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Yeny Soria… entre ángeles y demonios es feliz
Recién se escuchan los ecos del otorgamiento del Premio Llauradó a la actriz Yeny Soria en el apartado de actuación femenina, en esta oportunidad a propósito del filme Insumisas.
En medio de la preparación de nuevos proyectos de trabajo, recuerda la joven actriz sus comienzos en el universo actoral:
Mis inicios se remontan al Grupo de Teatro Olga Alonso, con Humberto Rodríguez, en la Casa de Cultura de Calzada y 8. Cuando llegué a él ya sentía pasión por el arte, especialmente por la actuación; por tanto, fui enfocada a realizar las pruebas para ingresar a la Universidad de las Artes (ISA). Esta agrupación me llevó a encontrarme con muchos personajes del teatro cubano, norteamericano; fue una preparación ardua justo para asumir los exámenes de entrada a la institución, tanto, que en 2007 fui aceptada. Transcurrieron los cinco años con excelentes profesores, entre los que agradezco especialmente a Mario Guerra, que fue, es y será para mí siempre un actor de grandes ligas, además de uno de mis ídolos en el mundo de la actuación y con quien he tenido la bendición y el honor de haber podido compartir tantas escenas en el teatro y el cine, entre ellas, Insumisas, de Fernando Pérez.
Ya en el ISA llegaron oportunidades de trabajo como actriz en series de televisión. Mi primer rol protagónico sucedió en el primer año del ISA con el teleplay Abre los ojos, mami, junto a María Teresa Pina, y con el cual obtuve mi primer premio Llauradó como mejor actuación femenina.
La televisión me permitió disfrutar el trabajo con Vicente González Castro en Forense; recuerdo esa escena junto a Isabel Santos y Patricio Wood: yo estaba muriendo de nervios porque para mí ambos representan muchísimo dentro del mundo de la actuación. Luego tomé como más fuerza en el trabajo, por decirlo de alguna manera, y aparecieron oportunidades como Adrenalina 360, una serie que conectó mucho con los jóvenes.
De la televisión al cine, ¿cómo fue el salto?
Mientras hacía televisión, incluso teatro, siempre soñé con el cine y creo que eso nos ocurre a menudo a los actores. Para mí el cine tiene un lenguaje y unos códigos que me fascinan, y conste que soy servidora fiel de la televisión, le agradezco inmensamente; pero sucede que el cine me permite traspasar un tanto los límites, que quizás, por razones de masividad, en la televisión no lo puedo hacer.
Y fíjate que regreso al tema de la televisión porque a pesar de esa opinión recuerdo la película que hicimos para ella, Te amaré siempre. Trabajé muy estrechamente con la actriz Miriam Alameda (Mumi) y fue algo impresionante lograrlo. Ese año ganamos el premio Llauradó compartido, y esa película nunca se ha visto en el cine, siempre ha sido en televisión, pero nos trajo grandes experiencias a todos los actores que intervinimos en ella. Las personas todavía se acercan y rememoran pasajes de ella, lo cual quiere decir que esa puerta inmensa que es la televisión es una dicha poder traspasarla siempre, aun cuando se vaya ocasionalmente por otros senderos.
Por otra parte, y en eso tiene que ver que vengo de la mano de mi profesor Mario Guerra, me apasiona moverme dentro de lo experimental, me place asumir retos, probarme a mí misma, superar riesgos, y eso me gusta mucho hacerlo en el cine: en primer lugar, porque queda para toda la vida, y en segundo, porque frente a esa cámara que lo magnifica todo, siento que debo crecerme aún más.
Lo cierto es que como actriz siempre estoy disponible para trabajar en el proyecto que haya sido pensado para iluminar a las personas, sensibilizarlas en pos del mejoramiento de las cosas, especialmente, del ser humano.
Y justo este premio Llauradó reconoce tu trabajo en el cine por la obra Insumisas. Además del merecido lauro, ¿qué más te llevas del filme?
Me llevo ante todo la confianza de Fernando Pérez, y eso no tiene precio. Por ello, cada vez que la alegría, la suerte, el premio o la satisfacción tocan a mi puerta, lo llamo y le cuento, porque él es también muy responsable de cuán feliz soy como actriz.
