NOTICIA
Daniel se nos fue antes de tiempo
Palabras de Manuel Pérez Paredes a siete años de la muerte de Daniel Díaz Torres y cedidas especialmente a Cubacine, como parte de este homenaje al creador y al hombre
Daniel se nos fue antes de tiempo. Lo dije en el 2013 y lo recuerdo hoy: cruel injusticia la de la muerte que se lo llevó cuando todavía estaba pleno en capacidades intelectuales y creativas para seguirnos aportando, cargado de proyectos a llevar adelante como realizador, docente, crítico, ser humano.
Fuimos amigos por más de cuarenta años y si la amistad, en mi experiencia, puedo identificarla con la hermandad, tengo que considerarlo como tal. Nos dejó, a los que compartimos con él, experiencias fuertes, difíciles y hermosas, ejemplos a recordar.
Por supuesto que tengo que subrayar uno que para mí es inolvidable: su actitud en todo el proceso que le tocó vivir con Alicia en el pueblo de Maravillas en aquel 1991. Sí, ya lo dije en el 2013, pero lo recuerdo de nuevo porque considero que se quedó pendiente el pedirle excusas y reconocerle su ejemplar ética revolucionaria, modesta y firme, en el curso de aquellos acontecimientos.
Septiembre 25, 2020, a siete años de su muerte
Palabras pronunciadas el 16 de septiembre de 2013 en la despedida del cineasta Daniel Díaz Torres en el Cementerio de Colón
Compañeras y compañeros:
De alguna manera es posible decir que en este momento se está cerrando un acto de injusticia y crueldad que eso que quiero llamar DESTINO comete impunemente. Nada se puede hacer. Protestar o maldecir no tiene sentido, aunque algunos lo hayan hecho. Frente a lo que se iba desarrollando solo era y es posible la dolorosa resignación.
Reunirnos aquí para dar sepultura a Daniel es la culminación de unos pocos, pero intensos y dolorosos, meses; primero de una inesperada noticia, luego de un sufrimiento físico y psíquico que fue en aumento hasta culminar hace unas horas. Ya tendremos tiempo, amigos y estudiosos, de hablar y escribir, en extensión y profundidad sobre la obra creadora y la persona de Daniel Díaz Torres.
En sus casi cuarenta y cinco años en el ICAIC, él nos deja una huella que, no hay duda, perdurará eternamente en el cine cubano y más allá, también. El Daniel crítico de cine y conferencista, el docente en diversas etapas de su vida, pero en particular en la EICTV, el director de documentales y subdirector y realizador del Noticiero ICAIC..., y el director de un buen número de películas de ficción, todos estos Daniel Díaz Torres serán pensados y repensados por nosotros y por otros. Y habrá más de un Daniel en la memoria y en la interpretación de su obra toda y de su quehacer intelectual y ético entre nosotros. Lo vamos a recordar y querer por siempre desde diversos ángulos.
Pero las diferencias valorativas tendrán que coincidir en que siempre vivió en él el reto de ser un hombre y un artista HONESTO. Y alcanzar la auténtica honestidad, lo sabemos, no es nada fácil. No basta con pregonar que se es o se quiere ser; alcanzarla y mantenerla se las trae de difícil en los tiempos que vivimos; requiere de cualidades que hay que cultivar y de esfuerzos con uno mismo y con el medio en que se desenvuelve.
Yo solamente quiero recordar ahora un momento de la vida de Daniel que compartí, junto a otros compañeros y amigos, muy cerca de él. Fue en 1991, en los meses que vivimos la experiencia de defender la existencia del ICAIC como Institución ante el criterio de fusionarlo con otras y hacerlo desaparecer. A su película Alicia en el pueblo de Maravillas le tocó estar en el centro del torbellino de aquellas semanas. Daniel vivió, sufrió y defendió, desde firmes posiciones revolucionarias, tanto al ICAIC como las razones que lo impulsaron a ser el realizador de esa obra.
En aquellas circunstancias lo vi crecerse a una altura admirable.
Lo que más recuerdo, y quiero ahora subrayarlo, es la modestia de aquella entereza y valentía. Subrayo ambas porque a veces, entre nosotros, el ser protagonista de un “escándalo-debate” nos pone a prueba. Es tentador para nuestra vanidad, puede llegar a ser una inversión en el riesgo. Y Daniel se comportó en todo momento, y ahí quedan sus cartas y escritos del momento, a una altura ética que yo no voy a olvidar jamás y que seguramente tampoco olvidarán los que estuvieron cerca de él. Estuvo inmenso como intelectual revolucionario ante un debate en el interior de la Revolución.
A Haydee, Danielito y Laurita, sus seres queridos más entrañables, les puedo, les podemos decir, que podrán vivir eternamente orgullosos del legado que él les deja y nos deja. Muchas gracias.
Septiembre 16, 2013