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Alán González: “Variedad de voces en busca de oportunidades”
Egresado del perfil de Fotografía de la Facultad Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual (FAMCA) de la Universidad de las Artes (ISA) y de la especialidad de Guion de la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV), Alán González (1987) ha concebido a través de estas especialidades una formación que lo llevó a la dirección.
Además de su trabajo como fotógrafo y guionista, con su cortometraje La profesora de Inglés recibió varios premios en eventos cinematográficos.
Actualmente, el joven realizador trabaja en La muchacha de los pájaros, uno de los seis cortometrajes que formarán parte del largometraje coral que dirigirá Fernando Pérez.
Sobre sus expectativas con este proyecto que reúne a un conjunto de jóvenes realizadores y el acercamiento del ICAIC a producciones gestadas desde grupos o colectivos de creación nos comenta a través de este diálogo que será punto de partida para una conversación mayor.
¿Qué nos puedes adelantar sobre tu proyecto?
La muchacha de los pájaros parece contar la experiencia de una joven que llega a asumir una casa y se encuentra con el eco de una vida y los espacios vacíos que le dejó. Tan delicada es, y de tan distinto modo podría ser recibida por cada cual, que prefiero hablar poco de ella. Me siento muy dichoso de poder hacerlo y le tengo muchas ganas.
¿Cómo crees que estos cortometrajes se pueden integrar para un discurso coral?
El conjunto de cortometrajes que deben formar la película total ofrece una muestra de la variedad de voces en busca de oportunidades en el panorama del cine cubano, en este caso, de ficción.
Y no me refiero solo a quienes dirigen, sino también a quienes desde las otras especialidades diariamente aportan su talento, esfuerzo y recursos para hacerlo cada vez mejor.
Me parece significativo, por ejemplo, que tres de las seis historias hayan sido escritas o coescritas por guionistas de profesión, específicamente por Nuri Duarte, Laura Conyedo y Amilcar Salatti. También me parece hermosa la oportunidad de acercarnos a Fernando Pérez en un ambiente creativo.
¿Qué significa para ti trabajar junto a Fernando Pérez?
Compartir con Fernando Pérez es como volver a ver a la maestra más querida de cuando eras niño y que no se acuerde de ti. Sabes que lo que ella te ha dado te acompaña y sabes que hizo tanto por tantos que no esperas que te recuerde en especial. Te basta con que haya sido tu maestra y siempre lo será.
Fernando Pérez es un mito y es, por suerte para él, también, una persona real. No deja de enseñarte y lo hace de manera natural, a veces sin darse cuenta. Agradeces lo que te enseña y eso te basta, y entiendes que él no sepa lo que significa para ti.
¿Cuál es tu opinión acerca de estas alianzas entre el Instituto y los jóvenes realizadores?
Creo que estamos en un momento de singular acercamiento entre el ICAIC y los cineastas. El Fondo de Fomento del Cine Cubano, por ejemplo, que debió llegar hace años, es resultado de un larguísimo diálogo y pronto deben verse sus primeros frutos, no solo por parte de jóvenes realizadores, sino de muchos otros, porque el cine cubano se ha resentido durante años en todos los ejes, y todos nos hemos visto afectados: los cineastas, la institución y, sobre todo, el público.
Aunque el Fondo es un gran paso, no es todo lo necesario, ya lo sabemos. Hay mucho apuntado por hacer. En ese sentido, me parece muy positivo estas iniciativas y las propuestas que puedan venir.
Lo que el ICAIC pueda delegar, compartir o proteger es un ejercicio de confianza que a su vez genera confianza y que tiene que ocurrir cada vez más. Los hechos demuestran la voluntad. Un más amplio y profundo espectro temático y artístico en nuestro cine y una mejor distribución solo pueden venir de una práctica constante, una búsqueda de rigor en el trabajo cotidiano, un ejercicio crítico en paralelo y un intercambio constante con la institución y con los demás.
Ese intercambio debe ocurrir con respeto y con la medida justa entre la paciencia y la exigencia al otro y a uno mismo, pero, por un lado, a veces la gente olvida que el ICAIC está integrado personas también, muchas de ellas trabajando duro para lo mismo y, por otro, al ICAIC le cuesta desarmar ciertos conceptos que a veces no trabajan para un cine mejor.
Una de las tareas más difíciles que tenemos en Cuba es sostener la voluntad y el esfuerzo en el tiempo, y aprender a recapitular y reprogramar los objetivos. Vemos proyectos que comienzan con euforia y prematuramente languidecen ante las dificultades, que son muchas. Por eso, este singular acercamiento desde varias zonas es algo que cuidar y alimentar. Creo que para un mejor cine y un público más amplio y mejor, además de los retos que impone el contexto actual, debemos reducir al mínimo la burocracia, entender que cada película tiene sus particularidades y modos distintos de hacerse, y tratar al otro como igual.
(Foto: cortesía del entrevistado)