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El cine cubano en un año de rupturas y definiciones: 1961 (Parte II)
El segundo estreno de ficción del ICAIC en el año 1961 es Realengo 18, realizado por el cineasta dominicano Óscar Torres —nacido en Cuba—, con la colaboración de Eduardo Manet, que se exhibe a partir del 4 de agosto en Arte y Cinema La Rampa, donde presentaron su premier en la noche del viernes 21 de julio. Recrea un hecho real, el enfrentamiento de una comunidad campesina a los terratenientes. Una combativa mujer participa en la lucha mientras vive un drama personal: su hijo acepta la propuesta de unirse a la guardia rural en la represión contra los suyos.
A lo largo de estos meses otros dos largometrajes se encuentran en distintas fases de producción. Julio García Espinosa ha concluido El joven rebelde, un argumento original del célebre guionista italiano Cesare Zavattini sobre la incorporación de un joven campesino a quienes combaten en la Sierra Maestra. Las doce sillas, comedia realizada por Tomás Gutiérrez Alea (Titón), figura en proceso de edición. Adapta a la realidad cubana una novela rusa acerca de las hilarantes situaciones que atraviesan un aristócrata venido a menos con la Revolución, su exchofer y un cura, en búsqueda de una silla que oculta los brillantes de la familia. El ICAIC trabajó intensamente en la búsqueda de argumentos y guiones para nuevas películas y con ese fin solicitó la colaboración de escritores de renombre y convocó a un concurso de guiones.
La producción documental registró en 1961 un inusitado incremento cuantitativo al tiempo que una gran diversidad temática con contenidos políticos, didácticos y sociales. Entre los títulos más sobresalientes en una cifra próxima a los 40 filmes figuran: Cuba, pueblo armado y Carnet de viaje, rodados por el holandés Joris Ivens; Cinco picos, de Manuel Pérez; Una escuela en el campo y Guacanayabo, realizados por Manuel Octavio Gómez; así como los primeros documentales dirigidos por Santiago Álvarez, como Escambray, junto a Jorge Fraga, que a su vez filmó Y me hice maestro.
Santiago Álvarez integra el equipo de realización del Noticiero ICAIC Latinoamericano desde su fundación el 6 de junio de 1960, pero en este año de formación y entrenamiento sobre la marcha Alfredo Guevara mantiene su responsabilidad como director. Por esta fecha el Noticiero se estrenaba los lunes en los principales cines de La Habana y de toda la isla. En un principio se procesaban 14 copias, luego se aumentaron a 24 y en 1961 ascendían a 40, además de producir algunas en formato de 16 mm para los cine-móviles.
La edición del Noticiero que circula en los cines habaneros a partir del 12 de junio, al tiempo de distribuirse en el interior del país, entre sus informaciones incluye un reportaje sobre los preparativos para el Primer Congreso Nacional de Escritores y Artistas Cubanos. Semanas más tarde, el 8 de agosto, el órgano informativo, que adquiere cada vez mayor dinamismo y aceptación popular, incluye otra nota sobre el preámbulo de esa reunión tan esperada en el ámbito cultural.
La celebración del primer Congreso Nacional de Escritores y Artistas Cubanos, programado entre el 18 y el 22 de agosto, ofreció al Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos la oportunidad excepcional de revisar panorámicamente en el Cine de Arte ICAIC algunos ejemplos de la historia del cine realizado en nuestro país. Al triunfo de la Revolución, pese a la producción esporádica de un puñado de soñadores, no existía una industria de cine. En colaboración con el Departamento de Cinematografía de la Universidad de La Habana pudo programar especialmente un conjunto de títulos representativos del período anterior al primero de enero de 1959. Entre estos figuraron: El Parque de Palatino (1906), del pionero Enrique Díaz Quesada; La Virgen de la Caridad (1930) y El romance del palmar (1938), ambos de Ramón Peón; El Mégano (1955), de Julio García Espinosa; cuatro notas fílmicas producidas para Cine-Revista por José Tabío y Onelio Jorge Cardoso; así como Los tiempos del joven Martí (1960), proyecto que José Massip comenzó desde 1957 y trabajó en él con un mínimo de recursos hasta que la creación del ICAIC propició su terminación.
