NOTICIA
Habana a todo color
Toda ciudad, por grande o pequeña que sea, conforma su devenir por la condición histórica del ser humano. Esa escritura tridimensional que advertimos cuando caminamos por una ciudad, o cuando le escuchamos a alguien contarla, ya que sabe muy bien hablar sobre ella, es reconocible primero en lo más visible de la arquitectura: piedras, calles, edificaciones, monumentos… Luego, la atmósfera que se pudiera experimentar es una cuestión de variaciones de sentimientos según la persona que escriba o confiese sus experiencias.
Por cuestiones temporales y socioculturales, sin descontar las políticas, desconcierta leer, ya sea sincrónicamente como de manera consecutiva, las visiones por ejemplo de la Nueva York que brindaron en su momento Charles Dickens, Robert Louis Stevenson, Henry James y José Martí.
La ciudad como escritura testimonial es apreciada por José Ortega y Gasset en Las fuentecitas de Nuremberga; primero cual peregrino que advierte la totalidad e inmortalidad de aquella para el acontecer histórico, ya sea desde el tradicional aprendizaje de oído hasta el pensar con la mirada que es el observar, aun el acompañado del primer asombro: «Hay ciudades que tienen suprema energía de perduración, y son construidas de una vez para siempre». Pero cuando el pensador madrileño afirma en Mocedades: «Cuando una ciudad vieja llega a ser cillero de historia, un montón de años secos, lo único que queda en ella viviente son sus fuentes viejas, que prosiguen cantando y corriendo como en la juventud de la villa», no podemos estar de acuerdo del todo si vivimos en La Habana o por lo menos la hemos conocido más de una vez.
Como toda capital cosmopolita que se respete, la historia de La Habana se ha conformado no solo por la labor de especialistas que, vueltos hacia el ayer, han permitido la comprensión del presente. La Habana se ha ido enriqueciendo gracias a pintores y escultores como a las reconfiguraciones de la literatura y el cine. Precisamente, sin este último, no fuera esta capital tan reconocida a nivel mundial.
Se ha pensado en el ciclo Historias de una ciudad no solo como homenaje a La Habana, sino a quienes la habitan. Por ello, desde el viernes 22 hasta el 31 de marzo el espectador podrá apreciar una variada programación en el cine Acapulco en el horario de las 7:00 p.m. Las películas escogidas para mostrar la diversidad cultural de la capital son: Suite Habana (Fernando Pérez, 2003), Habanastation (Ian Padrón, 2011), Vals de la Habana Vieja (Luis Felipe Bernaza, 1988), Club Habana (Jorge Herrera, 2009), Habana selfies (Arturo Santana, 2019), La ciudad (Tomás Piard, 2015), Últimos días en La Habana (Fernando Pérez, 2016), Cosas que dejé en La Habana (Manuel Gutiérrez Aragón, 1997), Fátima o el parque de la fraternidad (Jorge Perugorría, 2015) y Se permuta (Juan Carlos Tabío, 1983).