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Cine Club Visión cumple 65 años
El Cine Club Visión (CCV) es una institución que hizo historia en la década de 1950 en La Habana. Por ella desfilaron y apoyaron la cultura verdaderas eminencias del país. Casi todos ellos conformaron en la próxima década (la década de la Revolución) parte del gran movimiento que renovaría para siempre la creación cinematográfica y de otras artes.
El CCV ofreció su primera función el 17 de abril de 1956, en el Cine-Teatro Apolo (10 de octubre y Santo Suárez), presentando dos filmes: Y se hizo justicia (A. Layatte) y Peluquero de señoras (J. Duviver).
Este Cine Club Visión era una sección de cine dentro de la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo, creada oficialmente en febrero de 1951. La Sociedad venía gestándose desde 1949, nutrida por la experiencia acumulada por el grupo dirigido por Juan Elósegui, con estudiantes y profesores del Conservatorio Municipal de Música de La Habana.
Al inicio el CCV no contaba con ningún local, las presentaciones se hacían en el Club Condado (sociedad del jabón Candado). Los debates eran en el cine Apolo. Hasta que, después de unos cuatro meses, el 30 de agosto de 1956 logran alquilar un espacio en la calle Durege 261 e/ Santa Emilia y Zapotes, La Víbora.
El presidente de la Sociedad Nuestro Tiempo era el músico Harold Gramatges, con una directiva y consejo editorial integrado por Juan Blanco, Edgardo Martín, Argeliers León, Rafaela Chacón, Fornarina Fornaris, José Massip y el cineasta Tomás Gutiérrez Alea. Todos estos integrantes de la directiva se convirtieron en notables figuras de la cultura cubana en la década venidera con el triunfo de la Revolución en 1959.
Volviendo al Cine Club Visión, en esta organización se mostraron las películas más renombradas de esos tiempos: Juegos prohibidos (René Clément), El tesoro de la Sierra Madre (John Huston), Milagro en Milán (Vittorio De Sica), Muerte de un viajante (László Benedek), Un tranvía llamado deseo (Elia Kazan), Té y simpatía (Vicente Minnelli). Ya dentro de la nueva etapa social se mostró el 25 de marzo de 1959 la obra El Mégano (Julio García Espinosa, con música de Juan Blanco). También se expuso un filme con el ballet de Amadeo Roldán La Rembambaramba.
Muchos de los miembros del Cine Club Visión pasaron al ICAIC, creado el 24 de marzo de 1959: Tomás Gutiérrez Alea, Manuel Pérez, Nelson Rodríguez, Gloria Arguelles “Yayita”, Manuel Octavio Gómez, Luis Costales, Rodríguez Calderón, Francisco Sureda, José del Campo, Norma Torrado, Rigoberto Águila, Gisela Domenech, Manuel Puerta, Jesús Ortega y, por supuesto, Leo Brouwer, Jorge Gómez Labraña, Manuel Cofiño López, Manuel Puerta Quiroga y muchos otros más.
A la vez, prestigiosos especialistas dieron conferencias y conversatorios, historiadores, críticos y directores apoyando incondicionalmente al Cine Club Visión. Entre ellos podemos nombrar al Dr. José Manuel Valdés Rodríguez, crítico del periódico El Mundo; Walfredo Piñera, crítico del periódico Diario de la Marina; Ramón Becalli, crítico de cine y teatro del periódico El País; Alfredo Guevara, Julio García Espinosa, Tomás Gutiérrez Alea, Manuel Duchesne Cuzán, Vicente Revuelta, Juan Blanco, Harold Gramatges, María Teresa Linares, la Dra. Graciela Pogolotti y el Dr. Antonio Núñez Jiménez. Se hicieron muchos conversatorios con Gutiérrez Alea, Guillermo Cabrera Infante, Valdés Rodríguez, Julio García Espinosa, Mario Barral, Faustino González Piñera y Alfredo Guevara, entre otros.
En enero de 1957 se crea el Centro de Estudios Fílmicos, donde estudiaba un curso teórico-práctico de las técnicas de realización cinematográfica. Las clases eran ofrecidas por Jorge Rodríguez Calderón y Rigoberto Águila. Tomás Gutiérrez Alea prestó una cámara de 8 milímetros para que practicaran y filmaran un guion de seis minutos.
El Cine Club Visión concluye en los primeros meses de 1960 y deja una huella esencial para las nuevas generaciones. Fue la semilla de conciencia en la creación de un cine nacional. “Personalmente —me dice Leo Brouwer— yo amplíe, junto a Jesús Ortega, el horizonte de las ideas en términos de cultura artística, y de tener amigos que estaban en otras esferas que no eran solamente la música, sino también el teatro, el cine, la pintura, y eso ayudó. Ahí están las grandes figuras del cine y la cultura, salidos, muchos de ellos, del Cine Club Visión de La Víbora. El CCV fue una asociación pobrísima económicamente, pero con gran riqueza espiritual y artística. Todos éramos muy jóvenes”.
El guitarrista Jesús Ortega me cuenta: “En aquellos tiempos no había ni para pagar el ómnibus, ni para comprar cuerdas para la guitarra. Caminábamos largas distancias para no tener que pagar el pasaje; pero eran los tiempos de juventud y las ilusiones y las esperanzas te impulsan para llegar a la meta”.
Por su parte, Tomás Gutiérrez Alea, en su residencia de la calle 0 de Miramar, en una entrevista sobre Leo Brouwer, me remarcó que esa etapa de juventud fue decisiva para la voluntad de hacer cine y acentuar la vocación creativa futura. “Yo tenía solamente 23 años, estábamos deseosos de hacer muchas cosas y todas las logramos”.
(Foto: cortesía del autor)