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Juan Carlos Tabío: el donador de cáusticas inconformidades
A los críticos y estudiosos del cine en Cuba nos queda la asignatura pendiente de ubicar, en el lugar descollante que le corresponde, la filmografía de Juan Carlos Tabío (1943-2021), considerada entre las obras cinematográficas más coherentes y lúcidas nacidas en esta Isla, pero subestimada durante muchos años por todos aquellos elitistas que ven la comedia como un género menor.
Además de considerarse, junto con Daniel Díaz Torres y Enrique Colina, entre los mejores hacedores de humor cinematográfico en Cuba, Tabío se destacó en diversos géneros y medios expresivos. Comenzó a trabajar en el Icaic como asistente de producción y dirección, a principios de los años 60, y de 1963 datan sus primeros cortometrajes documentales, Peligro y Combo universitario, filmados cuando solo tenía 20 años.
Desde finales de los 60 y hasta principios de los 80 realizó más de 30 documentales, entre los cuales destacaron El habano (1969, codirigido con Miguel Torres), Amelia Peláez (1897-1968) (1975) y Un reportaje con el grupo Moncada (1979). Gracias al cineasta contamos con excelentes reportajes y crónicas de las actuaciones en Cuba de grandes artistas, como queda expresado en Miriam Makeba (1973), Soledad Bravo (1974), Sonia Silvestre (1975) y Joan Manuel Serrat (1976).
Tabío fue uno de los pocos cineastas cubanos que antes y después de consagrarse en el largometraje de ficción realizó cortometrajes de ficción, como Dolly back (1986) y La entrevista (1987). Entre sus cortos de ficción destaca La cadena (1978), que ponía de manifiesto un tejido de ineficiencias e irresponsabilidades desde un humor crítico y satírico que heredaba lo mejor del choteo cubano.
También alcanzó notabilidad nacional e internacional Dolly back, premiado con el Colón de Oro en Huelva, y con el Premio Especial del Jurado en La Habana. En un solo plano de casi diez minutos este cortometraje intenta derribar el engaño latente en toda puesta en escena cuando presenta cómo la cámara se va alejando de los actores para mostrar que estamos ante un rodaje. Luego se sigue alejando la cámara, y vemos que el rodaje antes descubierto no es más que la escenificación de otro rodaje, y así ocurre una y otra vez, en una filme que expresa a plenitud la voluntad autorreflexiva y brechtiana de un realizador cuya obra está marcada por el deseo paródico de exponer el carácter engañoso de la representación cinematográfica.
Además de los cortos de ficción y los posteriores largometrajes, nunca se apartó por completo del documental, tal y como consta en los posteriores Marta Jean Claude en Haití (1987); “Memorias de una isla” (1998), capítulo de la serie Enredando sombras; Molinos de viento (2005), realizado para celebrar el aniversario 400 de El Quijote; y el notable Los viajes de Lorca: Lorca y La Habana (1998), con guion del cineasta y de Lourdes Prieto, y que relataba, con toda la sinceridad del periodo pos Fresa y chocolate, el recorrido del poeta por la Isla, con imágenes actuales y de archivo, además de testimonios de conocedores del tema.
En algunos de aquellos cortometrajes de ficción (La cadena, Dolly back, La entrevista) se enunciaba una vena crítica y satírica que expandió en sus largometrajes de ficción. En 1981, como fue imposible realizarlo en cine, convirtió el guion de una futura película en la obra teatral La permuta, que volvió a colocar a Rosa Fornés en niveles máximos de popularidad. Al año siguiente, escribió con Tomás Gutiérrez Alea, su amigo y mentor de siempre, el complejo guion de Hasta cierto punto, y de inmediato, con el cambio de dirección en el Icaic, le fue posible debutar en el largo de ficción con Se permuta (1983), que inauguró todo un nuevo período para el cine cubano: el de la comedia de costumbres que se concentra en criticar las rémoras pequeño-burguesas y dar cuenta de confrontaciones generacionales más o menos fuertes.
