NOTICIA
Un cambio vendrá
Cada uno traza su propio camino, pero el nuestro puede entrecruzarse con el de otros si el contexto social y las experiencias vividas por cada quien son similares. Precisamente, esto le sucede a los protagonistas de Una noche en Miami (2020), película que este 15 de marzo exhibió el telecine Solo la verdad.
Al boxeador Cassius Clay (más adelante renombrado a partir de su afiliación al Islam como Muhammad Ali), al líder religioso y activista Malcom X, al cantante Sam Cooke y al deportista y posterior actor Jim Brown los une el destino una extraña noche de 1964 en un humilde cuarto de hotel. Y desde allí, las cuatro leyendas —cada una en lo suyo— debaten sobre cuánto deben hacer los oprimidos para ser tratados como seres humanos.
Una noche en Miami, dirigida por Regina King, se estrenó a través de Amazon Original Prime y refleja una etapa en los Estados Unidos de América, una etapa en la cual a los afroamericanos se les rechazaba o, en el mejor de los casos, se les trataba como servidumbre. En aquel entonces, los negros sufrían a diario, sin que importase su personalidad o su talento, por la segregación, la violencia (desembocada en asesinatos inclusive) y las crueles miradas de los blancos y de otros negros con una tez más clara.
Esa triste realidad es captada por el guionista y dramaturgo Kemp Powers, quien mediante diálogos sinceros y emotivos, pero sin caer en excesos, les confiere voz a estos “héroes negros” en un producto cinematográfico eficaz y entretenido. Así, nos invita a reflexionar acerca del valor de la amistad, la hermandad, la fe, el éxito y la familia, e igualmente, sobre el valor de los ciudadanos para su comunidad.
Por otra parte, su realizadora (King) se luce dirigiendo a sus colegas Kingsley Ben-Adir, Eli Goree, Leslie Odom Jr. y Aldis Hodge en el filme en cuestión. Y quién mejor que ella: una experimentada actriz negra para hacerlo.
También se vale del poder de la música para expresar el sentir de muchos respecto a esta problemática que todavía persiste en la sociedad estadounidense. Por ejemplo, en una escena de esta película Cooke da un concierto para un teatro lleno de gente y otro cantante le sabotea el audio. Sin embargo, al intérprete le bastan sus pies para marcar el ritmo y poner a la multitud a cantar.
Lo anterior, si nos abstraemos un poco, pudiera ser una metáfora que indique que no podemos contentarnos con sobras, sino luchar por una verdadera igualdad de derechos y oportunidades. Y es que se necesitan, como lo muestra Una noche en Miami, más voces para alzarse contra la discriminación por cualquier motivo y sea quien sea. Solo así, un cambio vendrá.