NOTICIA
Hasta las dogmáticas son tiernas
Nadie podrá negarle a la cineasta y guionista danesa Lone Scherfig la capacidad para crear personajes carentes, solitarios y necesitados que se vuelven entrañables para el espectador. Desde su ópera prima, enmarcada en los estrictos presupuestos de Dogma 95, Italiano para principiantes (2000), hasta la más reciente, La bondad de los extraños (2019), pasando por Una educación (2009), la Scherfig dedica especial atención a los matices en el diseño de personajes, que gracias a los semitonos resultan casi siempre creíbles y verídicos. Y por supuesto, sus protagonistas permanecen distantes de las etiquetas de buenos o malos, simpáticos o insoportables. Son gente como uno.
Coproducida por entidades de Dinamarca, Canadá, Suecia, Francia y Alemania, hablada en inglés y ambientada en Nueva York, y con un elenco procedente también de varios países, La bondad de los extraños retoma el hálito coral de Italiano para principiantes, que encajaba en los moldes promulgados por Dogma 95 solo por la frescura y la autenticidad, porque su esencia romántica y optimista se apartaba de los habituales desencantos y pesimismos de aquel movimiento. Así, la nueva película de Scherfig se concentra en una mujer que huye, junto con sus dos hijos, del marido abusivo, pero pronto se sumarán varios otros personajes que terminarán por convencerla de que existe misericordia y solidaridad, incluso en la Jungla de Asfalto que sigue siendo Nueva York.
La bondad de los extraños es la típica producción paneuropea de prestigio, y sobre esa base fue seleccionada como película inaugural del Festival de Berlín, donde fue masacrada por la crítica más exigente, que le reprochó sus situaciones excesivamente planificadas para mostrar a sus personajes como víctimas, y la obviedad de todas las relaciones en torno a la tesis de que todavía existen restos de generosidad, y del mejor espíritu humano, en la megalópolis del individualismo capitalista por antonomasia.
Scherfig ama a sus personajes, sobre todo los femeninos, que suelen liderar el argumento de sus películas, incluso desde posiciones en apariencia secundarias. De modo que la directora suele mostrar el alma de estas mujeres, su vacío, sus insuficiencias, su búsqueda de apoyo y comprensión. Solo que en La bondad de los extraños se extravía un tanto la voluntad de la cineasta por radiografiar el alma de un grupo más o menos grande de seres humanos, y el guion se concentra excesivamente en las calamidades y los desastres, más que en la comprensión de los personajes que las enfrentan.
Siempre promotora de valores como la imprescindible ternura y comprensión, inspirada en la frase de Blanche Dubois en Un tranvía llamado deseo, cuando la pobre mujer es socorrida amablemente por quienes la conducen al manicomio, la Scherfig quiere hacernos llorar a toda costa, y puede ser que lo consiga con un buen número de espectadores, sobre todo por sus alternancias narrativas de tono y esencia, pues la tragedia se vuelve melodrama, de los lacrimógenos, y el melodrama quiere ser drama social con matices psicológicos… y así, La bondad de los extraños deviene acumulación de situaciones un tanto exageradas que, a pesar de todo, muestran la notable capacidad de observación, y la generosidad con sus personajes, de una cineasta singular.
(Tomado de Cartelera Cine y Video, no. 176)