NOTICIA
Largo viaje hacia la noche
Un filme que ningún amante del buen cine debería perderse pudo verse recientemente en el espacio La séptima puerta, Largo viaje hacia la noche (2018), del chino Bi Gan, la historia de un hombre que busca desesperadamente a una dama que "lo ha marcado", un término próximo a lo cursi, pero afín a filmes policíacos signados por la infaltable mujer fatal.
Se equivocarán, sin embargo, quienes vayan en busca de un policíaco al uso, porque si bien Largo... (nada que ver con el clásico teatral de Eugene O'Neill) presenta elementos reiterados en el cine noir, como un detective duro y sentimental, maleantes, y la noche cual atmósfera de la desventura, lo que prima en la historia es la recomposición de hechos vividos por el protagonista, y luego rearmados en su conciencia mediante mecanismos que mezclan ensoñaciones, memorias incompletas, realidades transformadas y el cine como elemento decisivo para entender lo que se nos cuenta, pues a mitad del metraje el detective entra a una sala a ver un filme en 3d, a partir del cual el espectador ingresa en otra dimensión del relato, cautivadora y fantástica.
Todo el que ha soñado –¿y quién no?– podrá comprender durante esos 50 minutos filmados en un solo plano secuencia, por qué el detective es capaz de volar sobre diferentes escenarios y encontrarse en un túnel con un muchacho algo disparatado y solidario –que muy bien pudiera ser ese mismo hombre, años atrás–, evocación y poder de unas imágenes que vendrán a recordarnos que estamos ante un filme de elevado rango artístico y reconocido en festivales como los de Cannes y Venecia.
Dentro de la explosión del cine noir chino de los últimos años, el joven director Bi Gan sube el listón con Largo viaje hacia la noche, un juego de entendimientos que invita al espectador a entrar de lleno en unas reglas que no son las de siempre, no fáciles, pero tampoco demasiado intrincadas, y que necesitan de un transcurrir expositivo para ir atando cabos, si es que el manido término, "atar cabos", cabe para referirse a un filme que, con toda intención, confunde las barreras del tiempo al transcurrir en los recuerdos y ensoñaciones del protagonista, como la mejor forma de conformar una atmósfera romántica y onírica, terminante en la historia.
Son claras las influencias de Alain Resnais y, muy especialmente, del chino Wong Kar-wai en el cine de Bi Gan, aunque el mismo director haya reconocido que su formación cinematográfica, en buena medida internet mediante, le debe a cineastas de la talla de Tarkovski, Buñuel, el húngaro Béla Tarr y hasta Alfred Hitchcock, y algo de Vértigo encontraremos ahora en esa mujer fatal, largamente buscada, y que se reconstruye con un vestido verde, el color de Kim Novak, y el preferido del mago del suspenso.
(Tomado de Granma, 10 de enero de 2021)