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Una última Entrevista de Fellini

Dom, 06/23/2024

Con el propósito de celebrar la 3ra edición de Orizontti Italia – Cuba, la Embajada de Italia junto a la Cinemateca de Cuba, en colaboración con el ICAIC, exhibirá varias cintas restauradas pertenecientes a filmografías de directores clásicos de dicho país: Vittorio De Sica y Federico Fellini.

Entrevista (Intervista, 1987) es uno de los largometrajes proyectados en el cine 23 y 12 de este último realizador mencionado. Es una comedia que está diseñada desde una experiencia de cine dentro del cine. Ejercicio que sirvió para mostrar con tonos irónicos las maneras de realizar una película modelo italiana y sus dinámicas internas.

La estructura discursiva que se gesta en este mundo aparente de fantasía, por la gracia con que se desarrolla su trama make-believe, se presta para hilvanar un retrato a las formas de construir el cine clásico ítalo, de la mano de uno de sus mayores exponentes. Además, establece un examen escatológico a la belleza tanto humana como del séptimo arte, desde la vivencia cándida de uno de sus protagonista: un efebo Sergio Rubini disimulado superficialmente para la cinta como un joven Fellini.

En el filme, el realizador, quien también forma parte del elenco actoral al representarse, toma la oportunidad de ser entrevistado por un grupo perteneciente a la televisión japonesa para recorrer los  foros del que fue su hogar cinematográfico: el Cinecittà (en su aniversario número 50). En dicha cuna se encuentra grabando su último metraje romántico: América, basado en la novela homónima de Frank Kafka.

El ambiente de Entrevista resulta ser ligero y dinamizado, escenario necesario para reflejar las modulaciones y especificidades de la creación. El montaje de una película dentro de una película posibilita romper varios muros a la vez que se homenajea al artista y su obra por medio del propio artista.

Fellini se revive, sin tomar a consciencia su presencialidad, en la figura del periodista Rubini que va descubriendo las interioridades y privanzas del oficio cinematográfico a través de la mirada de su artesano. La ingenuidad del muchacho se rompe mientras tropieza con los diferentes elementos técnicos y artísticos que componen el filme en que participa, materiales de sutil característica felliniana: consabidas figuras estéticas y narrativas de sus guiones y películas precedentes.

La autoreferencialidad palpable por (y hacia) el director se transforma en la vía para reconstruir una exhibición de su carrera, sus mágicas puestas en escena y las aventuras ficcionadas, siempre en conjunción con el neorrealismo y la objetividad en la relatoría. El largo coteja una vida de experiencias y maneras de generar un quehacer artístico diverso, aglutinador e intrigante.

Fellini muestra una vez más la excentricidad y lo grotesco aparejados a la forma de entramar una historia compleja. Entrevista es pervertida constantemente por el tremendismo que gira alrededor de las obras de este realizador. El metraje se compone por varios contextos irreverentes y altisonantes que lo matizan equilibradamente: un recordatorio risible al fascismo, una intimidad con la actriz cotizada pero vulgar y prepotente, una “cotidiana” bomba en el estudio y una suerte de Marcello Mastroianni pitoniso, mago y protagonista de un comercial televisivo, venido para arreglar cualquier problema.

Entrevista, en un repaso que simula un capítulo de superación años después de 8 y Medio (Otro e mezzo, 1963), vuelve a recordar a La Dulce Vida (La Dolce Vita, 1960) con una hábil vuelta a casa entre Mastroianni y Anita Ekberg, quienes rememoran sus escenas juntos. Secuencia cargada de ternura orquestada para amenizar las emociones antes del clímax y su posterior cierre. Lo anterior es muestra de la experticia de Fellini al construir, ejemplo del dominio de los estados emocionales y sensitivos en la dramaturgia.

El bosquejo de este universo particular se sitúa en una etapa de madurez profesional del director, momento en que se asumía por la crítica especializada de ese período que la estructura convencional de sus filmes no formaban parte de la preferencia del gran público, tras el paso de películas como: Satyricon (1969), Roma (1972), Amarcord (1973) o Casanova (1976). Sin embargo, esta penúltima obra del artesano italiano, que no se fija como una simple ofrenda ensimismada, es muestra de la magistral capacidad del director al combinar tradición, experiencia y vitalidad dentro de su propia historia.