NOTICIA
El patrimonio de las imágenes
Hay una suerte de prolongación del cine que es una aliada de la memoria. No depende de la subjetividad e imaginación de los críticos. Ni siquiera de la rigurosidad de los historiadores. Pero su razón de ser comprende todo lo anterior. Lo más importante: sigue siendo tan humana como un minúsculo acto de la generosidad. De eso se trata la restauración de películas.
Algunos han creído que la restauración es un proceso distanciado de la conservación. El rescate y el resguardo van de las manos. No puede ser de otra manera si el propósito es devolverle a las imágenes su justo valor en el devenir de una manifestación artística, en el contacto del hombre que un acontecimiento que ha sido—y sigue siendo— a una vez no solo espectáculo, sino arte y testimonio de las interrelaciones de la humanidad con los contextos y estéticas más variados. Asimismo, es el cine el gran territorio del ser, donde se dialoga una y otra vez con el tiempo.
La Cinemateca de Cuba, dedicada a la adquisición y conservación del material cinematográfico de los más variados circuitos comerciales, se han planteado cada año contribuir a la exhibición de la restaurado. Un año después del triunfo de la Revolución y de la fundación del propio ICAIC, quedaron planteados los objetivos de la cinemateca de Cuba como por ejemplo el de garantizar la conservación de las grandes obras del cine mundial y de cuanto material cinematográfico se originara en nuestro país. De ahí el servicio importantísimo que presta a espectadores e investigadores de todo el mundo.
Los convenios de colaboración entre la Cinemateca de Cuba y otros organismos análogos extranjeros no se han hecho esperar. Pues representa otra manera de promocionar obras que, ya desde la selección para su restauración, anticipan el patrimonio de las imágenes de un país para el mundo. Cumpliendo con un convenio entre la Cinemateca de Cuba y la filmoteca de Lisboa, el clásico cubano Aventuras de Juan Quin Quin, de Julio García Espinosa‚ se restaura en Portugal.
Los portugueses tuvieron a bien exigir que fuera una película cubana en blanco y negro, no necesariamente en estado de deterioro. Así, con otra institución no portuguesa en este caso, se ha planteado la imperiosa necesidad de restaurar —y esta obra sí lo lleva— La primera carga al machete (Manuel Octavio Gómez, 1969).
Se han sumado —acaso sin saber del convenio de restauración con Portugal— la Cinemateca de Chile‚ que aceptó la propuesta de la institución cubana equivalente de digitalizar y restaurar Cantata de Chile (Humberto Solás, 1975) y la de Suiza tienen ya el compromiso de hacerlo con Clandestinos (Fernando Pérez, 1988).