NOTICIA
Sin pedir disculpas
Está permitido dudar de la inocencia de alguien, pero secuestrarle, apresarle y torturarle sin evidencias y sin contar con derecho a juicio denota —como mínimo— una enorme falta de humanidad. Precisamente, todo eso y más le hicieron a Mohamedou Ould Slahi, personaje en quien se inspiró el cineasta británico Kevin Macdonald para rodar su más reciente película El mauritano (2021), la cual fue exhibida este lunes 26 de abril en Solo la verdad.
En 2002, al protagonista de este drama basado en hechos reales le detuvieron en su país de origen, Mauritania, desde donde fue trasladado al campo de prisioneros de la bahía de Guantánamo, dirigido por militares estadounidenses. Allí, fue interrogado y torturado bajo sospecha de estar involucrado en ataques terroristas y permaneció en este horrible lugar hasta su liberación hace cinco años.
No obstante, Mohamedou escribió las memorias más vendidas del New York Times: Diario de Guantánamo, libro que ha tenido muchísima aceptación a nivel internacional y ha sido traducido a varios idiomas, y ha despertado la atención de muchos respecto a su caso.
El filme resulta al mismo tiempo revelador y preciso. Aunque en su afán de ceñirse a la historia real, el montaje provoca en los espectadores cierta confusión al incluir documentos clasificados sin declarar sus fechas y con tachaduras. Además, la complejidad de los términos jurídicos y los procesos legales, hace que el discurso en ocasiones sea de difícil comprensión.
Durante el metraje, Macdonald nos lleva a un viaje desgarrador, contando la increíble historia de cómo este hombre sobrevivió a su terrible experiencia en una búsqueda desesperada de la justicia. Lo hace a través de la magistral actuación de Tahar Rahim, actor que ha sido reconocido por encarnar con mucha credibilidad la vida del protagonista.
El mauritano logra exponer las tensiones del proceso, tensiones que se incrementan a medida que las abogadas defensoras de Mohamedou, Nancy Hollander (Jodie Foster) y Terri Duncan (Shailene Woodley), y el militar que interpreta Benedict Cumberbatch, encuentran resistencia por parte del gobierno de Estados Unidos a permitir la investigación del caso.
Igualmente, se aborda el intento de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) por encubrir con silencio el caso del prisionero 760, uno de los cientos que nunca ha recibido ni siquiera una disculpa por parte del servicio de inteligencia exterior del gobierno federal de EE.UU.
Al mismo tiempo, el director ha incluido fragmentos musicales que recuerdan la procedencia religiosa del protagonista y frecuentes evocaciones a su niñez y familia. El uso recurrente del color verde será parte de la construcción simbólica que recrea su fatídica estancia en la cárcel.
A través de un balón se establece cierta relación con el mundo exterior, espacio poco referido, pues el filme se concentra en espacios interiores o cercados: los patios, las celdas y salas de interrogatorio. También se incluyen escenas de torturas con una fotografía y una edición impecables, las cuales influyen sobre el espectador y lo mantienen atento al desarrollo de la trama.
Mediante su discurso fílmico, El mauritano expone la polarización de la sociedad norteamericana y lo resalta en la escena donde las representantes legales de Ould Slahi acuden a un juzgado y afuera un grupo de personas las empujan y les gritan: “¡Recuerden el 11 de septiembre!”.
(Foto tomada de El País)