez el ICAIC expone muestra de su patrimonio material
¿Le gustaría ver fuera de la pantalla el vestuario confeccionado para Raquel Revuelta en Lucía (189...), o aquel que usó Beatriz Valdés en La bella del Alhambra?
¿O tal vez los arneses de utilería especialmente diseñados para colgar de un árbol a Alberto Delgado en El hombre de Maisinicú, o simular el machetazo con el que el cimarrón Samuel Claxton ajusticia al rancheador Reinaldo Miravalles?
¿Le emocionaría conocer la cámara con la que Santiago Álvarez e Iván Nápoles filmaron las estremecedoras imágenes de los bombardeos de la aviación norteamericana en Vietnam que testimonia Hanoi, martes 13?
¿O quizás mirarse en el mismo espejo de estilo que refleja el rostro de Sergio Corrieri en Memorias del subdesarrollo?
Si sus respuestas fuesen afirmativas, lo invitamos a visitar la exposición que, a propósito de su aniversario 58, prepara el ICAIC para mostrar al público durante marzo una parte del valioso patrimonio material que atesoran los Estudios de Cubanacán y otras áreas de la institución.
Con la curaduría de Jorge Suárez, especialista principal de producción de Audiovisuales ICAIC, y el realizador de los Estudios de Animación Paul Chaviano, la exposición tendrá varias sedes alrededor del Edificio ICAIC, en 23, entre 10 y 12, El Vedado. En el vestíbulo de este propio local, se mostrarán varios modelos de equipos de proyección utilizados en salas convencionales y en los cines móviles, mientras que el lobby del contiguo cine Chaplin estará ocupado por cámaras, luces y equipos de sonido.
El Centro Cultural Cinematográfico ICAIC, Fresa y Chocolate, será el escenario donde se podrá apreciar el vestuario, los muebles, y los más disímiles objetos de atrezo empleados en los largometrajes cubanos por más de cinco décadas, mientras que una selección de los trofeos obtenidos por nuestra cinematografía en igual periodo de tiempo será exhibida en el cine 23 y 12, sede de la Cinemateca de Cuba. Por último, los Estudios de Animación permitirán el acceso a su Sala de Patrimonio, donde se encuentran maquetas, figuras, fondos y acetatos originales utilizados desde Vampiros en La Habana hasta La luna en el jardín.
Esta exposición es también un homenaje implícito a quienes la hicieron posible: especialistas como María Elena Molinet (vestuario), Pedro García-Espinosa (dirección de arte), Roberto Miqueli (efectos especiales), Carmelo Ruiz (iluminación), Eduardo Lawrence (pirotecnia), entre muchos otros, así como abnegados colectivos de trabajadores sin los cuales la industria del cine cubano no hubiera sido una realidad.
Mientras aguardamos por un museo del cine cubano que brinde hogar permanente a este patrimonio, los objetos que ahora se exhiben permitirán avizorar ese futuro. Buena ocasión para el recuento y, por qué no, también para la nostalgia.