¿Y qué tú crees…?

¿Y qué tú crees…?

Sáb, 04/23/2016

Luego de que este viernes la Villa Blanca de los Cangrejos, Gibara, se viera bajo un torrencial aguacero, el equipo de Cubacine decidió preguntarles a delegados y jueces sobre el Festival del Cine Pobre. Un evento importante como este para el poblado holguinero y aquellos que hacen séptimo arte con pocos recursos, genera muchos criterios. Mientras unos confluyen, otros toman caminos totalmente opuestos. Pero, ¿acaso eso no es lo interesante?

Según el cineasta y escritor Arturo Sotto, miembro del jurado de ficción, en sentido general hay una gran diversidad en las obras. “Diversidad de temas, lenguajes, enfoques, historias… Sin embargo, no hay tanta pluralidad en cuanto a los países concursantes. La producción cubana es mucho más numerosa y, en su mayoría, con muy buena calidad”, apuntó el director de Boccaccerías Habaneras (2013).

Fotograma del largometraje de ficción La pared de las palabras.

“Siento que hay una calidad y un peso en los filmes nacionales que me gustaría estuvieran en los extranjeros. No es que no haya buenas obras foráneas, pero el peso de las cubanas se hace sentir”, señaló el cineasta.  

Para el director y guionista Juan Pin Vilar, también miembro del jurado de ficción, el panorama es un poco diferente.

“Para la próxima edición hay que seleccionar las obras de manera más rigurosa. En mi opinión, el cine cubano que se hace hoy día tiene una intención solo enunciativa, y eso provoca que pierda el lenguaje cinematográfico. A veces los jóvenes, o los más jóvenes, piensan que basta con decir algo y dejan de contar una historia. No obstante, a veces por las condiciones de producción no queda más alternativa que hacer lo que se puede”.

No obstante, Pin asegura que de manera general el cine cubano y latinoamericano gozan de buena salud. “Y es por su sinceridad. Sinceridad que nace como resultado de que es un cine en el que no median mucho las grandes transnacionales”, explicó.

También cree este conocido director de televisión que dentro de unos años, “y en la medida que las autoridades políticas y culturales se unan mucho más por un propósito común: que el cine llegue a la gente, el Festival puede convertirse en uno de los más importantes del cine del Tercer Mundo”.

Pero si alguien está encantada por estar en Gibara es Natalia Bolívar. “He sido recibida por el pueblo con gran cariño”, confesó la etnóloga. No visitaba el pueblo desde antes del triunfo de la Revolución. Ahora ha vuelto como parte del jurado de documental.

“Para mí, todos los documentales de este Festival son importantes. Nos dan la visión de lo que constituye el cine pobre y nos muestran diferentes realidades que uno desconoce, o conoce parcialmente. Las 20 obras son 20 clases magistrales de lo que se puede hacer con escasos recursos. Es un honor estar acá, no solo por el cine pobre, sino por todo lo que genera a su alrededor. Apoyamos a Pichi, a la memoria de Humberto y al pueblo de Gibara. Este Festival no puede caer nunca”, afirmó.

Fotograma del documental Esa gente existe.

Otro de los que le confiere a las obras cubanas gran mérito es el artista visual y jurado de animación y videoarte Gustavo Echeverría Estrada, más conocido como Cuty Ragazzone. Para Cuty, el peso del concurso está en dibujos animados. “Se nota que hay un conocimiento estricto de los programas digitales de animación, hay buen dominio de la imagen y el diseño. No obstante, las ideas son las que se me hacen un poco elementales”.

Por otra parte, este artista piensa que el Festival está creciendo cada día más. “Aunque no puedo negar que el peso lo lleva la música, luego, quizá, las artes plásticas, y en último lugar el cine. Puede que esto ocurra porque no existen condiciones que favorecen al espectador cinematográfico, aunque tampoco el pueblo de Gibara tiene mucha costumbre de ir al cine. Toda una contradicción, sin dudas, porque es él, el pueblo, quien más apoya el evento”.

Tal contradicción también la respira el joven realizador Juan Carlos Calahorra, quien ha llegado hasta el Festival para competir, junto a Carlos Melián, en la categoría de guion inédito para largometraje de ficción. El caso Nolberto es el proyecto que defienden.

“Me gusta mucho Gibara, sobre todo por sus valores arquitectónicos, que son apreciables en varios edificios. Me emocionó visitar la casa de Guillermo Cabrera Infante, al tiempo que me entristeció conocer que su fachada será demolida por falta de presupuesto para repararla”, confesó Calahorra.

“Sin embargo, siento que más que un festival de cine este es un festival de las artes. Creo que el evento es importante porque le trae vida al pueblo, y a los que llegamos nos ofrece un entorno idóneo para hacer turismo cultural. Pero, reitero, no siento que participo en un festival cinematográfico”, acotó.

En la misma cuerda de opinión se balancea el también realizador Fernando Fraguela, quien compite con el corto de ficción Ladridos. “El Festival es como una leyenda entre los más jóvenes como yo. Se realiza en un pueblo con una gran belleza. Pero siento que el cine no es el protagonista del evento, y eso es una contradicción. Las actividades colaterales resultan más atractivas y compiten con el audiovisual por la preferencia del público. No obstante, no he perdido la ilusión. Es un placer estar aquí”.

Solo le queda a la incertidumbre el día de mañana. Este domingo se conocerán en Gibara los ganadores del Festival del Cine Pobre. Aunque, en nuestra opinión, todos lo somos un poco. Solo ser parte de un festival que pretende mantener vivos los deseos de un cineasta como Humberto Solás, e incentivar el “cine pobre”, es ya todo un privilegio.

(23/ 04/ 2016)