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Mario Rodríguez

Cuando Rodríguez Alemán era “el crítico de cine”

Mié, 06/16/2021

 “En varias ocasiones me sucedió que los filmes que Rodríguez Alemán catalogaba como banales y perniciosos me resultaron muy buenos. Eso no significa necesariamente que como crítico fuera desacertado, sino que tal vez yo precisaba de más fogueo ante la pantalla”.
Mario Masvidal    

Lo primero que leí de Mario Rodríguez Alemán (1926-1986) fue una conferencia sobre uno de los grandes autores españoles del Siglo de Oro. Tal vez era Calderón de la Barca o Lope de Vega. Ya no me acuerdo. Y acaso no lo recuerde porque es un texto prescindible como algunas de sus críticas de cine, a veces con obviedades, y este en particular con una elemental exigencia de escritura. 

Sin embargo, como en todos sus textos, dominaba las referencias. Era un hombre de una enorme cultura, además de ser polígloto. Detrás de cada texto se notaba al lector de años, a ese que nunca perdió la curiosidad por las creaciones del mundo, lo que no quiere decir que se le dieran siempre atractivas asociaciones. De hecho, Mirta Aguirre, quien también hizo crítica de cine, a veces era (es) más interesante que él.

Pero sería muy injusto y desatinado admitir que Mirta Aguirre era mejor analizando películas que Rodríguez Alemán. Eso sí, en cuanto a reflexión en general, sí le ganaba al autor de La sala oscura, esos dos volúmenes claves para entender lo que se puede hacer en crítica de cine y lo que no. La Aguirre sigue sorprendiendo por ese ensayo que escribió sobre Sor Juana Inés de la Cruz.

Graduado de Periodismo en la Escuela Manuel Márquez Sterling y antes, de Doctor en Filosofía y Letras, Rodríguez Alemán venía a unirse a los nombres de otros críticos importantísimos de la República como Guillermo Cabrera Infante, José Manuel Valdés-Rodríguez —su maestro—, René Jordán y Walfredo Piñera. Comenzó a escribir sus críticas de cine desde 1949 en el periódico Mañana, que alternaría con colaboraciones para la revista Nuestro Tiempo y Bohemia. Luego su nombre aparecería en publicaciones extranjeras como Humanismo (México) y Señal (Guatemala). Más tarde se le abrirían las páginas de Cine Cubano, Granma y Trabajadores

No obstante saberse muy publicado y leído, experimentó el rechazo. Algunos de sus trabajos no fueron admitidos por la prensa oficial. En la televisión tuvo una presencia notable en programas como Cine en TV y la Tanda del domingo. Fue este último el que le valió la aceptación de la mayoría y no pocas incomodidades de espectadores. Él mismo llegó a contar que a veces lo paraban en la calle para compartirle un criterio sobre determinada película y sentía que tal vez se había equivocado en lo dicho por televisión o en lo escrito para la prensa. Entonces aprendía. Sorprende esto habida cuenta de lo sectario que solía ser en materia cinematográfica.

Como comunicador era influyente y lo sabía. Fue un destacado orador desde joven. Con el paso de los años llegó a ser dogmático y, por tanto, injusto. Los reproches a El padrino resultaban las principales virtudes de la obra. Este es un ejemplo de cómo la obra cinematográfica se convertía en un pretexto para que él desplegara su ideología en consonancia con el realismo socialista. 

De Los Goonies escribió que era un ejemplo perfecto de diversionismo ideológico. Atacó la adaptación muy libre de Humberto Solás de la Cecilia Valdés de Cirilo Villaverde. ¿Motivos? Solás —según el crítico— prefería más lo onírico y hasta el melodrama por encima del asunto antiesclavista. Era un defensor desmedido del cine de Europa del Este. No en balde se ganó el apelativo de “democrático” en referencia a su segundo apellido.

Dígase lo que se diga por los partidarios más críticos, hay que reconocer la importancia de Mario Rodríguez Alemán para ampliar los horizontes culturales de una obra que no termina en la sala oscura. A menudo, seducción y rigor chocaban en sus textos. Le era difícil favorecer ambas gestiones. Pero con él, cabe admitirlo, la película seguía prolongándose para ser atendida nuevamente por el espectador o apreciarla por primera vez. Algo de su indiscutible saber apasionado por el séptimo arte debía influir en el espectador. Recordarlo aún hoy es una muestra de su influjo ilustrativo. Era y es un crítico de cine a tener presente.