Edmundo Desnoes

Memorias de un observador

Lun, 10/05/2020

Edmundo Desnoes (La Habana, 1930) publicó en 1965 una de las novelas emblemáticas de la primera década del período revolucionario cubano: Memorias del subdesarrollo creaba un personaje paradigmático, el pequeño burgués observador y reflexivo que decide quedarse en la isla mientras su familia parte a los Estados Unidos, para ver cómo se desarrolla ante sí el proceso.

Antes de esto, Desnoes —colaborador de la revista Orígenes y redactor de Lunes de Revolución— había publicado la selección de cuentos y poemas Todo está en juego (1952) y las novela No hay problema y El cataclismo (Ediciones R, 1961 y 1965, respectivamente). Memorias del subdesarrollo sería, en cambio, su carta de presentación al mundo. “Si la sombra de alguna novela está detrás de Memorias... es El extranjero, de Camus. El personaje es una suerte de extranjero en la Revolución. Como extranjeros somos todos en el mundo; todos estamos de paso”, señaló en una ocasión Desnoes a propósito de su protagonista, Sergio Carmona, quien narra desde su interpretación subjetiva la realidad que le rodea, la del proceso acelerado de cambios sociales, pero desde la posición de observador, lejana, sin compromiso ni acción, al punto de confesar: “Cuando más, puedo ser un testigo. Un espectador”.

La novela cobró nuevas resonancias a partir de la adaptación cinematográfica realizada por Tomás Gutiérrez Alea, Titón (1928-1996) en 1968 y en cuyo guion trabajó Desnoes junto al director de clásicos como Las doce sillas, La muerte de un burócrata, La última cena, Los sobrevivientes y Fresa y chocolate. Recursos expresivos —innovadores para entonces a partir de una estructura de “collague”, como diría el propio Titón, que mezcla varios estilos, desde enfoques fijos tomados de cámaras de mano hasta secuencias evocadoras de filmes de cineastas soviéticos tempranos, fotos móviles, imágenes de archivos, noticieros y discursos grabados de Fidel Castro y John F. Kennedy, creando una apariencia de “desorden” en el lenguaje fílmico—, logrado guion e interpretaciones (Sergio Corrieri, Daisy Granados y Eslinda Núñez en los papeles principales) hacen de este filme una obra maestra, emblemática en el cine latinoamericano (incluso para muchos es la película más importante del cine en Cuba y aparece con frecuencia en relaciones y listados de grandes obras, entre ellas las del The New York Times, que en 2011 la incluyó entre las mil mejores filmes de todos los tiempos, y el portal Noticine, que la escogió en 2009 como la cinta latinoamericana más destacada de la historia).

“No conozco ninguna otra película americana de la última década que sea a la vez tan humanamente política y tan orgánicamente honesta”, escribió entonces David Elliot sobre una película que, al igual que el libro, penetra en el interior de la Revolución —hecho histórico, político, social y al mismo tiempo una especie de parteaguas sentimental para más de una generación, sobre todo para la que, como la de Edmundo y Titón, estuvo ligada a los años fundacionales, el complejo proceso que cambió la vida de un país y sus habitantes y la imagen que la isla desempeñaba en el mundo— a través de un proceso de observación-meditación que se desarrolla paralelamente a esta y a la vez se coloca afuera, como dijo el crítico Piero Spila.

A propósito del filme, Desnoes escribe en un artículo en Cine Cubano (nro. 45-46) en el propio 1968: “Titón y yo elaboramos el guion en estrecha colaboración. Todo lo discutíamos. Estábamos de acuerdo con las palabras que iban llenando cada página. Luego descubrí (…) que esas mismas palabras, esas mismas descripciones, esos mismos diálogos eran para él otra cosa (…) No niego que la traición me complace. Si no hubiera traicionado mi libro, no sería un creador”.

Para Desnoes —quien vive en Estados Unidos, específicamente en Nueva York, desde 1979, y ha sido profesor en distintas universidades norteamericanas—, “la cultura es encontrar tu voz”, por eso el personaje de Sergio Corrieri en el libro es el de un hombre que no encuentra su voz, pero aun así, en esa posición de alienación, insiste en la búsqueda, en la estancia y la observación. “Yo me siento identificado —explica Desnoes sobre la psicología de sus personajes— con el libro de La cartuja de Parma, en la que Stendhal crea un personaje llamado Fafrizio del Dondo, que está perdido en medio de la batalla de Waterloo y no sabe dónde está. Es un momento histórico muy intenso. De ese concepto surge mi novela Memorias del subdesarrollo” (libro, que al igual que la película de Titón, se desarrolla en medio de la Crisis de Octubre, también llamada Crisis de los misiles, uno de los momentos dramáticos del siglo XX, que llegó a colocar a una pequeña isla del Caribe en el epicentro de un posible conflicto nuclear).

Sobre el filme, el escritor ha comentado: “Memorias… es una novela de monólogo interior, de ideas, de recuerdos... Gutiérrez Alea le dio cuerpo a mis ideas. Le dio dos niveles: de profundidad psicológica y de realidad visual. El momento en que se hizo la película es importante. Toda una generación pudo entender la revolución cubana a través de Sergio, el protagonista”. “Yo soy la madre de Memorias del subdesarrollo —ha comentado, además, Desnoes— y Titón es el padre que llevó la criatura al cine. Se reconoció en la pantalla; no tanto su cuerpo como su experiencia y sus ideas. La subjetividad de Sergio se forjó en mi vientre y el padre lo llevó a viajar por el mundo donde los muchos descubrieron en imágenes lo que solo unos pocos habían leído, imaginado leyendo la novela. Junto con el director, como guionista, añadí secuencias vitales a la narración cinematográfica. Titón reconoció la importancia de la experiencia del personaje y Corrieri lo interpretó magistralmente. Pero yo soy Sergio”.

Edmundo Desnoes, a sus 90 años recién cumplidos este 2 de octubre, continúa siendo un referente obligado en la literatura de la isla —aunque lamentablemente no del todo conocido, a pesar de que Memorias del subdesarrollo se publicó por la editorial Letras Cubanas en 2003 y que otra de sus obras, una especie de secuela publicada en 2007, Memorias del desarrollo, fuera llevada al cine, de manera independiente, por el realizador cubano Miguel Coyula, y después de estrenarse en el Festival de Sundance en 2010 obtuviera importantes premios dentro y fuera de Cuba—, un autor que asegura que su entrega a la literatura es la forma de conocer y reconocerme, y que su “única originalidad” en Memorias… “es haberle dado interioridad a la literatura de nuestra isla, subjetividad al estruendo histórico y social de la revolución”. 

Notas:

Cencig J.; Cossoy L.; Mendonca T. y Pasoni M.: “Memorias del subdesarrollo: dramaturgia y América Latina, conversación con Edmundo Desnoes”, en La Gaceta de Cuba, La Habana, sep-oct, 2009.

Edmundo Desnoes (2003): Memorias del subdesarrollo, La Habana: Letras Cubanas.