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El cine y la literatura se rencuentran
En relación con el cine y la literatura es frecuente hablar de adaptación cinematográfica. Pero también existen otros términos que toman como referencia primera a la obra literaria. Estos serían la versión, la transposición o recreación. Así, puede haber de todo cuando un guionista amparado por un director deciden apoyarse en un libro: conservación, supresión y modificación.
Se suele pensar que la calidad en la adaptación depende de cuanto se ha modificado de la fuente escrita. O sea, se predetermina el juicio al pensar que cuanto más se respete la ora literaria, entonces la película es buena. Lo cual es muy simplificador y simplista. Recientemente he leído:
El cine y la literatura siempre se han complementado, pero son dos territorios de creación independientes en cuanto al empleo incluso de códigos similares o bastante cercanos. A un cineasta, en el proceso de adaptación de un libro al cine, le asiste ya el derecho de reacomodar la imagen que tiene del referente escrito —ya mediado por un guion— para su puesta en pantalla. Traigo a colación la anécdota entre Alain Resnais y Marguerite Duras. Él le pide un guion. Duras no teme confesarle que desconoce los entresijos del cine y entonces el director le responde que no se preocupara, que escribiera literatura. Luego él haría cine. La fidelidad al libro nunca será al pie de la letra. Tampoco garantizará un resultado específico. En El cine y la obra literaria Baldelli dice: «Que el relato haya sufrido modificaciones con respecto al original, nos importa poco: lo que nos interesa es que las partes no estén desteñidas, y contengan una fuerza vital propia; lo importante es que se mantengan de pie como filmes, no que sean como la novela o el cuento de origen».
Después del triunfo de la Revolución es cuando el cine cubano se preocupó más por apropiarse de la literatura para dialogar con mayor creatividad con el contexto cultural. Según el colega Juan Ramón Ferrera Vaillant:
Al estudiar el proceso de adaptación cinematográfica de obras literarias en el ICAIC, generalmente los especialistas han destacado aquellas películas basadas en novelas, obras teatrales y cuentos. Y ello teniendo en cuenta que esos tres géneros son a los que más frecuentemente se ha recurrido y los que han rendido mayores logros estéticos en la pantalla grande. Sin embargo, nuestra industria fílmica se ha aprovechado de otros géneros literarias como la poesía, el testimonio, el diario y el ensayo.
En el ciclo de Guiones adaptados, programado para el cine La Rampa desde el 22 al 31 de marzo a las siete p.m, podrán verse las siguientes películas: Las doce sillas (Tomás Gutiérrez Alea, 1962), La inútil muerte de mi socio Manolo (Julio García Espinosa, 1989), Contigo pan y cebolla (Juan Carlos Cremata, 2014), La bella del Alhambra (Enrique Pineda Barnet, 1989), El otro Francisco (Sergio Giral, 1974), Rancheador (Sergio Giral, 1976), Maluala (Sergio Giral, 1977), Cecilia (Humberto Solás, 1981), María Antonia (Sergio Giral, 1990) y El premio flaco (Juan Carlos Cremata, 2009).