NOTICIA
Raúl Torres en ICAIC: Segundo Piso Otra Vez
“Cuando se nace, se ven tantas cosas bellas
y en las manos afán de atrapar todo y tanto,
tanto si la semilla no crece tan necia:
todo con la manera de causar encanto,
de causar encanto.
Si tratas de alcanzar alguna que otra estrella
sin antes pasear un pedazo de planeta,
será como remover una tierra muerta.
Que nada le termine llevará de meta,
llevará esa meta.
Atrapando espacios, corazón latiendo.
Pude sorprenderte cuando me acosabas.
Siempre escaparé con ímpetu de tiempo.
¡Ay! Si es que también quiero atraparte un poco
y hacerte saber que a ratitos siento
ganas de atrapar los más rápidos vientos.
Perdone que repita tanto esta palabra;
yo no la considero una redundancia,
pero, con este instinto de atrapar el alma,
me he dejado atrapar por ella que me atrapa
siempre, siempre, siempre.
Ligero como pluma volará al pasado,
dejando de reliquia un poco de recuerdo,
el presente irá atrapando el futuro
y todo seguirá atrapando espacios
hacia la eternidad.”
Lo anterior es el texto de una de las primeras canciones que de Raúl Torres (o Raulito, como siempre le he dicho) se diera a conocer. Aunque ya han transcurrido 35 años, me parece que fue ayer, cuando en la sala Avellaneda, perteneciente al Teatro Nacional, de la mano del querido Pablo Milanés y junto a la también recordada Xiomara Laugart, los tres se presentaban en un histórico concierto y en el que el tema “Atrapando espacios” fuese uno de los más aplaudidos por los que repletábamos el lunetario de la instalación frente a la Plaza de la Revolución.
Tengo el privilegio de conocer la obra de este bayamés (devenido matancero) desde aquellos tiempos. Mi primer escrito a propósito de su quehacer, publicado a fines de los ochenta en mi desaparecida columna “Los que soñamos por la oreja” en Juventud Rebelde, lo hice a raíz de aquel memorable concierto. Dicho acontecimiento marca el inicio de la carrera artística de alguien que desde su debut se revelaba como un cronista de su tiempo. El suceso también le abría las puertas al reconocimiento internacional, sobre todo desde el rol de destacado autor de hermosos temas que han trascendido fronteras para devenir obligados referentes de la Canción Cubana Contemporánea.
Como parte de mi quehacer periodístico en estos años de amistad, he comentado distintas producciones discográficas suyas, como los álbumes Candil de Nieve, Ala de luz, Maketa de platino y Fénix de cristal. De aquellos trabajos quedaron en la memoria de quienes amamos la cancionística nacional, temas como “Hojarasca”, “Atrapando espacios”, “Se fue”, “Candil de nieve”, “Regrésamelo todo”, “Cantaora”, “El pescador”, “Río San Juan” o “Frío”.
Ese conjunto de canciones evidencia que como compositor, Raúl Torres es alguien que apuesta por temas que no son de letras fáciles, sino que persigue llegar a los detalles más profundos de las relaciones humanas, lo cual se vuelve a apreciar en recientes fonogramas suyos como Vendedor de nubes, Café bombón y Niñito historia, tres excelentes producciones discográficas que, pese a sus muchos valores, han recibido nula promoción entre nosotros.
Ahora, como parte de lo que se ha denominado ICAIC: Segundo Piso Otra Vez, proyecto en el que la producción corre a cargo de Enrique Carballea y de quien esto escribe, Raúl Torres ofrecerá un concierto con entrada libre el viernes 30 de agosto a las 4:00 PM, en Fresa y Chocolate, espacio ubicado en 23 entre 10 y 12, en el Vedado habanero.
Durante esta próxima función, él hará un repaso por temas de su discografía e interpretará algunas composiciones recientes, piezas que demuestran que Raúl Torres es una de las voces más importantes en el panorama de la Canción Cubana Contemporánea.
Al reiterar la invitación para el venidero concierto del proyecto ICAIC: Segundo Piso Otra Vez (un tributo a todos los que han hecho música para el audiovisual cubano en el país o en la diáspora) y que se llevará a cabo el viernes 30 a las 4:00 PM en Fresa y Chocolate (23 entre 10 y 12), quiero concluir con un verso de Raúl Torres, escrito para la canción titulada “Rashid” y que transmite un mensaje más que apropiado para los tiempos que corren:
“Y vamos a abrazarnos fuertes
y vamos a querernos mucho,
que nuestro amor contagie gente
y limpie el odio de este mundo.”