NOTICIA
A veinte años de la desaparición física del maestro Santiago Álvarez
La fructífera carrera del documentalista Santiago Álvarez lo muestra como uno de los grandes del cine contemporáneo.
Considerado sin discusión uno de los maestros del género documental, junto a los insignes Robert Flaherty, Lenny Riefenstahl, Joris Ivens y Roman Karmen, su talento artístico entrega los hechos a la mirada del espectador, sin importarle tesis alguna, pero dejando explícito el partido que tomaba.
En tiempos en que reinaba la convicción de que el mundo podía cambiar para bien con el desplome general del colonialismo, las guerras de Argelia y Vietnam, la rebelión de los movimientos estudiantiles europeos, latinoamericanos, asiáticos; y una constante renovación en el arte, las modas, los colores y las concepciones estéticas; su cine lo mismo criticaba y denunciaba a los imperialistas, que llamaba a la reflexión sobre los defectos cotidianos de nuestro proceso revolucionario.
Autodidacta, ingenioso, profundo y natural, irónico y generador constante de ideas, poseído de una audacia creativa a toda prueba, dirige su mensaje a los revolucionarios y a los potenciales revolucionarios.
Siempre que encaminaba su mirada al imperialismo era para golpearlo: con el enemigo no hay diálogo posible.
Y dentro de todo ese inmenso mar de creatividad está el internacionalismo verdadero, la solidaridad en activo, la contradicción y su superación cotidiana dentro de nosotros mismos.
Razón y emoción, análisis y entusiasmo; impaciencia y confianza, honradez y autenticidad, son virtudes intrínsecas del documentalista Santiago Álvarez, quien logro el milagro de transmitir alegría, optimismo, encanto y vitalidad al cine político.
De todas sus obras, ninguna fue tan alta y completa como el Noticiero ICAIC Latinoamericano, fragua y escuela por donde pasaron durante casi tres décadas los más importantes exponentes del cine cubano de la época, así como algunos realizadores de nuestro continente, sobre los cuales Santiago ejerció admirable magisterio.
En el Noticiero se revelan caminos nuevos para comunicarse con las grandes masas populares.
El uso de la gráfica, la tipografía, los letreros con textos de Martí y Fidel, y el uso de la truca y los collages son fórmulas innovadoras de profundizar en la dinámica revolucionaria.
Es en el Noticiero donde Santiago promueve con mayor vigor las más radicales mutaciones lingüísticas con las que da nacimiento a un nuevo género, el noticiero reflexivo, casi de ensayo; el noticiero para movilizar corazones y mentes, con su dosis de humor y de puro deleite estético.
Supremacía de la imagen, poder de síntesis, respaldos de una rica banda sonora; son elementos que conforman el liberado, desalienado y novedoso lenguaje, todo lo cual constituye el genuino aporte de la cinematografía cubana a la gramática mundial del género, contribuyendo decisivamente al desarrollo de la documentalista latinoamericana.
“La función del cine y del periodismo no es resolver los problemas que se presentan, sino contribuir al conocimiento de ellos, ayudar a esclarecer y a reflexionar. No se es periodista o cineasta crítico o apologético; se es cineasta o periodista que asume esa vertiente según el asunto, el momento. Es un peligro estar equivocando funciones, porque eso es una coartada para evadir responsabilidades”.
Así definió su posición artística y política, y así lo reflejo siempre en su obra.
El 20 de mayo de 2018 se cumplieron 20 años de su desaparición física, pero su obra lo inmortaliza y es menester mantenerlo vivo, mantener viva su obra, que en definitiva es la crónica cinematográfica de la Revolución cubana.
Tomado de: Cubadebate.