La rosa blanca

Emilio Fernández y “La rosa blanca…”

Lun, 08/09/2021

Emilio Fernández Romo, el Indio (1903-1986), pasó a la historia cultural del mundo no solo por haber posado desnudo para la conformación de la estatuilla del Premio Óscar, según teorías, sino por su protagonismo indiscutible de la época dorada del cine mexicano.

Asociado por algunos y con injusticia a un cine de rancheras, la verdad es que el nacionalismo de su arte expandió el ser mexicano allende las fronteras nacionales, amén de que en la mayoría de sus películas se evidencian estructuras narrativas sólidas, la eficaz dirección de actores y, sobre todo, la excelencia de la fotografía. No en balde trabajaría en más de una ocasión con el notabilísimo director de fotografía Gabriel Figueroa. Merece atenderse también en su filmografía sus bandas sonoras que tributan al México histórico y la contemporaneidad del cineasta, pero sin incurrir siempre en lo típico mexicano. El Indio logró, con frecuencia, en numerosas imágenes la confluencia casi mágica entre los silencios, cuando no el empleo de un instrumento sin acompañamiento vocal.

Se ha hablado de una fórmula en el cine de Emilio Fernández. Y sí, la hubo, pues cuando se percató de que determinadas historias y procederes narrativos funcionaban, no temió repetirse. Mas, como en toda carrera artística prolífica, tuvo sus altas y sus bajas. Fue un artista que alcanzó numerosos premios en México, el ansiado Ariel, pero sería María Candelaria (1943) la que lo proyectaría a escala internacional, ya que obtuvo el Gran Premio de la Crítica (ex aequo) del Festival de Cannes. En 1947 pondría de nuevo a México en una posición respetable al ganar con La perla mención honorífica como mejor contribución al progreso cinematográfico en el Festival de Venecia.

El arte del “Indio” Fernández ha inspirado biografías y un sinnúmero de libros con escasa diferencia con respecto a Luis Buñuel o Ingmar Bergman. Sobre el mexicano pudiera anotarse mucho más en relación a su carrera de actor y especialmente como productor. 

En Cuba su cine fue muy aceptado, pero los vínculos con nuestro país serían otros desde el momento en que decidiera dirigir La rosa blanca (Momentos de la vida de José Martí) (1953), una de las películas más polémicas y fallidas en lo conceptual sobre José Martí. Con anterioridad se habían rodado filmes relacionados con el Héroe Nacional: La que se murió de amor: la niña de Guatemala o Martí en Guatemala (Jean Angelo, 1943), (Los zapaticos de rosa, 1952), los cortometrajes Martí, mentor de juventudes (Juan Díaz Quesada, 1953) y Siguiendo la ruta de Martí (Enrique Crucet, 1953). 

En 1950 Emilio Fernández había dedicado una de sus películas, Un día de vida, “a Cuba y a Martí”. Lo hizo desde el melodrama, y cuando el escritor mexicano Mauricio Magdaleno (guionista principal de Emilio Fernández) le presentó el proyecto a instancias del mismo Fulgencio Batista, sintió que debía rendirle el tributo cinematográfico épico que los cubanos no habían podido hacerle al mejor hombre de Cuba. 

El rodaje de La rosa blanca… duraría tres meses, pero no se sabe a ciencia cierta cómo muchos habaneros ilustres se enteraron de lo que ocurría durante la filmación, que la polémica no tardó en desatarse. Teniendo en cuenta que el presupuesto se había dado en Cuba y que era Martí quien estaba en entredicho por un equipo principalmente foráneo, la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo y el Centro Católico de Orientación Cinematográfica visitaron uno de los sets de filmación en La Habana —pues un porciento considerable se había rodado en México— y plantearon su desagravio respecto a lo que vieron allí. Ante el desconcierto de detractores del proyecto, Figueroa llegó a admitir: 

Técnicamente estamos desarrollando el máximo de nuestras facultades por el amor que sentimos al pueblo de Cuba. Nosotros lamentamos las malas interpretaciones que ha habido en Cuba sobre la filmación de “La Rosa Blanca”. Aceptamos que esto es producto del desconocimiento del argumento y especialmente de nuestros propósitos, pero estamos seguros de que el pueblo de Cuba, después que vea la película, sabrá aquilatar el amor que sentimos por el Apóstol.1

La película tendría adrede el subtítulo Momentos de la vida de José Martí, así guionista y director podrían intentar salvarse de ir a los núcleos esenciales de la obra y figura martianas. Sin embargo, había que reflejar a un Martí verosímil costara lo que costara, pero lo que fabricaron fue a un seductor melodramático muy apático de futuro culebrón mexicano. Lo encarnó el actor mexicano Roberto Cañedo. Gina Cabrera interpretaría a su esposa. 

Cuando la película se estrenó en 1954 el icono hollywoodense César Romero y Mantilla, descendiente de María Mantilla y Miyares, fue entrevistado en Nueva York por Vicente Cubillas Jr. para Bohemia. En resumidas cuentas, confirmó lo que daría título al artículo: “Me hubiera sentido orgulloso de interpretar a Martí en la pantalla”2. Echó en cara que no se consultara a María Mantilla y que no se tuviera en cuenta la biografía de Jorge Mañach para configurar un mejor Martí.

Acaso por la polémica, la película fue un éxito de taquilla aquí en La Habana. Mas, no recaudaría en los países que se exhibió lo que se gastó en su producción. En sentido general, el director trató de encumbrar más la figura del estereotipo heroico y terminó desatendiendo al ser humano. Melodrama épico con un Martí tan frío como modelo inconcluso. Aunque no estoy de acuerdo con todos los argumentos que escribiera Guillermo Cabrera Infante, Caín, de por qué era muy irregular la película del “Indio” Fernández, fue en rigor la mejor crítica de la época. 

Precisamente a Caín en entrevista le confesó Emilio Fernández: “No he detallado su múltiple personalidad porque sería imposible en el cine. Por otro lado, hubiera caído en el desmenuzamiento a que lo han sometido todos los martianos. Que lo han desmembrado. Ahoritita va a aparecer una tesis sobre Martí agricultor”.3 Justificándose o no, el tiempo le dio algo de razón al notorio cineasta latinoamericano. 

Referencias bibliográficas:
1 Barral, G. (22 de noviembre de 1953) Escenas de la discutida película sobre la vida de Martí. Bohemia. pp. 74-75.
2 (31 de enero de 1954). Bohemia.
3 Velazco, C. (comp.) (2011). José Martí: el ojo del canario. Un filme de Fernando Pérez. La Habana: Ediciones ICAIC, p. 109.