NOTICIA
Atributos de Hello Hemingway, a 30 años de su estreno
Todavía muy joven, en 1990, nunca pude comprender ni aceptar a cabalidad cuando se anunció en una masiva clausura del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano el triunfo de la cubana Hello Hemingway por encima de la coproducción Yo, la peor de todas, que en aquellos momentos me parecía incomparablemente superior.
En aquel entonces mi entusiasmo se desbocaba por películas cuya puesta en escena, o narración, se aproximara a ciertos códigos de vanguardia, como la agresiva teatralidad de Yo, la peor de todas, y subestimaba Hello Hemingway como una película pequeña, convencional, menor en importancia si se compara con otras dirigidas posteriormente por Fernando Pérez.
Luego, muchos años después, cuando pasaron 20 o 25 años, comprendí que se trata, en verdad, de uno de los mejores filmes cubanos de su época, continuidad del mejor cine histórico realizado en Cuba durante los años 70 y 80, en tanto la protagonista representa, tácitamente, la voz, las esperanzas y las frustraciones de muchas mujeres en toda una época. A diferencia de Clandestinos, Fernando Pérez enfatiza el drama individual, las aspiraciones personales, por encima del heroísmo revolucionario y la épica colectiva.
A pesar de clasificarse en el amplio apartado que el ICAIC consagró al cine de tipo histórico, desde el principio hasta el final se presenta al principal personaje real, el de Ernest Hemingway, muy distante de la imagen habitual que sobre él se presenta en los medios cubanos, en tanto norteamericano simpatizante de la Revolución. Hemingway es aquí una figura distante y evasiva, un profesional de las letras acomodado y famoso, que contrasta con las protagonistas, estas mujeres de pueblo, Larita y su familia, muy caracterizadas en función de la pobreza y frustración de una Cuba dominada por los prejuicios clasistas y la adoración de lo norteamericano.
Y aunque Hemingway se muestre desde la distancia crítica, el guion del filme se acerca con respetuoso afecto a su obra literaria, y la trama principal puede verse en tanto adaptación indirecta de la novela El viejo y el mar, un texto ambientado en los años 50 y que ejerce enorme influencia en la actitud de Larita, la protagonista, sobre todo en cuanto a la filosofía de que alguien puede ser derrotado pero no vencido.
El filme también se distingue, en cuanto a su perspectiva para establecer el análisis de una época pasada, del hecho de que la mayor parte del cine cubano anterior a este filme muestra en negativo las décadas anteriores al triunfo de la Revolución, mientras que Hello Hemingway, al igual que su predecesora Clandestinos, sostiene una posición mucho más equilibrada y presenta grandes problemas sociales, pero en medio de ellos está la alegría, la música, el glamour, los sueños juveniles y la belleza.
Una Habana lustrosa y de colores pastel se reitera en esta película, dominada por las hermosas vistas de la Finca La Vigía, mientras se recuerda en positivo, en el mismo plano nostálgico de remembranza, el Instituto de La Habana, el Paseo del Prado, la embajada de los Estados Unidos de América, entre otros paisajes citadinos.
Porque mediante el uso el color y de los movimientos de cámara se expresan diferentes niveles narrativos y estados mentales, de modo que se muestran espacios luminosos y abiertos para ambientar los sueños de la muchacha (Finca La Vigía, Instituto de La Habana), mientras que la cámara se vuelve estática en los espacios claustrofóbicos de la casa. Por algo se dice que Hello Hemingway es la película del agua y de la luz, vista en comparación con otros filmes de Fernando Pérez.
A la altura del segundo largometraje de ficción, Fernando Pérez confirmaba su preferencia por los protagonistas rebeldes e inconformes (con frecuencia mujeres), como se muestra en la anterior Clandestinos y en las posteriores Madagascar o Insumisas, y también en La vida es silbar, José Martí, el ojo del canario y Últimos días en La Habana, protagonizadas por hombres.
Al igual que en La vida es silbar, Suite Habana o Últimos días en La Habana, todas posteriores a Hello Hemingway, en esta última se alude a la religiosidad de matriz católica, y aparecen varias imágenes de la Virgen de la Caridad o representaciones del Sagrado Corazón de Jesús. Hay un momento, al principio, cuando la abuela bendice a Larita y le dice: “Que San Lázaro, la Virgen de Regla, la Caridad y el Ángel de la Guarda te acompañen”.
Por todas esas razones la obra de Fernando Pérez se distinguió por su singularidad en los primeros 30 años de cine cubano realizado por el ICAIC. Por hablar solamente de los filmes nacionales que se estrenaron ese mismo año, 1990, Hello Hemingway se distanciaba de la atmósfera soez y marginal de María Antonia; nada que ver con el criticismo humorístico de Alicia en el pueblo de Maravillas; y se alejaba años luz de la épica internacionalista presente en Caravana.
Fue también uno de los filmes cubanos más reconocidos en su época: Primer Premio Coral al mejor largometraje de ficción y mejor actuación femenina (Laura de la Uz) en el XII Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana. También ganó los premios por mejor fotografía (Julio Valdés) en el Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias, Colombia; la máxima distinción de la Asociación de Cronistas de Espectáculos de Nueva York; y el premio a la mejor banda sonora (Edesio Alejandro) en el Festival de Trieste, Italia.