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A siete décadas de Siete novias para Siete hermanos
Como parte del ciclo “Cantando y bailando con Stanley Donen” que formará la cartelera del cine 23 y 12 desde el viernes 16 hasta el próximo 24 de agosto, se exhibirá el filme Seven Brides for Seven Brothers, un clásico del cine norteamericano estrenado en 1954 por el realizador Stanley Donen.
Siete Novias para Siete Hermanos, como se le conoce a esta cinta en Hispanoamérica, es un galardonado espectáculo musical cinematográfico, ganador del Premio Oscar en la categoría Mejor Banda Sonora Musical en la edición del evento de su año de estreno, que cumple 70 años de su primera exhibición en pantalla grande. El mismo trata la búsqueda del amor desde una dimensión divertida y mordaz.
Su tema, como se mencionó, gira alrededor del amor. Se recrea desde múltiples extremos sociales, como la completa soledad y el deslumbramiento sentimental paulatino después de una abrupta inclusión social. Hecho que parte de la tensión generada por la situación inicial en el largometraje, la que no deja de jugar con el sarcasmo para desarrollarse. A esto se le suman varias escenas cargadas de música y baile que hacen del filme una representación peculiar.
Los hermanos Pontilee viven en una cabaña en una montaña de Oregón, alejada de cualquier nicho social, lo que es reflejo directo de un escenario lleno de testosterona, pero también de la soledad más aberrante, así convivan entre ellos.
Los siete hermanos trabajan en su granja, su sustento de vida, teniendo casi contacto nulo con otro ser humano, sin embargo, la vida para ellos cambia en cuanto el hermano mayor, Adam (Howard Keel), se hace de una novia en el pueblo más cercano y la lleva a vivir a la granja.
Esto produce una reacción de recelo entre el resto de los hermanos, quienes deciden hacerse de novias de igual forma. Para ello se dirigen a la ciudad en busca de lograr este objetivo, pero no de la manera más correcta. Su obcecación por alcanzar casarse los lleva a utilizar medios poco convencionales como el secuestro de las chicas escogidas, quienes comienzan a vivir en la granja.
Su argumento se basa en un particular caso de síndrome de Estocolmo desde una reinvención de la historia bíblica de los hijos de Jacob y las hijas de Siquem, el cual calza su trama y principalmente su desenlace. Los hermanos desde su posición, algo desesperada por la necesidad de compañía, quedan prendidos de las chicas que escogen y después raptan, y, mientras transcurre el filme, las muchachas terminan rendidas a los pies de sus secuestradores, los que hacen lo imposible con tal de ganarse su corazón.
Actualmente, la historia de la película desarrolla una visión machista y violenta hacia la figura de las mujeres, que fungen un papel fuerte, pero secundario, vacío y doblegado ante el carácter de los hombres que las dominan constantemente. Las mujeres tienen voto solo desde el papel de Milly (Jane Powell), la esposa de Adam, quien a partir del comportamiento de los hermanos se siente traicionada, mas después decide ayudarlos en su causa de enamorar al resto de las chicas.
El resultado de lo hilarante que es el metraje parte de la contrariedad entre los hombres y las mujeres. Esa contraposición entre la rudeza de unos hombres de campo, criados con costumbres rústicas, y la fineza de las mujeres (imagen propia en este tipo de filmes de época) solo desenvueltas en la sofisticada ciudad, genera el conflicto cómico y explosivo que sostiene el arte de la conquista y la resistencia como contestación en la película.
Para mantener una buena narratoria y llegar a un final adecuado, la trama mantiene la llama encendida de su nudo pasivo-agresivo, en el que nunca quedan cenizas, solo un lado doblegado a los encantos del otro.
Esta visión muy criticable por su enfoque de género y social es un producto del imaginario de la época, que queda como justificante directo, sin embargo, su tratamiento es divertido y ligero, potenciado por las múltiples cualidades que tiene la cinta, la que realiza un giro moderno al cuestionar las expectativas sociales de esa década.
Seven Brides for Seven Brothers destaca por su música y coreografía creadas por Michael Kidd, que son ejecutadas con maestría por sus actores. Su reparto coral representa las personalidades diversas de cada personaje acogiéndose a métodos adaptados para el período de tiempo que se representa y el entorno en que se desarrolla.
Los actores recrean las ambiciones y deseos íntimos de sus personajes, también, la transformación emocional que va sucediendo en la historia, legando una premisa sobre la reconciliación y el compromiso como el mensaje más importante que tiene para expresar la cinta desde su combinación romántica, cómica y dramática.
El cuento creado por Donen, trae un argumento algo retrogrado, sin embargo, lo desarrolla de manera muy entretenida, lo que lo ha valido como uno de los grandes clásicos del cine musical y aún hoy en día cuenta con el aprecio del gran público.