La programación especial exhibida para festejar la primera cita de los creadores del país que, como un resultado inmediato, condujo a la constitución de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), abarcó una selección de obras producidas hasta esa fecha de 1961. Pueden citarse los documentales Esta tierra nuestra, Asamblea General y ¡Muerte al invasor!, de Tomás Gutiérrez Alea; El negro, de Eduardo Manet; Carnaval, codirigido por Fausto Canel y Joe Massot;Tierra olvidada, de Óscar Torres; La guerra, de Pastor Vega; Ganaremos la paz, de Roberto Fandiño; y La montaña nos une, de Jorge Fraga; así como Habla un campesino, realizado por la División Fílmica de CMBF “Televisión Revolución”. La muestra incluyó varias ediciones del Noticiero ICAIC Latinoamericano.
La propuesta no podía prescindir de la contribución del Departamento de Dibujos Animados y escogió para representarlo cinco de sus primeros cortometrajes, hoy clásicos. Con el ICAIC nacía realmente un auténtico cine de animación en Cuba marcado desde sus inicios por las constantes búsquedas formales y estilos modernos puestos en función de nuevos contenidos diametralmente opuestos a la concepción publicitaria comercial anterior a su fundación.
El ICAIC produjo la realización del documental A 90 millas, realizado por Carlos Fernández, en un intento por sintetizar las actividades desarrolladas en el Hotel Habana Libre de esa primera cita de los escritores y artistas durante cinco días. Incluye imágenes de la intervención realizada en la clausura por el Comandante Fidel Castro.
Enciclopedia Popular, departamento creado por el ICAIC el 18 de septiembre como un aporte al Año de la Educación, estrena sus dos primeros números. Estos cortos de diez minutos de duración editados quincenalmente contenían breves notas informativo-didácticas. La Enciclopedia Popular, que alcanzaría la cifra de 41 ediciones portadoras de 94 notas didácticas, sirvió, además, como escuela para nuevos cineastas que dieron en ella sus primeros pasos, como Enrique Pineda Barnet, Octavio Cortázar y Humberto Solás, entre otros. El tono popular es, sin dudas, una de las características más apreciables del nuevo empeño cinematográfico cubano, según sus promotores.
La presencia de la nueva cinematografía criolla en una decena de festivales internacionales a lo largo de 1961 resultó muy significativa y provocó comentarios elogiosos por el nivel de calidad alcanzado en tan escaso tiempo, sobre todo por los documentales. El Festival de Oberhausen, en la República Federal Alemana, solicitó especialmente para su programación Esta tierra nuestra, de Titón, el primero producido por el ICAIC, junto a La vivienda y Sexto aniversario, de García Espinosa;Tierra olvidada, de Óscar Torres; El negro, de Eduardo Manet; y Por qué nació el Ejército Rebelde, de José Massip. Historias de la Revolución, de Gutiérrez Alea, obtuvo el premio de la Unión de Escritores Soviéticos al mejor guion en el II Festival de Cine de Moscú, donde se exhibieron Cuba baila y Realengo 18 fuera de concurso. El Festival de Leipzig, en la República Democrática Alemana, el más importante en la categoría documental, programó, entre otros, Una escuela en el campo y ¡Muerte al invasor!
La Cinemateca de Cuba —fundada el 6 de febrero de 1960— se consagró a labores organizativas, entre estas, la construcción de las bóvedas para conservar su fondo fílmico. Al mismo tiempo, emprendió las pesquisas en búsqueda de cuanto material de interés sobre la historia del cine de la isla y del mundo pudiera hallarse. La Asamblea General de la Federación Internacional de Archivos de Filmes (FIAF), celebrada en el congreso de Budapest, en octubre de 1961, confirmó por unanimidad la decisión adoptada en noviembre de 1960 por su comité ejecutivo al nombrar a la bisoña institución cubana como miembro provisional. Los meses precedentes a diciembre de 1961 en que presentó “Tres décadas de cine soviético”, ciclo inaugural de su programación, en el Cine de Arte ICAIC (hoy Charles Chaplin), los dedicó a establecer vínculos directos con cinematecas extranjeras para la obtención e intercambio de copias de películas.