De Juana de León, mi personaje en Insumisas, también me llevo la fuerza. Es una mujer que vivió muchas situaciones peligrosas y duras en una época ferozmente cruel, y tuvo el valor para romper todo tipo de reglas y creer en lo que sentía y quería. Fue un personaje que desgarra, y lo logró en lo personal porque siempre se mueve en el límite. Es, al fin, una historia triste porque a pesar de que ambas mujeres fueron revolucionarias e intentaron juntas vencer dentro de la oscuridad, lamentablemente se vuelve a un punto común: las consecuencias de las miserias del ser humano.
Junto a la fuerza, a la par, me dejó la impotencia ante la humanidad, pues la historia de la protagonista me llevó a lugares profundos y sombríos de los seres humanos, porque no solo queríamos contar que el amor va más allá del género, sino también cómo, desafortunadamente, la humanidad muchas veces no puede ver los lados positivos de esa afirmación, y lo cierto es que la vida exige ver más allá.
La sentencia de la protagonista como personaje, es de las escenas y momentos más intensos que he tenido que vivir como actriz y se lo agradeceré siempre a Fernando porque él, de manera muy especial, sabe como pocos hurgar para hallar un cúmulo de emociones encontradas, y en mi caso las sacó a flote. Eso me satisface solo de pensarlo, imagínate cómo fue vivirlo.
Afortunadamente, esta joven actriz hoy es llamada por muchos directores y asegura que cada paso le condiciona esas ganas enormes de seguir trabajando. En ese sentido, asegura:
Estoy enfocada en que llegue a mí un trabajo que sea biográfico. Me encantaría representar la vida de una mujer notable de cualquier esfera de la vida cultural, especialmente; quiero vivir la vida de una mujer que haya sido leyenda.
En cuanto a videoclips, igualmente quiero seguir compartiendo la experiencia. Esta ha sido una especialidad artística que me ha hecho muy feliz, porque he intervenido en videos que han sido pequeños cortos, ya sea en País, Te espero en la eternidad…; han sido historias intensas de tres minutos que me han exigido mucho. Además, como el audiovisual tiene tanta incidencia social justamente por lo mucho que se transmite, pues todas esas veces la historia sigue marcando a las personas que la ven, y está uno ahí, sin imaginarlo, avivando esas emociones.
Para este 2020, adelántanos qué propuestas ya tienen tu nombre.
Felizmente, tengo una propuesta de cine, cuando lo tenga ya todo visto, ojalá este sea el espacio para darla a conocer. Este año se estrena un filme de Chijona que me tiene súper feliz, hay un elenco con el que soñé desde niña: Luis Alberto García, Isabel Santos, Enrique Molina, Carlos Enrique Almirante… Verme entre ellos fue una sensación muy grata. El filme se llama Oscuros amores.
También estaré filmando un videoclip con Pulido en el que asumo a una boxeadora, por tanto, ahora tengo nuevas exigencias físicas. Igualmente, una serie de televisión me ha solicitado, y he aceptado (sonríe).
Ya listas para salir al aire en televisión, apareceré este año en las propuestas Rompiendo el silencio, De amores y esperanzas y Promesas.
Dicho y visto así, con la mesura con que suele hablar Yeny Soria, pareciese que el tiempo se detuviera para darle paso a lo mucho que le resta por hacer y contar. Hay una madurez alcanzada con talento, trabajo y empeño. Por eso, tomando como referente lo que dijera una de sus primeras profesoras del ISA, Edith Obregón, que los actores deben saber desatar esos ángeles y demonios con los que conviven, a fuerza de sensibilidad Yeny marcha segura hacia nuevas metas que, convertidas en personajes, le esperan.
Una de ellas, y no por nombrada al final es menos importante, se trata de que en teatro Sor Juana Inés de la Cruz aguarda este año por la mirada y el corazón inteligente y sensible, la sonrisa a veces aniñada y esa dulzura manifiesta que Yeny Soria regala a la hora de relacionarse. Sin obviar, por supuesto, la fuerza necesaria para trabajar dentro de ese laboratorio de emociones que es la actuación, y desde donde da vítores por esos ángeles y demonios que la hacen feliz.
(Tomado de revista La Jiribilla, nro. 866)