Las comedias de Tabío, tanto Se permuta como la posterior Plaff o demasiado miedo a la vida (1988), se distinguen por combinar la sátira de los elementos retardatarios del desarrollo social con la autorreferencialidad y el humor paródico. Plaff… fue saludada por los críticos cubanos como una de las mejores comedias en toda la historia del cine nacional, junto con La muerte de un burócrata, por su exaltación de lo cubano, específicamente lo habanero, mientras se burla de los costados menos amables de nuestra idiosincrasia en su aguda reflexión sobre lo popular, una reflexión guiada por la sátira de todos aquellos personajes paralizados por el temor a los cambios y a la evolución que suele representar el pensamiento de los más jóvenes.
Después, en esa etapa de crisis para el cine cubano que fueron los años 90, le tocó a Tabío volver a sacar la cara por la cinematografía nacional y junto con Tomás Gutiérrez Alea se dedicó a deconstruir los elementos moralizantes, pretenciosos y enfáticos que impregnaron el cine cubano en sus primeras décadas de vida. Así, codirigieron las mundialmente famosas Fresa y chocolate y Guantanamera, la primera atenta a revelar un pasado-presente de exclusión e intolerancia, y la segunda más dedicada a retratar un presente-¿futuro? regido por la doble moral y el burocratismo.
La amplia distribución y popularidad internacional de que gozaron Fresa… y Guantanamera convirtieron a Juan Carlos Tabío en uno de los directores favoritos de los coproductores extranjeros, y la fama de estos filmes opacó la aparición de El elefante y la bicicleta (1994), uno de los pocos intentos cubanos por celebrar el centenario del llamado séptimo arte. El filme contaba, desde las claves cercanas al realismo mágico, la llegada del cinematógrafo a una pequeña isla y cómo se transforma la vida de sus pobladores, pues el invento despierta la imaginación de los habitantes y su capacidad de cambio.
La siguiente película en solitario fue Lista de espera (2000), que inició la colaboración en el guion con el escritor Arturo Arango. La película se concentra en una pequeña comunidad aislada, elegida con similar intención simbólica o generalizadora que la isla en que acontece la acción de El elefante y la bicicleta.
Aunque estés lejos (2003) representa la sublimación del juego del cine dentro del cine, mientras que El cuerno de la abundancia (2008) se funda sobre la mixtura genérica del pastiche y el cuestionamiento más o menos sutil de la capacidad fabuladora de los cubanos. Ambos filmes consiguen al unísono risas y amargura, reflexión y chistes gruesos, polémica y cuestionamiento de prejuicios diversos.
Posteriormente, Tabío se apartó del cine, por razones de salud, aunque se asomó de nuevo al medio con la dirección de un cuento en la película de dirección colectiva 7 días en La Habana (2011), junto con el boricua Benicio del Toro, el español Julio Medem, el francés Laurent Cantet, el argentino Pablo Trapero, el palestino Elia Suleiman y el argentino-francés Gaspar Noé.
La considerable lista de reconocimientos ganados por los intérpretes de sus películas también nos permite catalogarlo entre los mejores directores de actores en el cine cubano: Isabel Santos (premio a la mejor actuación femenina del Festival Internacional de Cine de Río de Janeiro por Se permuta), Daisy Granados (premio a la mejor actuación femenina en el Festival Internacional de Cinema, Tróia, y en el Festival Internacional de Asunción, Paraguay, por Plaff…); Jorge Perugorría (premio Coral de actuación masculina en el XV Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, La Habana, y primer Premio Kikito de actuación compartido con Vladimir Cruz, por Fresa y chocolate); Lilliam Vega (premio Coral de actuación femenina en el XVI Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano por El elefante…); Tahimí Alvariño (premio a la mejor actuación femenina en el Tercer Festival Internacional de Cine de Málaga, España, por Lista de espera); y premio Astor de Plata al elenco de intérpretes de El cuerno de la abundancia en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.
El cineasta también se desempeñó como profesor de guion y dirección cinematográfica en la EICTV y en la FAMCA (1989-1990) e impartió talleres de ambas especialidades y dramaturgia en varios países (México, Costa Rica, Panamá). En 2014 le fue otorgado el Premio Nacional de Cine y poco después fue nombrado miembro de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood.
(Foto tomada del sitio web del Festival de Cine de La Habana)