(La Habana, 1933)
Trabajaba como luminotécnico en un cabaret por la noche y por el día en el programa Escuela de Televisión cuando en 1955 fue llamado para integrar como iluminador el equipo de producción de Cine-Revista. El trabajo junto a Santiago Álvarez creó un estrecho vínculo entre ambos que le propició una importante participación dentro del Noticiero ICAIC Latinoamericano y en numerosos documentales, entre estos varios clásicos como Ciclón (1963), Cerro pelado (1966), Hanói, martes 13 (1967) y 79 primaveras (1969). Se convirtió en un fotógrafo imprescindible para Santiago, a quien acompañó a eventos nacionales e internacionales y junto al que trabajó en más de mil ediciones del Noticiero y en El sueño del pongo (1968), el único corto de ficción del renombrado documentalista. Se adaptó con rapidez al tránsito de la pesada cámara de celuloide a la muy ligera de video, alternativa del ICAIC para recuperar la producción a fines de los años noventa. Atesora numerosos reconocimientos a lo largo de una carrera vinculada desde sus inicios al nuevo cine cubano.