NOTICIA
Un “sueñito” de amor
Los sueños, sueños son. Y no tienen que justificarse, ni parecer inalcanzables. Al revés. Estos deben cumplirse con amor, sin egoísmo, e intentando no dañar a quienes nos rodean en el camino. Esa es la enseñanza, en resumen, de En un barrio de Nueva York (2021), musical exhibido este domingo 29 de agosto en la revista cinematográfica Arte 7.
Esta película se acerca a la vida de Usnavi (Anthony Ramos), un joven lleno de aspiraciones propietario de una tienda local en el barrio neoyorquino de Washington Heights, lugar habitado por dominicanos, boricuas, cubanos y otros nacidos, o descendientes, de personas de Centroamérica y el Caribe.
Allí, en un vecindario colorido y muy rítmico, todos coexisten “en armonía” trabajando por lograr sus metas y enfrentando a diario la discriminación, la falta de oportunidades y la carencia de recursos materiales. En fin, superándose.
En ese contexto, donde el hogar, la familia y el sentimiento de comunidad resultan más que palpables, estos vecinos llenos de herencia hispana celebran sus raíces a través de sus bailes y canciones. Pero lo hacen rindiendo un merecido tributo al musical estadounidense clásico.
Para ello su director, Jon M. Chu (Locamente millonarios y otras), y sobre todo sus guionistas, Lin-Manuel Miranda y Quiara Alegria Hudes, pensaron este filme mientras adaptaban el musical homónimo de Broadway merecedor de cuatro premios Tony.
Alternaron, entonces, temas musicales y coreografías con luces y colores, con lo que consiguieron un largometraje de excelente factura y más complejo de lo que pareciera. Y es que In the heights —su título original— no solo nos habla de las inquietudes de sus personajes, hombres y mujeres de diferentes generaciones y llenos de añoranza por su tierra, sino que muestra el trasfondo económico, político y social para los latinos que viven hoy en Estados Unidos.
Sin embargo, contra ese afán atenta el propio elenco del largometraje, algo flojo a la hora de encarnar a estos seres humanos felices y apasionados, pero también más vulnerables, o sea, en desventaja ante el resto de la sociedad norteamericana.
También, en detrimento del filme en cuestión, lo repetitivo de ciertas ideas como esa de “Paciencia y fe”, máxima que se dice una y otra vez durante casi todo el metraje, y termina por aburrir y generar el efecto contrario en el público.
No obstante, pese a estas mínimas fallas, En un barrio de Nueva York dejará su huella en el mundo del cine contemporáneo como el espectáculo electrizante, optimista y vital que es.