NOTICIA
Construir nuevas masculinidades implica más de un sacrificio
Víctima de la violencia estructural, Cassie, la protagonista de Una joven prometedora (Emerald Fennell, 2021), filme exhibido recientemente en La séptima puerta, se convirtió en una psicópata. Como una heroína rota toma la justicia con sus manos y se enfrenta sin piedad a todo aquel que ha intentado y continúa cosificándola.
Esta película toma como eje central la violencia de género y su naturalización dentro de nuestra sociedad patriarcal. Sin embargo, su realizadora no construye su personaje sobre la fragilidad habitual en muchas víctimas de este conflicto; crea una mujer que ha mutado a victimaria y menosprecia los estereotipos y los roles comunes a cada género.
Cassie es un ser antisocial que deconstruye desde sus acciones la heteronormatividad y la masculinidad hegemónica como factores determinantes de la violencia de género. Su negación a los convencionalismos sociales la alejan del prototipo de la buena chica que establece el patriarcado.
Las visiones machistas recorren de principio a fin toda la cinta; frases como: “Las chicas como ella se ponen en peligro a sí mismas”, “Se lo está buscando” o “Ella estaba borracha” intentan justificar la violencia y lo peor es que son expresadas tanto por hombres como por las propias mujeres, elemento que evidencia la normatividad de una desigualdad social que establece dominación y la sujeción hacia el sujeto femenino.
Sin embargo, eso no resulta lo más alarmante de una sociedad que coloca al hombre en una posición de superioridad frente a la mujer. Los mecanismos de dominación ejercidos desde diversas circunstancias y de maneras distintas encuentran su máxima expresión en el feminicidio, sumo “castigo” para todas las que intentan transgredir lo establecido.
¿Será que Cassie se buscó su propio final por haber ido sola a reclamar su venganza? o ¿acaso violar los límites condicionados por su género la hicieron vulnerable?
La realidad es que ningún motivo justifica la naturaleza de una muerte por el hecho de ser mujer. Infringir las leyes del patriarcado desestabiliza la superioridad masculina y la manera más certera de restablecer el poder es el feminicidio.
Construir una historia con todas estas nociones implícitas y explícitas desde el sarcasmo constituye una manera distinta de dialogar sobre estas severas problemáticas sociales. Sermonear acerca de la inequidad de género y la violencia desde una visión otra resulta una labor plausible.
Fennell, consciente de la cruda verdad que acecha nuestro mundo, no depara paternalismos. Cassie es parte de esta sociedad y, por más que intenta alejarse de las normas de la misma, construir nuevas masculinidades implica más de un sacrifico.